La Vanguardia

El oro, valor inseguro

El metal dorado alcanza sus mínimos desde el 2010 tras acumular once descensos consecutiv­os

- SERGIO HEREDIA

El oro ya no es un valor seguro: ha cedido el 8,16% en lo que llevamos de año y seguirá perdiendo comba en lo que queda del 2015. O eso anticipan los expertos. Tras cerrar el viernes en los 1.085 dólares por cada onza, su mínimo en cinco años (en septiembre del 2012, por ejemplo, rondaba los 1.778 dólares...), los analistas empiezan a hablar de tormenta perfecta en el metal dorado. No es una deriva exclusiva, sino más bien compartida con la de otras materias primas, como el petróleo (la guerra por la sobreprodu­cción del oro negro sigue viva y coleando), el cobre y el azúcar, un asunto que suscita incertidum­bre entre los inversores, en particular entre los más conservado­res. Sobre todos estos se estrecha el cerco: les guste o no, la única salida para sus ahorros es la renta variable, con todos los riesgos que ello conlleva.

Los argumentos son múltiples, y desembocan en la misma conclusión: se ha difuminado el atractivo del oro, refugio tradiciona­l cuando las cosas se tuercen –como cuando se debilita el dólar o como cuando se dispara la inflación–. Entre otros motivos, porque la economía estadounid­ense (la economía mundial, en gene- ral) se fortalece día a día y porque la Reserva Federal ya prepara su anticipada subida de tipos de interés, pero también porque la inflación mundial (y en particular la europea) no repunta de forma consistent­e y porque China, comprador de oro a granel, ha perdido interés en el metal dorado. El Banco Central de China anunciaba esta semana que sus reservas de oro se encuentran bajo mínimos, tres veces por debajo de lo previsto.

Y si China no compra, el precio del oro se devalúa.

La deriva del oro empezó a torcerse en el segundo trimestre del año y se ha acentuado en las últimas dos semanas: sus títulos han acumulado once descensos consecutiv­os, replicando así la caída del resto de materias primas, íntimament­e vinculadas entre sí, y en especial en el caso del oro y el petróleo.

La guerra del crudo, abierta el pasado otoño, está lejos de resolverse. La Organizaci­ón de Paí- ses Exportador­es de Petróleo (OPEP), liderada por los estados del Golfo Pérsico, no desacelera en su ritmo de producción de petróleo, y la estrategia, diseñada para devaluar el precio del Brent, está dando sus resultados: el barril de crudo, que en septiembre se vendía a 102 dólares, cerró el viernes en los 54. Es un 46% menos. Y esa situación está castigando a Rusia y a los productore­s del petróleo de esquisto estadounid­ense ( shale oil), fórmula que se extrae a través del fracking, particular­mente caro.

Si el precio del petróleo se devalúa, el oro lo paga. La conexión se produce a través del dólar. La caída del crudo beneficia a la economía estadounid­ense –sobre todo a las empresas y a los consumidor­es particular­es, que llenan el depósito del coche a menos coste– y refuerza al dólar, que hoy está en 1,09 en su relación con el euro, nada que ver con el 1,36 dólares por euro del verano pasado. Y si el dólar se refuerza, el precio del oro se deprecia.

“Por el momento, me es difícil encontrar buenas razones por las que alguien querría invertir en oro”, declaraba esta semana Gerhard Schubert, fundador de Schubert Commoditie­s Consul- tancy, con sede en Dubai. Lo dijo poco después de que el oro se hubiese asomado al vacío. El lunes, el precio del oro cayó un 3%, su mayor descenso intradía desde septiembre del 2013, sembrando el pánico entre los inversores chinos, que en apenas cuatro segundos se sacaron de encima el equi- valente a 500 millones de dólares en oro en Nueva York.

“El oro está navegando en aguas muy peligrosas –añadió Bart Melek, jefe de estrategia de materias primas de TD Securities, en Toronto–. No podemos ignorar la acción reciente de los precios, y por ese mismo motivo tenemos que revisar nuestras previsione­s”.

La situación es dolorosa para aquellos inversores que habían comprado oro entre el 2011 y el 2012, y que ahora ven cómo el metal ha entrado en una espiral bajista cuyo suelo se ignora. La subida de tipos de interés en Estados Unidos (una medida que Janet Yellen, la presidenta de la Fed, podría confirmar en la reunión de tipos de pasado mañana) le daría la puntilla. La subida del precio del dinero atraería a los inversores en bonos, que también le darán la espalda al metal precioso.

Hoy, vender oro parece una quimera.

Las reservas de China, comprador de oro a granel, se encuentran tres veces por debajo de lo previsto La tendencia bajista afecta a todas las materias primas, incluido el petróleo, el cobre o el azúcar

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THOMAS MUKOYA / REUTERS Buscadores de oro trabajan en una mina en Kogelo, al oeste de Nairobi, la capital de Kenia
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