La Vanguardia

“La felicidad es insostenib­le, importa estar vivo”

Tengo 50 años. Nací en Cali y vivo en Bogotá (Colombia). Soy criador de caballos y psicoterap­euta. Estoy casado y tengo cuatro hijos, Igor (26), Sophie (19), Mateo (17) y Hannah (11). ¿Política? Inconforme, revolucion­ario. Creo en Dios, no en la religión

- VÍCTOR-M. AMELA

Cría caballos? Es mi pasión. Y la psicoterap­ia. Mi padre criaba vacas y mi madre era bruja. ¿Bruja, dice? De niño recuerdo el día que quemó sus cartas de tarot y sus brujerías. ¿Qué le pasó? En las cartas vio que una amiga y su hija morirían. Al día siguiente morían en un accidente... Mi madre se sintió tan culpable...

¿Quiso usted ser brujo? ¡No! Me fui a estudiar cine a México para irme de casa y de una Colombia violenta...

¿Violenta? Mis padres eran marxistas y mis amigos estaban en la guerrilla. Pero a mí la violencia armada me parecía poco inteligent­e.

¿Y qué tal en México? Viví con mi preciosa novia en una casita pobre, nació un hijo y conocí al Dalái Lama.

¿Ha dicho... al Dalái Lama? Yo tenía 22 añitos y ni sabía quién era... Venía en gira política a México. Un amigo me ofreció presentarm­e como escolta... y me eligieron. Y fui su chófer.

Parece un chiste. Ya, es verdad. Le acompañé a un acto en una pirámide maya, ante un millón de personas. Subimos juntos y en la cima de la pirámide me dijo: “Aquí no hay nada, ¡sólo ruina!”.

Qué desilusión... Me cayó muy bien. Yo era vegetarian­o, ¡y él comía aleta de tiburón y de todo! Dejé de ser vegetarian­o... Era un hombre muy chistoso. “¿Dónde está la Virgen?”, me preguntó.

¿Qué Virgen? La de Guadalupe: quería verla, y durante un acto institucio­nal muy pomposo me miró, hizo un gesto, salimos, ¡y nos escapamos a ver la Virgen de Guadalupe!

Estupenda estampa, ustedes dos... Y otro amigo fortachón, guardaespa­ldas, tan ateo como yo. El Dalái Lama se arrodilló, se postró en el piso: “¡Aquí sí hay!”, nos dijo. Allí pasó algo... Mi amigo y yo nos estremecim­os y lloramos... “¡Es Tara Verde!”, dijo el Dalái Lama: la diosa tibetana de la curación.

¿Le afectó aquello? Me largué dos semanas a meditar. A la vuelta me reuní con mi chica y mi hijo de siete meses, Igor. Con él en brazos, subí a pasear al monte Huilotepec... Y nos cayó un rayo.

¡Un rayo! Se me fue el mundo, quedamos en tierra, sin soltar a mi hijo. Los que se acercaron no se atrevíansi­mos... a tocarnos, hasta que nos repu

No ¿No aparenteme­nte.padecieron secuelas?Pero se mudó mi vida... Estaba jísimos ido,de casa, caminaba tenía dormidosue­ños, sey aparecíame vino le- el mundo psicótico! de Normalla noche, que los mi muertos...novia me dejase...¡Estaba

Pero le veo bien...

Una mujer me aconsejó que visitase al Señor de los Rayos... “o morirás”, me advirtió. Así conocí a Don Lucio.

¿Quién es Don Lucio?

Un maestro indígena mexica, que al verme espetó: “¡Pendejo, ahora vienes, ¿eh?, vienes ahora que te mueres...!”

¿Qué sabía él?

Don Lucio también es un rayado, de la cofradía de los graniceros: evita granizos y provoca lluvias, me enseñó a acarrear nubes, despejar cielos, mover vientos, tantas cosas... Y entendí que no había atendido al llamado...

¿Qué llamado?

Que te fulmine un rayo es una llamada. Para ponerte al servicio de los demás. Y le serví a él y a otros chamanes durante... ¡17 años!

Son muchos años...

Los que estuvo Pitágoras en Egipto, los de la formación de un lama... Regresé a Colombia.

¿Y a quién sirve ahora?

A todo el que me lo pida. Manejo la psicoterap­ia gestáltica y las tradicione­s chamánicas indígenas, integré ambos mundos...

¿Puede ayudar a un parado?

Qué bien no hacer ese trabajo aburrido para un cabrón avasallado­r. ¡Nada de autoconmis­eración! Tú eres poderoso, saca los dientes: haz lo que te enriquezca por dentro. ¡Desafíate! Trabajo... volverás a encontrar, pero esta vida ¡no volverás a encontrarl­a!

¿Y a un deprimido?

Tu alma se ha parado, harta, y no se moverá hasta que le encuentres un rumbo coherente. ¡Reencáuzat­e! Toma el mando, haz lo que nutra tu alma, aunque no te reporte plata.

¿Qué es el alma?

Ese caballo salvaje que quiere libertad, caricias y lluvia, música y noche, esas ganas de comerte el mundo a mordiscos y risotadas.

¿Y la felicidad?

Es insostenib­le, sucesivame­nte se pierde y se gana: ¡importa estar vivo!

¿Qué sentido tiene la vida?

No tienes más que sentirla. Camina y ya sentirás si vas bien. Si vives bien, mueres bien.

Deme una clase de vivir bien.

Ten valor y reta todos tus apegos.

¿Es un apego el amor?

El amor está en peligro de extinción, como las ballenas. ¡Sálvalo! Entrégate al amor, arriesga. La revolución sexual ya está: toca la revolución amorosa.

¿Qué le dice a quien busque pareja?

Jamás mendigues amor, puedes hacerlo en todas las posturas..., ¡menos de rodillas!

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SERGI ALCAZAR BADIA

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