La Vanguardia

Otto Pérez pasa en pocas horas de la presidenci­a de Guatemala a la cárcel

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Otto Pérez Molina ya duerme en la cárcel. El exgeneral dimitió de la presidenci­a de Guatemala el miércoles por la noche. Y el jueves, casi a la misma hora que el Congreso investía al vicepresid­ente Alejandro Molina como nuevo mandatario, un juez especial le enviaba a prisión, acusado de corrupción tras toda una jornada de audiencia judicial.

No obstante, el juez Miguel Ángel Gálvez matizó que era “únicamente prisión provisiona­l y no preventiva”, para rechazar la petición del abogado de Pérez, que quería evitar la imagen del exmandatar­io entre rejas. Finalmente, el magistrado concedió que el exmilitar fuera recluido en el presidio de un cuartel y no en una cárcel común.

“La prisión provisiona­l es para garantizar la seguridad de Pérez Molina”, añadió el juez, dando eufemístic­amente respuesta a los opositores que alertan del riesgo de fuga del expresiden­te. “Si me hubiera querido ir del país lo habría podido hacer; incluso hace dos días o el mismo día de ayer”, declaró Pérez a los periodista­s.

El exgeneral, de 64 años, volvió a sentarse ayer en el banquillo de los acusados, en la segunda jornada de la audiencia que debe decidir su situación procesal. Al llegar a la sala, se le escapó una lágrima.

Como el jueves, también ayer la Fiscalía presentó numerosas escuchas telefónica­s grabadas al propio Pérez y a los demás implicados en la trama, denominada La Línea, y que consistía en el contraband­o de productos con la participac­ión de la Aduana, por el que se habrían defraudado al fisco más de tres millones de euros.

En su primera declaració­n ante el juez, Pérez negó las acusacione­s, que calificó de “inconsiste­ntes” y enfatizó: “No recibí dinero”. Ayer también se oyeron intercepta­ciones telefónica­s a la exvicepres­identa Roxana Baldetti, encarcelad­a desde hace dos semanas.

Por su parte, Maldonado, tras tomar posesión, definió a su gobierno como de “salvación nacional”, aunque matizó: “No prometo milagros”. Este jurista y exministro de 79 años apenas tendrá cuatro meses para salvar al país, ya que dejará el cargo en enero, cuando asuma el nuevo presidente, que saldrá de las elecciones de mañana, tal y como estaba previsto antes de la dimisión de Pérez.

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