El yihadista de Madrid combatía con su suegro y cinco cuñados
Achriaa va a prisión como gestor de una filial del EI en Marruecos
Abdeladim Achriaa, el yihadista detenido el martes en San Martín de la Vega (Madrid) dentro de la operación en la que otros 13 miembros de su célula cayeron en Marruecos, practicaba el terrorismo en familia. Según el auto de prisión por el cual el juez Pablo González ordenó ayer su encierro, Achriaa tenía entre sus cómplices a cinco cuñados y a su suegro. Los hermanos de su mujer, Hafsa Azaoum, se trasladaron en su día a Siria para combatir con el Estados Islámico; dos de ellos murieron en zonas de conflicto hace un año, según reconoció el propio imputado en su declaración. En cuanto a su suegro, el instructor de la Audiencia Nacional lo cita como otro “implicado en la red”.
Las investigaciones policiales avaladas por el juez apuntan a que Achriaa, marroquí al igual que los otros 13 detenidos, “estaría coordinando a los miembros de una filial sirio-iraquí del Estado Islámico desplegada en varias ciudades” del país magrebí. Estos islamistas “propugnan un discurso propagandístico sobre las hazañas del IE que legitima los actos de barbarie cometidos por la organización terrorista con el objetivo de crear un clima de psicosis y terror en la población, tal y como establece su línea estratégica”.
En los interrogatorios ante la Policía y el juez, Achriaa negó su pertenencia a la célula desarticulada y su implicación en la actividades de captación de terroristas que le son atribuidas. Aseguró que él no comparte los ideales del EI o Daesh porque la lucha de esta entidad es “una lucha de musulmanes contra musulmanes”. Cuando los investigadores le señalaron los vídeos yi- hadistas hallados en el ordenador del locutorio que regentaba, él aseguró que se trataba de imágenes publicadas en medios como Al Jazira.
El juez señala en su auto, sin embargo, que el detenido utiliza en Facebook el perfil “salami-Jihadi”, una “nomenclatura” –dice el magistrado– bajo la cual miembros del Daesh gestionan varios perfiles en esa misma red. Así lo “evidencian” los contenidos de dichas páginas, señala el instructor. El término salami-Jihadi parece aludir a la ideología salafí-yihadista, caracterizada por la defensa de la violencia y compartida por Al Qaeda y el Daesh.
Pese a negar su vinculación al EI, Achriaa terminó admitiendo la de su familia política cuando los agentes le mostraron fotos de sus cuñados armados y vestidos con el atuendo que utilizan los yihadistas. Fue entonces cuando, según fuentes de la defensa, el detenido indicó que dos de los cinco hermanos de su mujer desplazados a Siria murieron “en zonas de conflicto”.
Dice el juez en su resolución que los integrantes de la célula desmontada se dedicaban a labores de “adoctrinamiento y proselitismo” de las ideas del Daesh, así como a la “captación y envío de combatientes extranjeros a la yihad para unirse a las filas” del grupo terrorista en la región sirio-iraquí.
Fuentes policiales habían apuntado además, el mismo día de la operación, que los arrestados pretendían “reeditar en Marruecos y en España las masacres perpetradas por los integrantes del Estado Islámico”.
Abdeladim Achriaa tenía permiso de residencia en España y vivía en San Martín de la Vega con su mujer y tres hijos. Su trabajo en el locutorio lo combinaba arreglando antenas a domicilio. Y viajaba a Marruecos con frecuencia.
En su argumentación jurídica del encarcelamiento provisional sin fianza, el instructor destaca el “alto riesgo de fuga”. También cita el peligro de destrucción u ocultación de pruebas y el de “reiteración delictiva”.
Achriaa negó su implicación pero admitió la de su familia política: dos de sus cuñados murieron en la guerra siria