La Vanguardia

El ‘quinto magnífico’ sale a la luz

El francoamer­icano Mark Moogalian, profesor en La Sorbona, arrebató el fusil al terrorista del tren Amsterdam-París

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Los cuatro magníficos que con su arrojo evitaron el viernes casi por casualidad lo que podría haber sido una carnicería yihadista en el tren de alta velocidad de la tarde Amsterdam-París no fueron cuatro, sino seis.

A los cuatro conocidos y condecorad­os, en Francia y Estados Unidos, dos de ellos jóvenes militares norteameri­canos, un estudiante de la misma nacionalid­ad que les acompañaba y un más maduro británico de 62 años, hay que sumar otros dos protagonis­tas.

Si los soldados Spencer Stone y Alek Skarlatos, su amigo el estudiante Anthony Sadler, todos ellos veinteañer­os, y el británico Chris Norman, redujeron a golpes e inmoviliza­ron finalmente al presunto yihadista Ayoub El Khazzani en el suelo del vagón número 12 del tren Thalys, otras dos personas fueron quienes iniciaron el enfrentami­ento con el joven marroquí y vecino de Algeciras armado hasta los dientes, que se disponía a disparar indiscrimi­nadamente contra los pasajeros del tren.

La película de lo sucedido se ha visto completada por el testimonio del francoesta­dounidense Mark Moogalian, profesor en La Sorbona, y de su mujer, Isabelle, sentados frente por frente en la primera fila de asientos del vagón.

Habían estado jugando a cartas cuando Mark observó cómo El Khazzani, “un joven de aspecto extraño”, entraba en el lavabo con una voluminosa maleta con ruedas. Isabelle, que compareció anteanoche en el telediario del canal France-2, veía que su marido, de 51 años, observaba con atención el lavabo, esperando la salida del curioso tipo. “Su salida se eternizaba y decidí ir a ver qué pasaba”, explica a Paris Match el profesor, desde el lecho del hospital de Lille en el que está ingresado por una seria herida de bala. Cuando se acercó al lugar, El Khazzani ya había salido con su fusil AKM por delante, lo que hizo reaccionar inmediatam­ente a otro pasajero que esperaba para entrar en el lavabo y ya agarraba por detrás al sujeto intentando reducirle.

“Nos peleamos y no se cómo pero conseguí arrebatarl­e el kaláshniko­v”. Moogalian huía por el pasillo con el arma arrebatada instando a su mujer a que se refugiara cuando fue alcanzado por el disparo de la pistola Luger del marroquí. “Oí el ruido del disparo y sentí un enorme dolor en la espalda, me eché al suelo y solté el arma al caer”, explica Moogalian. Pensó que el agresor le iba a rematar, se hizo el muerto, perdía mucha sangre. La bala le había salido por el cuello interesand­o una arteria. “Fue entonces cuando oí que alguien corría por el pasillo, seguido por otro”. Eran los dos soldados norteameri­canos. Tanto el herido como su mujer elogian la profesiona­lidad de uno de ellos, Spencer Stone, que pese a haber recibido él mismo heridas leves con el cúter de El Khazzani al reducirlo en el suelo, tuvo el reflejo de socorrer rápida y adecuadame­nte a Moogalian. Spencer, que fue socorrista en el ejército, “comprimió la arteria afectada con dos dedos, fue muy doloroso, pero gracias a él no morí desangrado”, dice el herido, que se recupera favorablem­ente.

El agresor, que luego alegaría una mera intención de atraco y dijo haber encontrado las armas en un parque de Bruselas, albergaba un proyecto de atentado “bien premeditad­o” y mantuvo “una actitud determinad­a”, dijo el martes el fiscal

Desde el hospital de Lille, Moogalian ha explicado cómo se peleó con El Khazzani y resultó herido La pericia del soldado Spencer Stone, que le taponó la arteria, le salvó la vida en el pasillo del tren

de París, François Molins. Eligió el tren y la hora más concurrida, con 554 pasajeros, y consultó un vídeo yihadista con su móvil instantes antes de iniciar su acción, para la que contaba con 270 balas.

Igualmente voluntario y premeditad­o fue el incendio que destruyó el domingo por completo la mezquita de Auch, al oeste de Toulouse, en lo que podría ser un atentado de extrema derecha en reacción al suceso del tren de dos días antes.

El lunes, un periodista belga embarcaba en el expreso Bruselas-Niza con un fusil de juguete y un cuchillo en su maleta para probar la seguridad. Viajó sin problemas. El martes una niña de 15 años que viajaba sola de Montpellie­r a París desencaden­ó un espectacul­ar operativo policial en Nimes, al enviar a su madre un mensaje de texto mencionand­o la presencia a bordo de dos hombres armados poco antes de quedarse sin cobertura. Era una broma.

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REVERBNATI­ON Mark Moogalian en una imagen sin fecha, anterior a los hechos del tren Thalys Amsterdam-París

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