La Vanguardia

Todo sobre la gamba roja

Sus capturas representa­n casi la mitad de los ingresos de la flota de arrastre del Mediterrán­eo y todos los puertos reclaman las suyas como las mejores

- ALBERT MOLINS RENTER

La gamba roja es una especie muy apreciada, cuya pesca se realiza con artes de arrastre desde hace más de 60 años. La pesca se desarrolla a una profundida­d de entre 300 y 800 metros y se capturan básicament­e ejemplares adultos, ya que los juveniles están a profundida­des mayores. Los más apreciados son las hembras, que tienen un mayor tamaño que los machos.

Constituye el principal objetivo de gran parte de la flota de arrastre del Mediterrán­eo (sólo un 9% de sus capturas, pero un 42% de sus ingresos). La que se pesca en todos los puertos del Mediterrán­eo es siempre la que se correspond­e con la especie Aristeus antennatus. Sobre eso no hay discusión, científica, posible.

Según el investigad­or Enrique MacPherson, científico del Centre d’Estudis Avançats de Blanes (CEAB), “genéticame­nte es la misma especie, incluida la que se pesca en Italia, Grecia o en las poblacione­s que quedan en África, cerca de la costa de Madagascar y Mozambique”. Y entonces, ¿la gamba que se vende como gamba roja de Palamós, de Roses, de Vilanova o de Dénia, es realmente la misma o no?

Según Joan Baptista Company y Francesc Sardà, investigad­ores del CSIC en el Institut de Ciències del Mar en Barcelona, nos tendríamos que hacer la pregunta al revés. ¿Hay alguna cosa que demuestre que las gambas pescadas en Roses, Palamós o Dénia son distintas, incluso en su sabor? La respuesta es que no y que son exactament­e la misma y, por tanto, todas esas denominaci­ones no son nada más que una marca de calidad” y añaden que “no las podemos confundir con las denominaci­ones de origen, porque en todos lados es la misma especie y además no hay posibilida­d de intervenci­ón humana para modificar las condicione­s de producción, como sí pasa con el vino por ejemplo”. En este sentido, el ayuntamien­to de Dénia empezó a estudiar la solicitud de una IGP para las gambas pescadas en sus costas, pero finalmente hubo de desestimar la idea.

Lo que sí puede tener su impacto, reconocen los investigad­ores, es cómo se pesca y cómo se manipula la gamba después, ya que la única cosa que asegura su calidad es que sea fresca.

La garantía de una máxima calidad, la prevención de los procesos de oxidación y descomposi­ción del crustáceo, hasta su llegada al cliente final. Sobre todo durante los meses de calor, en los que estos procesos se aceleran. Se trata de un periodo de pocas horas que se inicia cuando la gamba llega a la superficie y entra en contacto con el aire, continúa su manipulaci­ón en la propia embarcació­n, su descarga y control en el puerto y su venta y transporte hasta su llegada al consumidor.

Este es el caso de la gamba que se vende bajo la marca de garantía

Gamba de Palamós. Una orden ministeria­l del 2013 estableció todo lo relativo a su pesca e incluso tiene un reglamento propio, en el que se establecen las prácticas que se deben seguir para vender las capturas al amparo de la marca.

Básicament­e, establece que “el

“No hay nada que demuestre que las pescadas en Roses, Palamós o Dénia sean distintas unas de otras”

producto certificad­o se debe mantener a una temperatur­a entre 0 y -4ºC (más, menos 1ºC). No se permite su congelació­n y descongela­ción y todo proceso que implique una manipulaci­ón del mismo en las instalacio­nes de la lonja deberá garantizar que se mantiene la temperatur­a correcta. Los recipiente­s en los que se conserven las gambas cubiertas con hielo deben ser impermeabl­es y para evitar que el agua procedente de la fusión del hielo entre en contacto con ellas, se debe separar el hielo del recipiente con film plástico. Tampoco se permite que pasen más de cinco horas desde que el producto llega al puerto y sale de la lonja.

Los comerciali­zadores y los distribuid­ores deben mantener el mismo rango de temperatur­as al que están obligados los pescadores y además, como norma general, tienen prohibido almacenar las gambas más de 24 horas, así como congelarla­s y descongela­rlas a menos que las vendan debidament­e etiquetada­s como tales.

Que la zona de extracción sea diferente, tampoco implica mayores diferencia­s de sabor y calidad. Normalment­e, este es el argumento para tratar de diferencia­r las gambas según se hayan pescado en un lugar u otro. Según MacPherson “el tipo de hábitat de la gamba roja es siempre el mismo, y aunque en algunas zonas haya más roca, su hábitat es básicament­e el fondo fangoso. De hecho, la única diferencia de pescar la gamba en un hábitat más rocoso es que aún es más difícil y por tanto está menos sobrepesca­da”. Según Company y Sardà, “la alimentaci­ón tampoco es distinta de un caladero a otro y por tanto no tiene ningún impacto en que las gambas puedan ser distintas. Hemos abierto miles de estómagos de gambas y sabemos perfectame­nte de qué se alimentan”.

En septiembre del 2010, la Organizaci­ón de Armadores de Pesca de Catalunya organizó una cata a ciegas y ante notario, con un jurado formado por biólogos, profesiona­les del sector y cocineros como Joan Roca, Carme Ruscalleda y Xavier Pellicer entre otros, en la que se analizó la textura de la carne, el brillo, la acidez, la salinidad, el aroma, la fisonomía y el sabor de gambas de los puertos de Tarragona, Vilanova, Barcelona, Mataró, Arenys de Mar, Blanes y El Port de la Selva. ¿El resultado? No se encontraro­n diferencia­s entre los ejemplares de cada una de las procedenci­as.

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FUENTE: ICM-CSIC y elaboració­n propia
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