Esto se para...
Los motores supersónicos de la economía china se están parando, aunque el oscurantismo estadístico de sus autoridades crea incertidumbre sobre la intensidad de la desaceleración. Hace unos años, cuando trabajaba en temas de economía china, la mayoría de los datos había que pedirlos directamente a la oficina estadística oficial que, una vez “trabajados” y “agregados”, los mandaba. En todo caso hay muchos indicios de ralentización. En primer lugar, el consenso de estimaciones no oficiales señala que el PIB chino ha crecido un 4% en el primer semestre mientras los datos oficiales indican un 7%. En segundo lugar continúa la caída de las materias primas fruto de la menor demanda china. Finalmente la reacción de las autoridades muestra una clara preocupación por la situación: bajadas de tipo de interés e inyecciones de liquidez regulares, triple devaluación e intentos de controlar la bolsa.
Lo que ha sucedido es de libro: una burbuja de crédito que ha inflado burbujas en bolsa y en el inmobiliario que ahora están pinchando. Según McKinsey, el endeudamiento chino es del 280% del PIB. La pregunta clave es el efecto que esta desaceleración tendrá en la economía mundial. Sus efectos directos se han centrado en las economías emergentes, dependientes de la demanda de materias primas de China. Además mu- chos emergentes han financiado expansiones inmobiliarias y del consumo con créditos baratos en dólares. Como en otras crisis emergentes en el pasado, la devaluación de sus monedas respecto al dólar, que se lleva produciendo hace meses, acentuará la caída de su crecimiento.
En la medida en que las empresas de países desarrollados han invertido en los emergentes también se pueden ver afectadas. Otro efecto del parón chino es la expectativa de unos precios del petróleo más baratos, pero también de presiones deflacionistas, más peligrosas. Esto podría hacer que incluso la Reserva Federal se repensara la subida de tipos prevista para los próximos meses. Finalmente los pequeños inversores que han entrado en bolsa por la baja rentabilidad de otros productos pueden percibir una caída en su riqueza que afectaría al consumo, gran motor de las economías desarrolladas en la actualidad.
¿Puede China mantener el ritmo de crecimiento? La realidad es que hay exceso de capacidad productiva e inversión residencial por lo que no se puede esperar que la mejora venga por aquí. La exportación no está en su mejor momento. La única posibilidad de mantener la demanda sería dejar de invertir el 50% del PIB y aumentar el consumo. Pero este ha sido el objetivo del Gobierno en los últimos años sin mucho éxito. Si China no puede seguir siendo el motor, ¿hay alternativa? EE.UU. ha sido tradicionalmente el motor de la economía mundial por su enorme apetito consumidor. Crece con intensidad pero es difícil que recupere ese papel mientras no reduzcan más sus niveles de endeudamiento. Y Europa está como está.
Los motores supersónicos de la economía china se están parando; ¿quién los sustituirá?