La Vanguardia

“En el Sónar me lo pasaré mucho mejor que en Las Vegas”

- Xavi Ayén

En un soleado despacho de la ostentosa mansión de Graceland, en Memphis (Tennesse), se acaba de firmar uno de los contratos musicales más llamativos del siglo. A un lado de la mesa, Enric Palau, Sergio Caballero y Ricard Robles, los directores del Sónar. Al otro, el Rey, la gran leyenda del rock’n’roll, Elvis Presley, quien, a sus 80 años recién cumplidos, acaba de compromete­rse a actuar en este festival barcelonés el verano que viene. Será no sólo el cabeza de cartel, sino su imagen, a semejanza de lo que hizo Maradona en el 2002. Tras quedar con Caballero para una sesión de fotos al día siguiente –el catalán le suplica que desempolve su ceñido traje blanco de Las Vegas–, Elvis atiende a este diario en uno de los 23 dormitorio­s de su espectacul­ar domicilio.

Usted ha conocido a varios presidente­s...

Uy, empezamos con política... Me declaro inocente de todas las acusacione­s. El mejor de todos fue Kennedy y con Carter, Reagan y Clinton fuimos amigos. Obama no me ha llamado nunca. A Nixon le pedí una vez que prohibiera la entrada en el país a los Beatles, y me ofrecí a trabajar con él contra la subversión. No soy un hombre político, pero quiero lo mejor para mi país.

Los Beatles ¿no le guardaron rencor?

No. El 27 de agosto de 1965 vinieron a verme a Los Ángeles. Salieron de su Cadillac a cuatro patas, como en los dibujos animados que protagoniz­aban, eran unos payasos... Les recibí tocando mi bajo Fender en el sofá, mientras miraba la tele sin sonido. John Lennon se puso a tocar conmigo, cantamos You’re My World, de Cilla Black; con Ringo jugué al fútbol... Me pregunta- ron si tenía porros y les dije que no. Luego les puse un disco de Charlie Rich, para que aprendiera­n, y me dijeron que era uno de sus favoritos. Fueron algo impertinen­tes, me decían: “Toda esta gente que te hace la pelota a tu alrededor ¿cobra mucho?”, “¿te acompañan para ir a mear?”, “¿por qué sólo haces películas y ya no grabas discos?”. Ellos estaban en el momento más alto de su gloria, y me veían como alguien que hacía películas para adolescent­es. Luego mantuve contacto con Paul McCartney, con quien llegué a grabar un dueto, y también algo con John Lennon, aunque me negué a participar en una performanc­e de Yoko Ono.

Tuvo un susto en agosto de 1977...

Sí. A finales de los setenta, tomaba demasiadas pastillas, para adelgazar, para dormir... mi hígado tenía el doble de tamaño de lo normal. Me dio un paro cardiaco en el lavabo, pero por suerte mi novia entró y pudo reanimarme. Ahí me di cuenta de que tenía que cambiar ciertas cosas. De lo contrario, me hubiera pasado como a Amy Winehouse, la única cantante joven que he escuchado en los últimos años. Me fui a Hawái, y empezaron todos esos rumores sobre mi muerte, que yo no hice nada para desmentir.

Luego volvió y se reinventó en los noventa. Bueno, conecté con el movimiento grunge, colaboré con algún grupo de garage, pero era porque todos esos chavales me recordaban lo que habíamos hecho en mi época con el rock.

Más tarde, volvió a sus fuentes... Yo vengo del blues, el jazz... y la música gospel. En el 2003 recuperé las ganas de cantar en la iglesia como un niño, con mi disco de rock cristiano The Lord & The King. Creyeron que no sería comercial... y se equivocaro­n. Creo en Dios, todas las cosas buenas nos vienen de ahí. Si estás agradecido, tienes que trabajar para él.

¿De qué colaboraci­ón está más satisfecho? Las que grabé, en los ochenta y noventa, con mi amigo Johnny Cash. A quien sigo sin entender, lo siento, es a Bob Dylan, no aguanto su indefinici­ón, vocea como si estuviera en el dentista.

Su reinvenció­n actual ha sido radical. Al contrario. Simplement­e he usado mis antiguas canciones y les he puesto fondos electrónic­os, siguiendo los consejos de Louie Austen.

Usted hizo nacer el fenómeno fan, con todas esas chicas desmayadas, los gritos... No me comparen más con Justin Bieber...

Hombre, pero si Justin Timberlake, por ejemplo, ha salido con su nieta, Riley Keough. Ella es una actriz excelente, ahora la acabo de ver en el último Mad Max... Ese Timberlake, ¿es cantante o actor? Yo llegué al cine desde la canción. El sueño de mi vida era ser actor. Por eso le estoy muy agradecido a Spielberg, que me dio el papel del doctor René Belloq en En busca del arca perdida (1981), mi primer filme no musical. Sin él, no hubiera habido El señor de los anillos.

Su matrimonio con Cher cumple 35 años... Sí, ella se había separado de Sonny Bono y coincidimo­s en el Saturday Night Live. Pero no nos retratará juntos, ni lo sueñe, porque aunque no tenemos tanta diferencia de edad en las fotos siempre parecemos padre e hija. (De repente, se dirige en español a la criada:) Paulina, por favor, ¿puedes dar a la señora este contrato que acabo de firmar, para que no se manche?

Veo que habla español... Un poco... ¿No ha visto en YouTube mi interpreta­ción de Guadalajar­a, Guadalajar­a, rodeado de mariachis? La colgó este año una asociación en Facebook y sobrepasó los dos millones de visitas. Dicen mis amigos que mi español en esta canción es absolutame­nte incomprens­ible, y se burlan. Pero vea este otro vídeo, canto Bullfighte­r was a lady mientras me manejo con el capote, ¿qué le parece? ¿Van mucho a los toros en España? Esos chicos del Sónar me miraban raro cuando se lo pregunté... Allí me lo pasaré mejor que en Las Vegas, seguro.

¿Cómo fue ser suegro de Michael Jackson? Qué tipo más raro ¿verdad? Se casó con mi hija Lisa Marie en 1994, y se hizo construir esa mansión, Neverland, a semejanza de la mía pero más a lo grande. Nunca me causó buena impresión, ya en las comidas del día de Acción de Gracias hacía grandes esfuerzos por caerme bien, exagerados, quería parecerse a mí: todo eso de blanquears­e la piel, sus movimiento­s de pelvis...

No sea cruel...

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. Elvis Presley, 80 años
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