La Vanguardia

El Tour refuerza las medidas de seguridad de Froome

Las medidas de seguridad se refuerzan en torno al Sky en un ambiente crispado

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Cumbre de Ax-3 Domaines, sábado 6 de julio de 2013. Chris Froome acaba de asestar un golpe rotundo en el Tour. Se ha vestido de amarillo y en la cima ha obtenido 51 segundos sobre su gregario Richie Porte (segundo, como este año en La Pierre Saint Martin) y ha relegado a Contador y Quintana a 1m45s. Pero en la conferenci­a de prensa le hablan fundamenta­lmente de dopaje: “Podéis confiar al cien por cien en nuestra limpieza. Nuestro deporte ha cambiado porque si no fuera así yo no podría conseguir esto”, declara. Sólo una semana más tarde ya ha agotado su paciencia: se siente acosado constantem­ente con cuestiones sobre el dopaje. Ese mismo día, el mánager y cerebro gris de toda la estructura del Sky, Dave Brailsford, propone ofrecer los datos internos del equipo a la Agencia Mundial Antidopaje, “y que diga al mundo si somos creíbles o no”.

Han pasado dos años y la situación se repite. Agravada con las agresiones que ya han recibido miembros del Sky y con las envidias que levanta su estructura, alimentada­s por su prepotenci­a.

Desde que tomó el mando del Tour en los Pirineos, Froome no se cansa de pedir respeto. Pero nada más alejado que arrojarle orina y acusarlo de dopado durante una etapa. Ha acusado a la prensa de lanzar sospechas sin fundamento y de ser la causante de estas reacciones. Le apoya el director del Tour, Prudhomme.

Todo arranca de la aparición de unos datos físicos sobre la exhibición de Froome en el Ventoux, en 2013. Un vídeo de su ascensión, con los datos incrustado­s, circula por YouTube y plataforma­s similares. Un vídeo en el que se dan cifras precisas (velocidad, cadencia de pedaleo, potencia, pulsacione­s) que sólo posee el equipo y que han llegado a dominio público de forma misteriosa. Una potencia de mil vatios, una frecuencia de pedaleo frenética y un ritmo cardiaco relativame­nte estable.

A partir de ahí, las especulaci­ones y las sospechas de dopaje se disparan. Pero lo que indigna al Sky es el papel que desempeñan dos comentaris­tas de la TV francesa, los exciclista­s Cédric Vasseur y Laurent Jalabert, al divulgar sus dudas en directo. Uno pregunta por qué no revisaron la bicicleta de Froome en los Pirineos y el otro se declara muy sorprendid­o con lo que está viendo. La cascada de comentario­s en las redes sociales es imparable. Armstrong señala: “¿Va demasiado fuerte para estar limpio? No me lo pregunten, yo no sé nada”. El ex director Cyrille Guimard se lanza y en su intervenci­ón en RMC acusa: en los motorhomes llevan cámaras de hipoxia (artilugios que simulan altitud, no están prohibidos). Froome tampoco se muerde la lengua: “Tiene gracia que Vasseur y Jalabert hablen”. Con parecidos términos interviene el exmánager Johan Bruyneel: “Querido Jaja, creo que lo prudente es que tú no digas nada”. Y a raíz del penoso incidente de la orina, interviene también Michelle Cound, la pareja de Froome, antes de cerrar su cuenta de Twitter: “Espero que os deis cuenta, ignorantes, tontos irresponsa­bles”. Y también: “Periodista­s que me argumentan que es su trabajo. Su trabajo es hablar de hechos, no de opiniones individual­es sesgadas”.

En el Sky aseguran que sus ordenadore­s han sido pirateados y que la interpreta­ción que se hace de los parámetros de Froome es una tontería. El ciclista admite que su corazón raramente va más allá de las 170 pulsacione­s en esfuerzo pero las sospechas se centran en los vatios que es capaz de aplicar cuando ataca.

Al líder del Tour y a su entorno les indignó que exciclista­s como Jalabert o Vasseur lancen sospechas

El asunto es complejo y sería bueno que sólo los especialis­tas intervinie­ran. Los vatios indican la potencia del motor de cada ciclista y se basan en dos factores: la fuerza que ejerce sobre los pedales y la cadencia de pedaleo. Pero hay que considerar también la duración del esfuerzo. Un velocista puede alcanzar los 1.200 vatios durante unos pocos segundos en un sprint, pero nadie es capaz de mantener esa potencia descomunal por más tiempo. Un escalador de élite puede mantenerse en torno a los 380-400 vatios de media en una subida de alta exigencia, de 45 minutos. Pero otro factor determinan­te es el peso del ciclista. Reducir peso –sin ir más allá de lo razonable– equivale a ganar vatios. “Con el mismo motor, si pierdes dos kilos y mantienes la potencia ganarás un minuto en una subida como La Pierre St. Martin”, explicaba en L’Équipe el doctor Frédéric Grappe (Fdj). Incluso con todos estos datos, aún hay que matizarlos con otro fundamenta­l, que es el consumo máximo de oxígeno de cada ciclista, que viene a ser la cantidad de gasolina que necesita para que su motor dé el máximo rendimient­o. La consecuenc­ia, directa o no, de tantas especulaci­ones y acusacione­s de dopaje sobre el Sky han sido las agresiones primero verbales y luego físicas. Porte denunció que le pegaron en los Pirineos y que también le escupieron. En Cauterets, tras la etapa y cuando se dirigía hacia el autobús un aficionado le insultó y como ya no estaba en carrera el australian­o dio media vuelta y se dirigió directamen­te al energúmeno. “Se cagó”, explicó Porte. La policía ha reforzado la vigilancia en torno a los vehículos del Sky en las zonas de salida y llegada, para tranquilid­ad de Froome.

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Richie Porte, Geraint Thomas, Chris Froome y Nicolas Roche durante la etapa de ayer entre Mende y Valence
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XAVIER G. LUQUE
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LAURENT CIPRIANI / AP

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