La Vanguardia

“Tú puedes empuñar las riendas de tu propia vida”

- VÍCTOR-M. AMELA

Qué es esto? ¡Mi carro-barca! A bordo he dado la vuelta a España, tirado por la yegua Noia, a paso de clopclop. ¿Clopclop? A paso de yegua. En coche, en moto, incluso en bicicleta.., ¡no ves casi nada! A paso de yegua, lo ves casi todo.

¿Qué ha visto? La España de las cunetas.

¿Cómo es? Basuras, cruces por muertos en bicicleta, prostituta­s drogadas... Vi sus caras tristes...

Una España melancólic­a. España cambia a cada tramo, su diversidad asombra, me han maravillad­o paisajes imponentes... y tantas personas fabulosas.

¿Qué ruta siguió? Salí de mi casa en los bosques de Prades, seguí el camino de Santiago hasta Galicia, descendí por la Vía de la Plata hasta Extremadur­a, crucé Andalucía por Córdoba y Granada, y volví a casa siguiendo la costa.

¿En cuánto tiempo? Viajé durante casi dos años, de la primavera del 2010 a principios del 2012. Dormía cada noche en mi carro-barca, bajo una lona. Lo del carro-barca... ¿me lo explica? Trabajé en una carpinterí­a y me regalaron una barca vieja. Y la instalé sobre mi carro.

¿Por qué hizo eso? Quería navegar... pero por tierra adentro.

¿Qué llevaba en el carro-barca? Colchoneta, un ordenador con módem de conexión y una placa solar para recargarlo.

¿Nada más? No necesitaba más. Sólo viajar, ver y contar.

¿Y qué le impulsó a viajar así? Las señales.

¿Qué señales? Tenía una empresa de pladur, iba tan bien que me desbordó. Vivía agobiado. Un día muy estresado me crucé con un vagabundo... Vi algo en ese hombre que me marcó.

¿Qué vio? Le ofrecí chocolate y él me ofreció otro mejor que el mío, recogido en un contenedor. Y sonreía, ¡feliz! El rato que hablé con él sentí un sosiego... ¡Vivir relajado sin nada!

¿Alguna otra señal? Poco después salgo de una obra y me cae un cartel en la cabeza que casi me mata...

Señal muy literal, desde luego... Las escuché: vendí la empresa. Luego me despisté un poquito... ¿Qué quiere decir? Me enamore de una chica y me gasté casi todo el dinero... Me quedé solo, arruinado, caí enfermo... y fantaseé con un viaje. Una noche soñé con un caballo indio...

Un caballo indio... Busqué por internet... ¡y lo vi! Igual que el del sueño. ¡Y se llamaba India! Lo compré. Quería partir con dos caballos, y compré otra yegua, Noia. pero partí sólo con ella...

¿India no vino? Cojeaba y la dejé en este maset. Me lo hice yo solo con piedra y madera, me gusta este sitio, mi huerto... Pero seguí mi sueño...

¿Y en qué le ha cambiado cumplirlo? Antes ni pedía ayuda ni la aceptaba. El viaje me ha enseñado a aceptar siempre la ayuda.

¿Le han ayudado mucho? Siempre alguien me invitaba a comer o a cobijar al caballo en invierno, siempre niños riendo y corriendo.., y algún beso furtivo.

¿Se liga en carro-barca? Ja, ja, ja.., ¡no! No vas muy presentabl­e...

¿Qué fue lo peor? Un policía me detuvo violentame­nte en Córdoba y me arrojó a un calabozo toda la noche. Envió el carro-barca al depósito de vehículos y a Noia a la protectora de animales.

¿Se arrepintió algún día? No: estaba dónde quería. Lo peor eran las ciudades y los tramos de asfalto, el paso rápido de los camiones...

¿Y qué fue lo mejor? No tener que repostar gasolina... Es broma: caminar en silencio por el campo junto a Noia, decirle cosas... Herida en una pata, la descargué de mi peso durante 2.000 kilómetros... Noia se curó. ¡Y yo también!

¿De qué? Yo tenía desde hacía muchos años una lesión en la rodilla, y caminando junto a mi yegua.., ¡se me curó!

Estará hoy muy unido a Noia... Si yo hablaba con una chica, Noia me empujaba con su morro, celosa, ja, ja... Cada noche parábamos en el campo, ella comía hierba, yo dormía... Siempre digo que yo la saqué de viaje y ella me trajo de vuelta.

¿Qué decía la gente al ver aparece su carro-barca? Algunos me insultaban, se reían.., y los valientes me preguntaba­n y me ayudaban. ¡Hay muchos valientes por todas partes!

¿Qué paisaje le ha cautivado más? Algunas noches estrellada­s en el campo... Y la sierra de Irta, en la costa de Castellón, todavía virgen, la vista elevada del mar...

¿Repetiría? Cumplí mi sueño y hoy me quedo con lo importante...

¿Qué es? Que puedes conseguir cualquier cosa que te propongas. Yo decidí tomar mis riendas... Es eso: ¡nada puede impedirte empuñar las riendas de tu propia vida!

Tengo 44 años. Nací en Reus, de padres granadinos. Soy carpintero, jardinero... ¡hago de todo! Vivo en un ‘maset’ en el bosque junto al río de Siurana de Prades, y no tengo hijos. ¿Política? ¡El pueblo ha despertado ya! ¿Dios? No sé... Di la vuelta a España durante dos años en carro-barca

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VICENÇ LLURBA

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