Volar por placer
La oferta para subir en helicóptero, aviones acrobáticos o practicar vuelo sin motor despega
Es una escena legendaria: Meryl Streep y Robert Redford flotan sobre la sabana a bordo de un biplano DH.60 Gipsy Moth, mientras suena la inolvidable melodía que John Barry compuso para Memorias de África, película dirigida por el cineasta y aviador Sidney Pollack. África y esta película de 1985 han sido la inspiración para Carlos Manich, que junto a su familia ha convertido el campo de vuelo que regenta en Torroella de Montgrí en un gran atractivo de la Costa Brava, pasando de dos pistas cruzadas con unos hangares a un lugar paradisiaco en medio de unos campos de arroz del casi colindantes con el Empordà Golf Club: una casa club bajo un emparrado, tumbonas, grandes pufs, actuaciones en directo, almuerzos y cenas temáticas, sesiones de dj y puestas de sol con música en lo que viene a ser la antítesis de un aeropuerto convencional, sobre todo en verano, con los problemas que suelen darse cuando mucha gente quiere volar a la vez para llegar a su destino de vacaciones: algunos retrasos, maletas extraviadas o asientos estrechos.
“Aquí la gente viene a disfrutar del vuelo despegando y aterrizando desde uno de los lugares más bonitos del mundo: el Empordà”, comenta orgulloso Carlos Manich, que acumula miles de horas de vuelo, muchas de ellas realizando bautismos aéreos sobre la Costa Brava en los que llega a ver lágrimas en los ojos de sus pasajeros. “Ofrecemos vuelos desde 20 minutos, llegando a las islas Medes y volviendo, y de ahí hasta el tiempo que el pasajero quiera. Lo más normal es llegar por el interior hasta Palamós o Tossa y después volvemos al campo por la línea de costa, que siempre está preciosa”.
Catalunya tiene 30 campos para ultraligeros, seis aeropuertos y cinco aeródromos como el de Igualada-Òdena. Una de las actividades más importantes que se desarrollan en su pista de casi un kilómetro es el vuelo sin motor, que se viene practicando desde hace medio siglo por parte del club Vol a Vela. El recinto también acoge una de las empresas más importantes del mundo en fabricación de globos, los hangares de varias decenas de aeronaves privadas, tanto de aviación deportiva como ultraligeros y varias escuelas de vuelo. Una de estas es Let’s Flight donde se forman pilotos en aviones Cessna y ultraligeros Tecnam. Sin embargo, la joya de su flota es un exótico Yakovlev Yak-52, un modelo de diseño ruso y líneas anticuadas, aunque se
EL ATRACTIVO El campo de vuelo de Torroella de Montgrí ofrece vuelos sobre la costa del Empordà LAS PROPUESTAS Los aficionados tienen a su disposición 30 campos de ultraligeros y cinco aeródromos
empezó a fabricar a mediados de los setenta como avión de entrenamiento para Dosaaf, una sociedad paramilitar en tiempos de la Unión Soviética, acrónimo que significa “Sociedad Voluntaria de Ayuda al Ejército, Fuerza Aérea y Marina”. Tras la caída de la URSS, muchos de estos aparatos acabaron en manos de aviadores occidentales, como el de Let’s Flight dedicado a bautismos de acrobacia aérea gracias a un motor de 360 caballos que alcanza los 300 kilómetros por hora y llega a los 4.000 metros de altura. Toda una experiencia.
A finales de los años sesenta, la Cerdanya tenía unas vías de comunicación terrestres limitadas. Para mejorarlas, varios empresarios crearon una sociedad llamada Aeronáutica del Segre para construir un aeródromo a caballo entre los municipios de Das y Fontanals, en el corazón de un inmenso valle al pie de los Pirineos. La pretensión del campo era atraer nuevos visitantes a la zona por vía aérea y fomentar los deportes aeronáuticos. Lo primero no acabó de conseguirse y lo segundo arrancó con fuerza gracias al aeroclub local, que se convirtió en el gran centro deportivo de la zona, aunque un incendio en la se- de social dejó muy tocado a un club que perdió brillo y el grueso de sus miembros y acabó clausurándose. Las instalaciones pasaron por periodos de altibajos y acabaron en manos de la Generalitat y el Consell Comarcal de la Cerdanya.
En el 2008, un consorcio de es- taciones de esquí y operadores aéreos liderado por el aeroclub Barcelona-Sabadell ganó el concurso para su gestión y desde entonces el aeródromo ha enderezado su rumbo con un plan de negocio y actividades variadas como el paracaidismo y escuela de pilotos de ultraligeros, y donde destaca so- bre todo una especialidad: el vuelo sin motor, tanto de particulares, que tienen sus veleros basados allí, como de la flota del aeroclub, formada por cinco planeadores y dos aviones que los remolcan hasta una altura de seguridad donde volar por sus propios medios, en silencio y aprovechan- do las corrientes y térmicas para mantenerse en vuelo sobre la Cerdanya y el Pirineo tanto en bautismos aéreos como en formación de aviadores.
El helipuerto es una de las instalaciones del Circuito de Montmeló, rebautizado ahora como Barcelona-Catalunya. Hasta este año se utilizaba básicamente para los traslados aéreos durante el fin de semana de la formula 1 y el de Moto GP. El empresario Josep Bigas ha querido aprovechar el potencial del helipuerto reformando sus instalaciones, edificando un hangar, habilitando una zona para pasajeros e incluso montando un bar-terraza bautizado como HeliTonic, para centrar allí las operaciones de su compañía de helicópteros. “Hemos hecho una buena inversión y está mereciendo la pena. Todo el mundo que sube a nuestros helicópteros pasa todo el vuelo sonriendo, tomando fotos y cuando bajan tienen ganas de volver a despegar”, comenta Bigas, que con su flota de Airbus Helicopters y Robinson realiza vuelos de iniciación desde Montmeló hacia la costa del Maresme, Montserrat, el Montseny, Collserola o la Costa Brava. A diferencia de los aviones, la ventaja de los helicópteros es su versatilidad: “En nuestro menú de vuelos también ofrecemos llegar a viñedos, restaurantes u hoteles. Estos lugares cuentan con helisuperficies donde aterrizamos con seguridad. Los pasajeros llegan satisfechos y los propietarios de estos establecimientos, encantados de recibir clientes por vía aérea”, concluye.