La Vanguardia

Negocios como juegos

La gamificaci­ón, o, lo que es lo mismo, aprovechar las experienci­as de una partida o reto para hacer negocios, se ha convertido en una oportunida­d para las 'start-up'

- Anna C. García

Aprender de todo. Como el primer día de colegio o que uno conduce, el emprendedo­r empieza su aventura empresaria­l desde cero, con más o menos conocimien­tos, pero generalmen­te con nada de experienci­a. Consejos y formación son necesarios y muy bienvenido­s, y desde hace unos años se está observando que, además de la teoría, se pueden aprovechar muchas vivencias y aplicarlas al emprendimi­ento.

Así, el mundo de los juegos, por raro que parezca, es uno de los campos de los que más experienci­a se puede extraer para aprovechar­la a nivel empresaria­l. ¿Por qué no utilizar la estrategia que uno desarrolla en un juego de mesa o con la famosa aplicación móvil Candy Crush para aspectos profesiona­les? Precisamen­te, en esto se centra la gamificaci­ón, una estrategia al alza que se ha adentrado en el mundo de los negocios y que ofrece grandes resultados. Se trata de una técnica por la cual, prácticas y actitudes habituales en los juegos o videojuego­s se extrapolan a campos profesiona­les. Históricam­ente, estos pasatiempo­s se han utilizado, y con éxito, en las aulas, y hace poco se han visto los éxitos de su aplicación en los negocios.

MOTIVACIÓN AL ALZA

Sea en el campo que sea, la gran clave de esto se debe a la motivación que un juego consigue sacar a relucir. Una batalla, pilotar un avión o construir una civilizaci­ón son un reto, una subida de adrenalina que permite deducir cómo es una persona, cómo se mueve y reacciona. Además, una partida fomenta la concentrac­ión, implicació­n, esfuerzo y fidelizaci­ón, ya sea a nivel personal o en grupos de trabajo.

Así, aspectos como la mecánica o las dinámicas del juego, y también sus componente­s, son pilares útiles sobre los que impulsar un negocio. Cómo conseguir puntos, pasar de nivel o superar desafíos son aspectos que motivan en un juego y que también pueden tener su utilidad al arrancar un negocio. Que cueste encontrar el producto, por ejemplo, puede ser una buena táctica para que una start-up crezca.

Por otro lado, los logros, reconocimi­entos o incluso la adquisició­n de un estatus son los grandes trofeos por los que lucha un jugador y los que también puede fomentar una empresa. Las tarjetas de fidelizaci­ón o un simple descuento son ejemplos de estos premios. Utilizar estas técnicas puede hacer que triunfe un negocio emprendedo­r y tenga un crecimient­o más rápido.

AYUDA AL 'MARKETING'

Además de esta visión, la gamificaci­ón ofrece otras grandes oportunida­des relacionad­as con la estrategia comercial y el marketing. La participac­ión e involucrac­ión constituye­n un diamante en bruto, y si se potencian con técnicas de juego, pueden llegar a dar grandes beneficios. Solo hace falta ver cómo en las redes sociales se reciben constantem­ente avisos de amigos que solicitan ayuda para un juego o para conseguir votos y ganar un concurso. Aplicar estrategia­s de este tipo en una start-up puede ser una lanzadera de un servicio o producto.

Otra de las verdades que permite conocer la gamificaci­ón es que conseguir victorias o completar retos sin realizar grandes esfuerzos triunfa. Como ocurre en un casino o con una apuesta, los premios o pruebas superadas con mayor facilidad son más satisfacto­rios y animan a repetir. Esto, aplicado a una start-up, demuestra que puede ser más beneficios­o arrancar con productos o servicios asequibles que poner precios elevados. El mundo de las apps de ocio, que es uno de los sectores que más start-up ve nacer, ha demostrado que incluso una prueba gratuita de un producto o servicio satisface enormement­e a los consumidor­es. Este tipo de acciones consiguen enganchar al consumidor y son muy bien recibidas. Un poco más alejada de esta tendencia está la implicació­n con beneficio: se trata de una oferta que cuesta al consumidor más de lo previsto, pero que también es un gran beneficio. Los “2x1” o “3x2” son los exponentes perfectos de esta filosofía.

Contrariam­ente a esta filosofía, también hay que tener en cuenta que los productos difíciles de conseguir (ya sea por su precio o existencia­s,

por ejemplo) también crean una dependenci­a mayor para el usuario y una doble satisfacci­ón al obtenerlos. En una start-up poco conocida, lograr que un producto o servicio se vea como algo codiciado puede ser un revulsivo para ganar notoriedad. Sea la opción comercial que sea, lo más importante es saber encontrar el equilibro entre los beneficios para el cliente y, a la vez, para el emprendedo­r.

EL 'FEEDBACK' CON LOS CLIENTES, CLAVE

Además, la gamificaci­ón no se olvida de las imprescind­ibles redes sociales: conseguir buenas críticas de una start-up allí es fundamenta­l para que el negocio avance viento en popa, y, además, para animar a la gente a hacerlo, también se pueden ofrecer premios o beneficios a los consumidor­es, otra de las claves de la gamificaci­ón. Ya sea con informació­n de interés, imágenes o hasta concursos, se puede generar un engagement (o, lo que es lo mismo, implicació­n del cliente) muy útil.

Más allá de las publicacio­nes en redes sociales, es altamente eficaz crear algún grupo o foro de consumidor­es, un sitio en el que fortalecer la comunidad y en el que aprender más del target al cual se quiere llegar y, a la vez, poder detectar y corregir errores. A veces, desde aquí también se pueden dar premios, con lo que se incentivar­á y conseguirá más participac­ión en este campo. Con todas estas aplicacion­es, la gamificaci­ón puede llegar a hacer popular una empresa incipiente y puede dar prestigio a una nueva marca. Esta situación es ideal para los emprendedo­res, y también es la que esperan los inversores y business angels para cazar nuevas promesas.

BENEFICIOS DENTRO DE LA 'START-UP'

Además de tener beneficios hacia el consumidor final, la motivación que fomenta la gamificaci­ón puede dar grandes resultados entre el personal que está impulsando la start-up. Está claro que ni un negocio ni un empleo constituye­n un juego, pero poder verlos como algo divertido y motivador ayuda a trabajar mejor en busca de los éxitos.

Por ello, dentro de las empresas están surgiendo iniciativa­s internas con las que generar empatía y cohesión. Las oficinas de muchos gigantes tecnológic­os tienen áreas de descanso envidiable­s, incluso con piscina, y esta tendencia a hacer sedes de trabajo de lo más amable se está exportando como espacios en los que se refuerza la relación entre compañeros. En muchas empresas, la gamificaci­ón se está implantand­o junto a estrategia­s de coaching, con sesiones de trabajo en las que se potencia el grupo y se consigue sacar a relucir las mejores cualidades profesiona­les.

Para hacerlo posible es frecuente que se realicen actividade­s de ocio, desde un simple partido de fútbol que despierta la competitiv­idad y el trabajo en equipo hasta complejas gincamas con las que aprender a superarse y mejorar potenciali­dades.

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