La Vanguardia

Comparacio­nes odiosas

- Quim Monzó

En una secuencia espléndida, en la película El sentido de la vida, de Monty Phython, Michael Palin primero y una hilera de niños después cantan una canción deliciosa que a estas alturas no creo que necesite traducción: “There are Jews in the world. / There are Buddhists. / There are Hindus and Mormons, and then / there are those that follow Mohammed, but / I’ve never been one of them. / I’m a Roman Catholic...”. El estribillo es una delicia: “Every sperm is sacred. / Every sperm is great. / If a sperm is wasted, / God gets quite irate...”.

Tanto la película como la canción fueron un éxito de tal magnitud que muchos hombres que hasta aquel momento malgastaba­n su semen sin fines reproducti­vos entendiero­n que, para que Dios no se cabrease, ni una gota de semen tenía que desperdici­arse con finalidade­s meramente lascivas. El problema es que quizás el mensaje arraigó demasiado profundame­nte en el país de Monty Phython porque ahora, años después, tienen un problema: hay pocos donantes de esperma. Laura Witjens, jefa del Banco Nacional de Semen de aquel país, explica en The Guardian y en la BBC que hace un llamamient­o a los hombres para que “demuestren su virilidad y ayuden a aliviar la escasez actual, porque desde que el centro se creó hace un año sólo han conseguido nueve donantes registrado­s”. Registrart­e como donante no es fácil, porque tu esperma tiene que ser lo bastante fuerte para resistir el proceso de congelació­n, primero, y de descongela­ción, después. Eso hace que, de cada cien hombres que se ofrecen a donar, sólo uno sea aceptado. Además, durante cuatro meses tiene que ir a la clínica dos veces por semana y abstenerse de mantener relaciones sexuales (con otras personas o autogestio­nadas) desde dos días antes de cada visita.

Dice también: “Si hiciese un anuncio que dijese ‘Hombres, demostrad vuestros méritos, demostradm­e lo buenos que sois’, entonces tendría centenares de donantes. Así es como lo hacen los daneses. Dicen con orgullo que es la invasión vikinga: exportació­n de cerveza, Lego y esperma”. Efectivame­nte, el banco de esperma más importante de Dinamarca (una empresa privada: Cryos; no pun intended, supongo) certifica que tiene 450 donantes registrado­s y que exporta semen a más de ochenta países. En esta situación penosa se encuentran ahora los británicos, y el anuncio que propone la jefa del Banco de Semen tampoco no parece muy brillante. Ningún anuncio superará el de la asociación de Donantes de Esperma de Australia. Se ve a un hombre joven y guapo, que hace la señal del pulgar levantado y dice: “Donad esperma: es más divertido que donar sangre”. Un eslogan espléndido. Sólo me extraña que las asociacion­es de donantes de sangre no hayan protestado por establecer esa comparativ­a que, evidenteme­nte, desde el punto de vista del placer, los deja en peor lugar.

De cada cien hombres que se ofrecen a donar semen sólo uno es bueno para hacerlo

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