Una mirada a las nuevas tendencias de la fotografía
Jóvenes fotógrafos, como la española Cristina de Middel, exploran nuevas formas de aproximarse al mundo más allá de la imagen documento
En 1964, cuando Zambia proclamó su independencia del Reino Unido, el pequeño país africano soñó a lo grande con un programa espacial que aventajaría a rusos y americanos en su carrera por llevar un hombre a la Luna y Marte. El cerebro del proyecto fue un profesor de ciencias y activista político, Makuka Nkoloso, que había luchado contra los nazis y por la liberalización de su país, y en 1960 había fundado la Zambia National Academy of Science, Space Research and Philosophy. Diseñó un cohete y un sistema de lanzamiento, y reclutó como astronautas a diez hombres y una adolescente de 17 años, mujer y de color, destinada a ser la primera en pisar Marte. Con la tripulación viajarían dos gatos previamente entrenados dentro de bidones que lanzaban cuesta abajo y un misionero al que habían aleccionado para que fuera respetuoso con los marcianos y no los forzara a convertirse al cristianismo si presentaban resistencia. La Unesco hizo oídos sordos a la petición de una ayuda de 700 millones de libras esterlinas para hacer realidad el programa y este se fue apagando hasta languidecer peligrosamente... El embarazo de la mujer por parte de uno de los astronautas y la decisión de sus padres de llevarla de vuelta a la aldea hizo el resto.
La historia, objeto de chanzas por parte de los poquísimos que la conocían y perfectamente ignorada por la mayoría, llegó un día a oídos de Cristina de Middel (Alicante, 1975), fotoperiodista que, hastiada y decepcionada por tener que cubrir en la prensa las mismas historias una y otra vez, decidió abandonar el (aparentemente) “mundo real” y buscar una manera más efectiva de aproximarse a la realidad, de retratar y entender el mundo, a través de la ficción. Así nació Los Afronautas (2011), un libro autoeditado y multipremiado en el que recrea visualmente aquella aventura, entre lo poético y lo extravagante, para romper el cliché que en el resto del mundo tenemos de la pobre África, descubriendo ante nuestros ojos el sueño de un país que, cuando en Europa casi nadie pensaba que tuviera sentido intentarlo, creyó que era posible llegar al espacio.
Cristina de Middel, que primero marchó a Londres y actualmente reside en México (“me gusta vivir en sitios que no entiendo, y Londres lo entiendes tanto que te frustra lo previsible que es”, señala), es una de las nuevas incorporaciones a El ABC de la fotografía, el clásico Phaidon (1997) ahora reeditado con una mirada minuciosamente ampliada y atenta a lo que ha sucedido en este campo en las últimas décadas. Entre las más de 500 imágenes seleccionadas por Ian Jeffrey, crítico de arte, historiador de la fotografía, comisario y autor de numerosos libros, figura un selecto grupo de fotógrafos españoles: desde José Ortiz Echagüe, Oriol Maspons y Cristina García Rodero a Manuel Vilariño, Ouka Lele y Joan Fontcuberta. Precisamente este último sería el referen- te más inmediato de De Middel, “por su cuestionamiento del documento pero sobre todo por el uso lúdico del medio. Fontcuberta juega con la solemnidad y el respeto que ha acumulado la fotografía y su trabajo es casi profanador en ese sentido”, apunta De Middel desde la selva mexicana. También Jeffrey se refiere a Fontcuberta como “un pionero de la fotografía inventada, de esa falsa fotografía que es tan fácil de ver en la actualidad. Rompió con la reverencia, que era un aspecto de la fotografía en los años 1960 y 1970, y le introdujo un factor de riesgo, de juego de azar”.
De Middel se formó en Bellas Artes y luego se dedicó al fotoperiodismo, “dos campos que están enfrentados por alguna razón, y yo creo que me he situado al final a mitad del camino”. “El arte tiene lo que al fotoperiodismo le falta, una verdadera creatividad en el lenguaje y el fotoperiodismo tiene lo que le falta al arte, una relación muy estrecha con lo que sucede en este mundo y la atención de todos”, añade, y advierte: “Yo no puedo ser el estandarte de la verdad y no creo que nadie pueda, sinceramente, pero me encantaría que con mi trabajo se abriesen debates y el público fuese teniendo una visión más y más crítica con las imágenes que consume. Si es cierto (y yo creo que lo es) que el medio fotográfico es el lenguaje del futuro, entonces tenemos que aprender a manejarlo”.
El propio Jeffrey confiesa desde Londres que su fascinación por el trabajo de la fotógrafa española se debe en buena parte por lo que tiene de “enigma”. “Es difícil saber qué partes del libro son ciertas y cuáles montadas. Para satisfacer mi curiosidad he de mirarlo con mucha atención y tratar de llegar a su forma de pensar. He de evaluar las pruebas como si fuera un detective, como si estuviera ante un crucigrama visual ante el que no me puedo resistir. Es como una invitación a resolver las cosas poco común”.
Entre los recién llegados al volumen de Phaidon, y salvo notables excepciones como la de la misteriosa Vivian Maier, la niñera que dedicó su vida en secreto a la fotografía, y cuyo archivo (rescatado no hace mucho por azar en una subasta local de Chicago) nos sitúa en la mejor tradición de la fotografía de calle del Nueva York y el Chicago de los cincuenta y sesenta, abundan los ejemplos de imágenes que , pese a que sus autores difieren en intenciones y planteamientos, comparten el hecho de ser momentos meticulosamente elaborados, ficciones verosímiles con un halo de misterio que obligan a clavar los ojos sobre la escena. Es el caso de Alex Prager (Los Ángeles, 1979), fotógrafa autodidacta “cuyas imágenes tienen una composición tan cuidada como la de los retablos renacentistas, pero su iconografía procede de la vida cotidiana”, según Jeffrey. En el caso del sueco Erik Johansson, su objetivo no es captar escenas sino ideas, extraños mundos que imagina y consigue materializar a partir de la manipulación de imágenes que desconciertan en una primera impresión por su apariencia de realidad. O de fotoperiodismo que gira la cámara hacia la propia vida del fotógrafo, como es el caso de J. H. Engström, quien en su libro The Trying to
Dance construye una suerte de diario en la que a través de autorretratos y fotos de amigos construye una narración que va más allá de la experiencia individual.
De Middel, que actualmente trabaja simultáneamente en diversos proyectos (convirtió las favelas de Rio de Janeiro en un mundo submarino para un libro que publicará a finales del mes de agosto) y es comisaria del festival Lagos Photo, cree que la fotografía debería seguir los pasos del cine “por su capacidad de contar historias de una complejidad extrema, porque si seguimos en la otra dirección, la del documento, me parece que ya hemos llegado al final del camino”.