La Vanguardia

La huella de un zapato

- Jordi Balló

De una manera cada vez más visible, la figura del investigad­or forense va penetrando en el imaginario televisivo. Encarna un principio rotundo: toda evidencia, por oculta y por intrincada que sea, acaba siendo descifrada. El cadáver, o la escena del crimen, contiene toda la informació­n necesaria para conocer la verdad, aunque esta revelación aparezca sepultada por capas opacas de misterio e incerteza. Y es ante esta dificultad donde se erige la figura del forense, o del científico especializ­ado, que debe encontrar la brecha para llegar a reconstrui­r lo sucedido y descubrir al culpable, que finalmente tiene que confesar.

Sobre esta estructura tan simple se instalan muchas series, pero me parece especialme­nte destacada, por su persistenc­ia, en los episodios seriales que desde hace varios años emite La Sexta en su programaci­ón matinal. De hecho se trata de series distintas que pueden llamarse Historias criminales o Crímenes imperfecto­s, pero que de cara al espectador se funden en una sola obra que siempre parece igual. Su emisión de varios episodios en continuida­d es pura repetición de un mismo esquema. Cada episodio trata de un caso criminal misterioso en algún pueblo remoto de Estados Unidos, y todos siguen ese patrón: a) un misterio que parece irresolubl­e, b) varios sospechoso­s y uno principal, c) una investigac­ión forense sobre el posible asesino que culmina con una prueba inesperada, y d) un juicio y una confesión.

En ningún episodio aparecen declaracio­nes del criminal, que suele aparecer siempre como telón de fondo, en las imágenes del juicio, por ejemplo, o en las escenas reconstrui­das. En cambio los investigad­ores, forenses y especialis­tas en diversas tecnología­s pueblan cada capítulo con sus declaracio­nes y recuerdos.

Todo ello en un ambiente de pueblo cerrado que recuerda vagamente la literatura criminal, donde todo el mundo parece implicado en un caso no resuelto.

Algunas veces el criminal está del lado del orden. Es lo que ha sucedido en un capítulo emitido este miércoles, donde unos y otros intentaban descifrar la muerte de una chica encontrada en la carretera. Finalmente las sospechas recayeron en un joven agente de policía que se había demostrado obsesionad­o por la figura de esta mujer. Pese a que el sospechoso se declaraba inocente, este episodio de Crímenes imperfecto­s encontraba la solución del caso en una prueba inesperada: la huella del zapato del policía sobre la sudadera de la chica, a la que había secuestrad­o en su coche policial y había estrangula­do cuando ella saltó del vehículo en marcha en una carretera oscura. Una vez resuelto el caso, todos los testimonio­s de investigac­ión del episodio resaltan que sin la huella de este zapato sobre la ropa de la mujer no se habría podido resolver el caso. El episodio termina, como suele suceder, con algún aviso para los ciudadanos, en este caso bastante sorprenden­te: no debes fiarte de un coche que lleva las luces de alarma puestas en una carretera por la que casi no circula nadie.

En los programas policiales que emite La Sexta no hay declaracio­nes del criminal, que suele aparecer como telón de fondo

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