Ideas de bombero
Sangría, calcetines y disfraces de gomaespuma contra el sentido común
Sangría, calcetines, disfraces de gomaespuma… no todos son tan sensatos como los comedores de fruta. Sí, claro, uno de los remedios más empleados estos días contra este tórrido calor es la fruta fresca, y también un botellín de agua mineral moderadamente enfriada, y un buen helado artesanal, y un zumo natural una bebida isotónica, andar muy despacito por la sombra… Pero también abundan la jarra de cerveza de litro, la garrafa de sangría con tropezones, los calcetines de invierno con chanclas, quedarse dormido en la playa bajo el sol del mediodía, el disfraz de plátano de gomaespuma que conmemora la inminente pérdida de la soltería… Estos días excepcionalmente calurosos pululan por toda la ciudad elegantes parejas de turistas vestidos en tono pastel y botellas de agua mineral de marca Evian con ortopédicos difusores, así como gentes de toda condición y tendencia a quitarse la camiseta que entienden que el golpe de calor no es más que una abstracción que de manera insistente repiten los medios ante la falta de noticias, una advertencia que sólo los niños y los más mayores han de atender.
Los empleados de las farmacias de la Rambla explican que este año los turistas acuden a comprar las cremas de protección solar más quemados que nunca. “Siempre vienen bien torraditos –explican los dependientes– , van a la playa sin echarse nada y luego se sorprenden de lo que les duele la piel. Entonces se compran la máxima protección. Para tres días que vienen no van a dejar de ir a la playa. Y este verano mucho más, este verano está siendo especialmente duro. A algunos les dices que tengan cuidado…”.
Un paseo por la Rambla ilustra cómo de un modo muy sensato muchos se paran en las antiguas pajarerías para abastecerse de macedonias y otros tantos se decantan por las copas de tres cuartos de litro de sangría. Un guía explica a su grupo que tengan cuidado, que aunque la sangría sepa a caramelo es una bebida alcohólica con más grados de los que in- sinúa el paladar cuyo efecto se multiplica con las altas temperaturas. A pesar de que entre ellos los calcetines oscuros de inverno y las sandalias son aún muy habituales, de que no forman parte de ningún paródico estereotipo del pasado, son los miembros de los grupos comandados por un guía turístico los más concienciados ante el calor: pequeñas sombrillas individuales que se encajan en la cabeza a modo de sombrero, sombreros de amplísimas viseras también muy apropiados para climas tropicales, ropa de colores claros, cantimploras y botellas de ciclistas. Y luego está el tipo que se va a casar y va por ahí embutido en un disfraz de plátano de gomaespuma. Su cara aflora toda colorada, marcada por espesas lágrimas de sudor que inspiran sentimientos de piedad y compasión. Al menos sus amigos van en camiseta. Sus camisetas informan de que el chico vestido de plátano se llama Alfred, y que todos ellos son de Birmingham. Alegremente, reconocen que aún no se han acostado, pero que en cuanto pasen por el apartamento liberarán a Alfred de su disfraz, que a la playa irán en bañador.
Óscar Camps, director de Proactiva, empresa de salvamento que gestiona la seguridad de las playas de una veintena de municipios, dice que estos días los guiris nos hacen parecer muy sensatos, aunque en verdad… “El problema es que los turistas vienen unos pocos días con la idea de pasárselo muy bien y muchos de ellos no tienen cultura de playa. Llegan y el primer día bajan a la playa sin protección ni nada, a ver qué pasa… y luego regresan, aunque estén quemados. Y si todo esto lo mezclas con alcohol…”.
Este verano hay más quemaduras, insolaciones, rescates de borrachos en el agua… “Muchos no ven al sol como un peligro, sobre todo aquellos que entienden que beber mucha cerveza hidrata. Luego se quedan dormidos. A veces les decimos que no tomen más el sol. La gente de aquí está más concienciada, pero igualmente tenemos que regalarles gorras para que se las pongan a los niños. Si no ven el peligro no piensan que exista, y si pones bandera amarilla y no hay olas pues no se lo creen, no se creen que pueda haber corrientes…”.
Este verano hay más quemaduras, insolaciones y rescates de borrachos en las playas de Barcelona