Vía libre a los ‘gay scouts’
La organización de los boy scouts acepta que sus líderes puedan ser homosexuales
La centenaria institución juvenil de Estados Unidos ha levantado la última barrera segregadora contra el colectivo homosexual al permitir que ocupen puestos de líder dentro de la organización.
AFrank Spinelli le quedó un trauma a su paso por una institución tan respetable y de buenas maneras como los boy scouts. Sufrió los abusos sexuales de un mentor despiadado. Tenía once años cuando Bill Fox, policía local, héroe en el distrito neoyorquino de Staten Island y su scoutmaster, se sirvió de su posición de poder e influencia para atraerlo a su casa y, con su madre catatónica sentada en una silla, someter al niño Frank a sus depravaciones. A él le llevó años reunir el suficiente coraje para explicar a sus padres su particular tortura. A Fox lograron echarle de los scouts, aunque de manera camuflada, sin ruido y sin denuncias.
Así lo cuenta en su libro Pee-Shy, publicado en diciembre del 2013 y cuyo título hace referencia a su choque emocional de infancia: le avergüenza orinar en servicios públicos. A principios del 2014, en la presentación de su volumen, Spinelli festejó que los responsables de los Boy Scouts of America (BSA) hubiesen aprobado hacía poco, en el 2013, la autorización a que los adolescentes enrolados pudieron reconocer su condición de homosexuales. Pero urgió a que esa prohibición quedase también sin efecto para los adultos, los líderes. Por una cuestión de derechos y, además, como mecanismo de protección de los niños.
La fecha ha llegado por fin esta semana, a los 105 años de la fundación en Irving (Texas) de una de las principales organizaciones entre la juventud de Estados Unidos. En la actualidad cuenta con unos 4,5 millones de miembros, aunque por sus filas han pasado más de 110 millones de adolescentes. Su objetivo es inculcarles una ciudadanía responsable y el desarrollo de un carácter autosuficiente y de explorador, como indica el nombre de la institución, con un especial amor por la naturaleza.
La decisión, apoyada por el 79% de los dirigentes –en los que se mezclan figuras civiles y responsables religiosos–, se tomó en la reunión del lunes y no ha gustado en todos los grupos. Los mormones mostraron su “profunda preocupación” con esta novedad. Sus máximos responsables se reunirán este agosto, tras el periodo de vacaciones, para decidir si rompen con una relación con los boy scouts que es centenaria. No se descarta que otras iglesias, como la católica, también revisen sus premisas.
Lo sucedido en la BSA no es más que el reflejo de la corriente que está agitando el país desde hace unos años. Su más clara expresión se halla en la reciente sentencia del Tribunal Supremo en la que se avalaron los matrimonios entre personas del mismo sexo a nivel nacional.
Hubo otras evidencias previas. En el ejército de Estados Unidos, durante la presidencia de Barack Obama, se acabó con la discriminación por orientación sexual. La práctica de esconder la personalidad, el famoso don’t ask, don’t tell –no preguntes, no lo digas– fue proscrita.
Resulta curioso que detrás de ese cambio y del adoptado ahora en los boy scouts se encuentra la misma mano: Robert Gates, actual presidente de la BSA y exsecretario de Defensa.
Si el cambio social es palpable en EE.UU., Gates lo escenifica como pocos.
“Scout, joven republicano, recluta del servicio de inteligencia, oficial de la Fuerza Aérea, director de la CIA, secretario de Defensa. Esto no es el currículum de un radical de los derechos civiles, pero Robert Gates ha integrado ahora a dos de los grandes bastiones de la moralidad y la cultura masculina de Estados Unidos, primero el ejército y ahora los exploradores”. De esta manera lo describe la revista The Atlantic. Si algo ha caracterizado la carrera de Gates no ha sido su osadía, aunque bajo sus diferentes direcciones se hayan registrado grandes transformaciones. Sus actuaciones llegan precedidas de un profundo conocimiento del sentimiento interno.
“Con este paso–según la BSA–, esperamos seguir ayudando a los jóvenes en su formación como buenos ciudadanos”.
Detrás de este giro se halla Robert Gates, que ya puso fin en el ejército a la discriminación