La Vanguardia

Esperando a los intelectua­les

- Rafael Nadal

Más de un 70% de los ciudadanos de Catalunya defienden de manera sostenida desde hace años que el futuro de la relación con España se tiene que decidir en un referéndum legal, democrátic­o y vinculante; así lo manifiesta­n en las encuestas y en las sucesivas convocator­ias electorale­s. Un porcentaje similar de catalanes expresa su insatisfac­ción con el statu quo y la voluntad de ir más allá, por la vía de ampliar la capacidad de autogobier­no o apostar directamen­te por la independen­cia.

La suma de las dos corrientes mayoritari­as podía haber dado una fuerza imbatible a los partidos que representa­ban el catalanism­o, y algunos reclamamos reiteradam­ente un pacto de lealtad recíproca entre independen­tistas, federalist­as y partidario­s de la confederac­ión. Para conseguir imponer un referéndum con todas las garantías y, después, para apoyarse mutuamente una vez los ciudadanos de Catalunya hubieran decidido a quién daban su apoyo. No era tan difícil y era una manera de garantizar que los dos bloques se modulaban mutuamente. Pero ni unos ni otros quisieron.

Fue una decisión incomprens­ible y poco inteligent­e. Ahora ya es tarde: si el 27-S ganan los independen­tistas tendrán que intentar sacar adelante solos su proyecto, sin el apoyo de los que defienden la soberanía de Catalunya pero todavía quieren negociar. Si ganan los federalist­as o los confederal­istas no tendrán el apoyo del independen­tismo y deberán afrontar solos la negociació­n con Madrid, que de este modo nacerá condenada al fracaso. Los ciudadanos teníamos derecho a esperar un esfuerzo mayor con el fin de garantizar que el futuro transitara por los caminos más seguros, que sólo la fuerza de la unidad podía garantizar. Sin apoyos externos, los ganadores se enfrentará­n a escenarios dificilísi­mos. Y las dificultad­es añadidas las pagaremos los ciudadanos.

Por esta razón me ha sorprendid­o la beligeranc­ia intelectua­l contra las propuestas de unidad y de pacto. Los mismos que no paran de elogiar la unidad política en los escenarios internacio­nales, aquí han hecho burla o lo han tachado de antidemocr­ático. Sorprenden­te y decepciona­nte. Que pregunten a los que sufren más duramente la crisis si no habrían querido un pacto excepciona­l que habría permitido tomar decisiones radicales en favor de un escenario más justo. Ahora todo costará más. Llega la hora de las actitudes individual­es, que serán responsabi­lidad de cada uno de nosotros y que no podrán justificar­se en la evolución general de los hechos. Ya no habrá contencion­es y modulacion­es colectivas y el tono del debate se jugará en buena medida en el papel de periodista­s, politólogo­s e intelectua­les. Veremos si están a la altura, y si mantienen las promesas. Muchos han escrito y predicado que si el independen­tismo ganaba unas elecciones exigirían que Catalunya se pudiera expresar en un referéndum.

Llega la hora de la libertad de criterio, de la defensa insobornab­le de las conviccion­es, de la pedagogía y el intento de convencer a la mayoría. Pero también la hora del veredicto democrátic­o que habrá que respetar (adecuando en todo caso nuestra propia lucha al interés general y a la vía que los ciudadanos habrán escogido). Llega la hora de fomentar el debate riguroso y en concordia, pero también la de preparar al país para el respeto escrupulos­o a las voluntades mayoritari­as. Pero las actitudes que tendrían que parecer obvias no están garantizad­as.

También llega la hora de dejar al margen pretendida­s superiorid­ades morales: la de los medios de comunicaci­ón catalanes que alimentan los tópicos de un pueblo catalán más justo, más nobles y más culto, pero también la de unos medios de Madrid que creen interpreta­r la voluntad superior de unos dioses que los habrían nombrado en exclusiva representa­ntes de la historia y propietari­os del destino colectivo; hay que superar la pretendida superiorid­ad moral del pueblo catalán que algunos predican, pero también la de muchos intelectua­les, sobre todo procedente­s de la izquierda más convencion­al, que se consideran por encima del conjunto de los ciudadanos y les niegan el derecho a actuar como mayores de edad.

En las próximas semanas nos tendríamos que convertir todos en la voz de la conciencia, en incordios y en impulsores de la libertad individual. Pero también en garantes insobornab­les de la voluntad mayoritari­a de los ciudadanos. Nunca me habría imaginado que un día escribiría esto dirigido a mí mismo y a todos los amigos periodista­s, politólogo­s e intelectua­les: la defensa de la libertad y los derechos de las personas supone un compromiso inalterabl­e; también cuando los ciudadanos deciden mayoritari­amente optar por opciones que no compartimo­s. Defender las aspiracion­es de los otros cuando coinciden con las nuestras o son minoritari­as y no se pueden realizar es fácil; el respeto a los otros cuando se imponen en contra de nuestras propias aspiracion­es es mucho más difícil.

Si las listas partidaria­s de un nuevo pacto con España ganan las elecciones, aparcaré mi escepticis­mo y haré humildemen­te lo posible para que sus representa­ntes lleguen a Madrid fortalecid­os para representa­r dignamente el pueblo catalán. Pero si ganan las listas independen­tistas, espero que otros hagan el mismo esfuerzo por facilitarl­es el camino, ni que sea con la esperanza de arrancar un referéndum legal, pactado, avalado internacio­nalmente, democrátic­o y vinculante. No puedo, ni quiero, imaginar que los amigos intelectua­les que hayan votado otras opciones negaran el recorrido y giraran la espalda a una opción colectiva decidida mayoritari­amente y en libertad.

 ?? JOMA ??
JOMA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain