Los nuevos emigrantes lusos regresan de Angola
La crisis del petróleo acaba con el paraíso de la excolonia
Hace justo cuarenta años el periodista polaco Ryszard Kapúscinski vio como de repente en Luanda se construía una segunda ciudad en cajas de madera, en las que millares de portugueses metían sus pertenencias para llevárselas en su huida de una Angola que se independizaba en medio de una incierta guerra civil. Hoy hay un nuevo flujo de retorno, si bien más pequeño, el de los emigrantes lusos que en los últimos años llegaron a la excolonia africana escapando de la crisis del euro y que son víctimas del colapso angoleño causado por la caída de los precios del petróleo. La comisión del mercado de valores portuguesa señala este flujo migratorio de vuelta, desde Angola y Brasil, como un riesgo para la recuperación económica.
En su libro sobre Angola, Un día más con vida, Kapúscinski relató que tras zarpar de Luanda “la ciudad de madera surcaba las aguas del Atlántico, zarandeada por unas olas cuyas violencia auguraba tormenta. En algún lugar del océano se produjo una división y uno de los barrios, el más grande, se dirigió a Lisboa; el segundo, a Río de Janeiro, y el ter- cero, a Ciudad del Cabo”.
Las cajas de madera apiladas en el puerto lisboeta reaparecieron la semana pasada en la portada de la revista lisboeta Visão, bajo el título de “Angola, el adiós repetido”, que rememoraba el regreso desde África a Portugal en 1975 de casi medio millón de personas. Esta primera página contrasta con otra de marzo de 2009 con el encabezamiento de “¿Vamos todos para Angola?”. Entonces, la excolonia emergía como la tierra de las oportunidades, tendencia que se reforzó con el rescate de su economía que sufrió Portugal entre 2011 y 2014, período que coincidió con la etapa de muy altos precios del petróleo. En esa fase el capital angoleño comenzó a tomar destacadas posiciones en la antigua metrópoli, sobre todo con las inversiones en Lisboa de la hija del presidente, Isabel dos Santos.
El viernes la prensa lusa daba cuenta de la advertencia de la comisión del mercado de valores mobiliarios sobre que el retorno de emigrantes puede generar “un estrés adicional en el sistema social y afectar a la recuperación de la ya frágil economía”. Y también se informaba de que el sindicato de la construcción calcula que cada mes vuelven 500 obreros, cifra que podría dispararse ante la creciente falta de trabajo y a la que hay que añadir las de otros sectores. Aunque no hay datos oficiales ni de las salidas de los últimos años a Angola ni de los regresos, se percibe que las magnitudes no son comparables con el flujo masivo de 1975.
Sí hay datos de las remesas que envían a Portugal los emigrantes desde Angola. Entre enero y mayo de este año cayeron un 18% respecto al 2014, según el Banco de Portugal, que señala que el volumen de mayo es el más bajo desde septiembre del 2011, lo que muestra el colapso de la que fue una de las válvulas de escape del Portugal del recate. Ahora de Angola sólo llegan noticias desalentadores mientras emerge el recuerdo de las cajas de 1975.
El regreso se produce 40 años después de la huida masiva previa a la independencia de una Angola en guerra civil