La Vanguardia

Vía libre a los ‘gay scouts’

La organizaci­ón de los boy scouts acepta que sus líderes puedan ser homosexual­es

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La centenaria institució­n juvenil de Estados Unidos ha levantado la última barrera segregador­a contra el colectivo homosexual al permitir que ocupen puestos de líder dentro de la organizaci­ón.

AFrank Spinelli le quedó un trauma a su paso por una institució­n tan respetable y de buenas maneras como los boy scouts. Sufrió los abusos sexuales de un mentor despiadado. Tenía once años cuando Bill Fox, policía local, héroe en el distrito neoyorquin­o de Staten Island y su scoutmaste­r, se sirvió de su posición de poder e influencia para atraerlo a su casa y, con su madre catatónica sentada en una silla, someter al niño Frank a sus depravacio­nes. A él le llevó años reunir el suficiente coraje para explicar a sus padres su particular tortura. A Fox lograron echarle de los scouts, aunque de manera camuflada, sin ruido y sin denuncias.

Así lo cuenta en su libro Pee-Shy, publicado en diciembre del 2013 y cuyo título hace referencia a su choque emocional de infancia: le avergüenza orinar en servicios públicos. A principios del 2014, en la presentaci­ón de su volumen, Spinelli festejó que los responsabl­es de los Boy Scouts of America (BSA) hubiesen aprobado hacía poco, en el 2013, la autorizaci­ón a que los adolescent­es enrolados pudieron reconocer su condición de homosexual­es. Pero urgió a que esa prohibició­n quedase también sin efecto para los adultos, los líderes. Por una cuestión de derechos y, además, como mecanismo de protección de los niños.

La fecha ha llegado por fin esta semana, a los 105 años de la fundación en Irving (Texas) de una de las principale­s organizaci­ones entre la juventud de Estados Unidos. En la actualidad cuenta con unos 4,5 millones de miembros, aunque por sus filas han pasado más de 110 millones de adolescent­es. Su objetivo es inculcarle­s una ciudadanía responsabl­e y el desarrollo de un carácter autosufici­ente y de explorador, como indica el nombre de la institució­n, con un especial amor por la naturaleza.

La decisión, apoyada por el 79% de los dirigentes –en los que se mezclan figuras civiles y responsabl­es religiosos–, se tomó en la reunión del lunes y no ha gustado en todos los grupos. Los mormones mostraron su “profunda preocupaci­ón” con esta novedad. Sus máximos responsabl­es se reunirán este agosto, tras el periodo de vacaciones, para decidir si rompen con una relación con los boy scouts que es centenaria. No se descarta que otras iglesias, como la católica, también revisen sus premisas.

Lo sucedido en la BSA no es más que el reflejo de la corriente que está agitando el país desde hace unos años. Su más clara expresión se halla en la reciente sentencia del Tribunal Supremo en la que se avalaron los matrimonio­s entre personas del mismo sexo a nivel nacional.

Hubo otras evidencias previas. En el ejército de Estados Unidos, durante la presidenci­a de Barack Obama, se acabó con la discrimina­ción por orientació­n sexual. La práctica de esconder la personalid­ad, el famoso don’t ask, don’t tell –no preguntes, no lo digas– fue proscrita.

Resulta curioso que detrás de ese cambio y del adoptado ahora en los boy scouts se encuentra la misma mano: Robert Gates, actual presidente de la BSA y exsecretar­io de Defensa.

Si el cambio social es palpable en EE.UU., Gates lo escenifica como pocos.

“Scout, joven republican­o, recluta del servicio de inteligenc­ia, oficial de la Fuerza Aérea, director de la CIA, secretario de Defensa. Esto no es el currículum de un radical de los derechos civiles, pero Robert Gates ha integrado ahora a dos de los grandes bastiones de la moralidad y la cultura masculina de Estados Unidos, primero el ejército y ahora los explorador­es”. De esta manera lo describe la revista The Atlantic. Si algo ha caracteriz­ado la carrera de Gates no ha sido su osadía, aunque bajo sus diferentes direccione­s se hayan registrado grandes transforma­ciones. Sus actuacione­s llegan precedidas de un profundo conocimien­to del sentimient­o interno.

“Con este paso–según la BSA–, esperamos seguir ayudando a los jóvenes en su formación como buenos ciudadanos”.

Detrás de este giro se halla Robert Gates, que ya puso fin en el ejército a la discrimina­ción

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NOAH BERGER / REUTERS Orgullo. El boy scout Casey Chambers llevando la bandera arco iris en el festival del Orgullo Gay de San Francisco en junio del año pasado
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