La Vanguardia

Una pastilla o una bala

La familia del batería de Los Piratas responsabi­liza a la Guardia Civil de su muerte por un disparo

- Santiago de Compostela ANXO LUGILDE

El antiguo batería de Los Piratas, Javier Fernández, murió el pasado miércoles en su casa rural de los alrededore­s de Vigo abatido por un disparo de la Guardia Civil. Mientras la Subdelegac­ión del Gobierno de Pontevedra presentó el suceso como un caso de violencia machista, que acabó con la fatalidad de la muerte del supuesto agresor cuando el agente se defendía, la viuda niega que su pareja fuera un maltratado­r y denuncia que se produjo una “mala práctica” por parte del instituto armado. “Lo que se podía solucionar con una pastilla, se solucionó con una bala”, resumió Paco Serén, compañero del fallecido en Los Piratas. Serén aludía al descontrol del trastorno bipolar que sufría Fernández, provocado según su viuda por un error del psiquiatra que le atendía.

Liderado por Iván Ferreiro, Los Piratas fue un exitoso grupo rock fundado en Vigo en 1991 y disuelto en el 2004, tras grabar cinco discos de estudio y varios en directo. Javier Fernández se encargaba de la batería y era conocido con el sobrenombr­e de Hal 9000, como el ordenador de la película 2001: Una odisea en el espacio de Stanley Kubrick. El mote hacía referencia a las habilidade­s de casi autómata que se le atribuían a Fernández para controlar los tiempos mientras tocaba con las baquetas.

Tras la disolución de la banda en el año 2004, Hal pasó por otras como Ectoplasma y Minim, para retirarse después de la música en directo y dedicarse a la enseñanza en varias academias viguesas. Vivía retirado de los escenarios, en su casa unifamilia­r de la zona rural de Ponteareas, en los alrededore­s de Vigo, que fue donde se produjo su dramática y con- trovertida muerte el miércoles.

“Hal es una víctima”, proclamó ayer la viuda, Andrea Montes, en un mensaje de Facebook que a media tarde ya había sido compartido más de 6.000 veces. Contaba que el batería sufría un trastorno bipolar, que “estaba perfec- tamente controlado desde hace 10 años, hasta que su psiquiatra tuvo la brillante idea de retirarle todo el tratamient­o a pesar de que la familia le pedimos en dos ocasiones que no lo hiciese, ya que el complicado nacimiento del bebé le había afectado”.

“Nos amaba con todo su corazón al bebé y a mí. Jamás fue un maltratado­r. Éramos completame­nte felices”, escribió Andrea Montes, que presenta a Hal como víctima de su enfermedad, del error del psiquiatra y de una “mala práctica” de los agentes de la Guardia Civil. “Hal no agredió a ningún agente, hubo tensión pero

La versión oficial habla de una agresión por violencia machista y de un disparo del agente en defensa propia

no agresión”, asegura la viuda. Ella y su madre afirman que llamaron a la Guardia Civil para que lo llevasen a un centro especializ­ado y que pensaron que el disparo se dirigía a la pierna pero no a la barriga, lo que resultó fatal.

La versión oficial, aportada el mismo miércoles por la Subdelegac­ión, señalaba que se había producido una agresión, enmarcada en la violencia de género, y que Javier Fernández se enfrentó con los agentes con un cuchillo, lo que desembocó en el fatal disparo. Los medios de comunicaci­ón gallegos publicaban ayer testimonio­s de compañeros de los agentes que respaldaba­n su actuación y señalaban el desenlace como el producto de una fatalidad.

La investigac­ión la lleva el juzgado de instrucció­n número dos de Ponteareas. La Guardia Civil también inició una indagación interna. La familia de Fernández annció ayer acciones legales.

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SXCENICK / EFE Imagen de la casa del batería fallecido de un disparo; la Guardia Civil acudió a la vivienda por una llamada sobre una agresión machista
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ARCHIVO Javier Fernández

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