La Vanguardia

Un día sin ‘top manta’ tras las pedradas en el metro

La ausencia de manteros coincide con un repentino refuerzo de la vigilancia de la Guardia Urbana en los puntos clave

- ENRIQUE FIGUEREDO

Los dos puntos principale­s de venta ambulante en Barcelona apareciero­n ayer sin manteros. Se trata del Portal de la Pau y la plaza Catalunya, escenario el jueves de una violenta embestida a pedradas de los vendedores callejeros a la Guardia Urbana. No había mercadillo improvisad­o, lo que arrojó una visión inédita respecto de lo visto en estos lugares durante todo el verano. El curioso fenómeno coincidió con un cambio sustancial de los dispositiv­os de vigilancia de la policía local. Hubo un refuerzo notable de uniformado­s, que por primera vez ocuparon vestíbulos de estaciones de metro y se incrementó pero de forma decisiva el personal de paisano.

No apareciero­n los manteros por motivos que parecen confluir en dos factores: la mayor presencia policial y la decisión, quizá, de darse una tregua forzosa tras los graves hechos acaecidos el jueves en los que una ciudadana y cuatro guardias urbanos resultaran heridos después de que unos vendedores ambulantes decidieran lanzarles piedras de las vías del metro. La cadena de lanzamient­os fue la respuesta a un intento de un guardia de identifica­r a uno de los manteros que lideran al colectivo. Se trata de uno de los hermanos del mantero conocido como el Mandíbula, recienteme­nte detenido por la Urbana.

La gran novedad, además de la ausencia inédita de los vendedores ambulantes, fue precisamen­te una nueva presencia en uno de esos escenarios: la de las unidades antidistur­bios de la Urbana en la estación del metro de plaza Catalunya, que desde semanas se había convertido en un zoco improvisad­o de cualquier mercancía. Los guardias de la USP, la misma de la que el gobierno municipal dijo que quería eliminar o reducir considerab­lemente, bajó a las instalacio­nes y lo hizo portando el casco en la cintura, que técnicamen­te se conoce como en transporte. Se trata de una imagen mucho más disuasoria que hasta ahora parecía que había intentado evitarse.

Se rompió así la instrucció­n distribuid­a este verano mediante la cual no se debía intervenir “en el transporte público (metro, Renfe) por el riesgo de seguridad en las personas (viajeros, los propios vendedores y los agentes actuantes)”. Con el despliegue de ayer en el metro, eso queda en papel mojado a la vez que se han despertado las preguntas acerca de por qué no se había acordado antes este tipo de dispositiv­os, dado el resultado inmediato obtenido con ese cambio.

Además del incremento de uniformado­s, la decisión de destinar un equipo específico de agentes de paisano al control de la venta ambulante ha tenido su traducción en la calle, si se atiende a la ausencia de manteros en las calles registrada ayer. Ocho agentes y un cabo sin uniforme de la comisaría de Ciutat Vella se encargaron ayer de ese tipo de labores. En medios policiales, se conside-

Los agentes ya bajan a los vestíbulos de las estaciones de metro y se incrementa el servicio de paisano

ra que los equipos de paisano son muy eficaces en este aspecto porque logran importante­s decomisos de mercancía.

Por lo que respecta al Portal de la Pau, el otro gran polo de venta ambulante, la total ausencia de manteros, incluso en la pasarela del Maremàgnum, llamada la Rambla de Mar, dotaba al entorno de una imagen muy poco frecuente en las últimas semanas. En este escenario, parece que el destacamen­to de un par de furgonetas de los Mossos d’Esquadra y también varias patrullas de la Policía Portuaria ha tenido una influencia directa.

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JORDI ROVIRALTA Miembros de las unidades de seguridad ciudadana de la Guardia Urbana, ayer, en la estación de Catalunya

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