Los deseos de Béatrice y Pierre
Su lista de regalos de boda incluye objetos, publicaciones o donativos para inmigrantes
Dos listas de boda –objetos artesanales y étnicos de Czarina, tienda de Mónaco, y libros y revistas de bibliófilo en la Taschen de Milán– contienen los deseos de la pareja más bobo (burgués bohemia) del año, Béatrice Borromeo y Pierre Casiraghi.
Para quedar bien con los futuros desposados y sobre todo con la familia que reina en Mónaco desde el siglo XIII y una no menos rancia nobleza italiana hay que decidir deprisa: los tórtolos, con siete años de noviazgo a cuestas, se casan el 25 de julio en Montecarlo. Por la iglesia una semana después. Y en la isla Borromeo, para que todo quede en casa.
Solución más sencilla y provechosa: ingresar dinero en la cuenta especial con destino a criaturas inmigrantes desembarcadas sin familia en Sicilia.
Hay que partir de la base de que los novios no han carecido de nada. Y que ya cuentan con desembarazarse de muchos regalos y convertirlos en aportación a la causa. Es decir, a la fundación Asociación Mundial de los Amigos de la Infancia (Amade), creada por la célebre abuela de Pierre, la princesa Grace (Grace Kelly, estrella de Hollywood y culpable de que Mónaco se haya convertido en objetivo de paparazzi) en 1963. Y presidida desde la muerte accidental de la actriz, en 1982, por su hija, Carolina de Mónaco, pubilla de los Grimaldi y madre de Pierre.
Si no, en Czarina, inaugurada en el año 1993 en ese Sporting d’Hiver de la avenida Princesse Alice de Mónaco en el que la juventud del principado baila, hace deporte, se pone morena y asiste a conciertos pop, y que propone “un viaje rico en descubrimientos a través de los siglos y los países”, rácanos y venidos a –muy– menos saldrán del paso con el salero/pimentero de aires flamencos, a cien euros. Para rumbosos, la barra de bar, forrada en cuero estilo película de Hollywood de la era Grace, a 13.000 euros.
La Taschen lo pone muy fácil: la mejor relación calidad-precio es la de los seis tomos con la autobio- grafía de Hugh Hefner, creador de Playboy, por mil euros. Edición limitada (1.500 ejemplares, numerados y con la rúbrica de Hefner), ofrece propina: el legendario pijama de seda que Heffner luciera en fotos y recepciones.
Pero tampoco está muy claro lo que puede satisfacer a Pierre, heredero de la pasión por los deportes náuticos de su padre –fallecido precisamente en un accidente en el mar– o a Béatrice, de quien sus conocidos afirman que a las cuatro de la madrugada es más fácil encontrarla en la sala de montajes, con uno de sus documentales entre manos, que en una discoteca.