La Vanguardia

Mataró busca cómo acabar con un nido de traficante­s en viviendas para jóvenes

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Nadie sospechaba en enero del 2009 que los 96 pisos de alquiler para jóvenes que inauguraba el presidente de la Generalita­t, José Montilla, en el barrio Pla d’en Boet de Mataró, junto a la comisaría de Mossos, acabarían convirtién­dose en el cuartel general de una banda de traficante­s de droga liderados por quien se hace llamar “el Búlgaro”, cuya activi- dad tiene atemorizad­os a los vecinos, muchos de los cuales ya han emigrado al ser objeto de robos y amenazas. El Ayuntamien­to de Mataró exige remediar esta situación ante los tribunales.

Entraron a la fuerza hace tres años robando indiscrimi­nadamente en las pocas viviendas alquiladas, ya que la promoción no tuvo el éxito esperado por lo reducido de los pisos, unos 50 m2. “No podíamos ni dejar el coche en el parking y si denunciaba­s te amenazaban con cortarte el cuello”, recuerda un vecino que huyó y aún padece secuelas psicológic­as. Conocedor de la situación, la administra­ción competente, el Incasòl, mientras estudia hacer los pisos más grandes, cada doce horas envía vigilantes privados “para evitar más ocupacione­s”.

Una vez asentados, los traficante­s han ampliado su radio de acción a otras poblacione­s como Arenys de Mar y adquieren bares y comercios que podrían estar usando como tapadera mientras trafican simulando ser inocentes criadores de pájaros o vecinos con carritos de la compra. Esta parte del barrio, conocida como Torre Llauder, pese a contar con la presencia de los Mossos, es para los residentes es un “gueto peligroso”. Es tal la situación que los que aún se alojan allí deben conocer los códigos o señales para acceder a sus domicilios de noche sin ser confundido­s por policías o miembros de clanes rivales. El negocio, no obstante, no se limita a la droga ya que los pisos vacíos son realquilad­os a delincuent­es que salen de la cárcel o a peque- ños camellos que buscan reinsertar­se en el hampa. El agua y la luz es gratis, anuncian, porqué está conectada fraudulent­amente a la red pública.

Los Mossos conocen la situación con detalle y aseguran intervenir en casos puntuales, pero carecen de una orden judicial para actuar. La acción judicial se limita a cuatro denuncias por usurpación, delito que prescribe al año de cometerse. Por ello, el nuevo gobierno municipal (PSC-CiU) ya ha abordado la situación y prevé movilizar a jueces y fiscales para modificar los procedimie­ntos y declarar a los inquilinos “grupo criminal” y así proceder a su desalojo y detención.

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