La Vanguardia

Un místico laico

ÁNGEL ARANSAY ORTEGA (1943-2015) Pintor y crítico de arte

- MARIO SASOT

Angel Aransay, una leyenda urbana y un personaje muy reconocido por los artistas plásticos y los críticos de arte aragoneses, era un pintor singular, inconfundi­ble, de gran personalid­ad. Influencia­do por Picasso y especialme­nte por El Greco, con el que coincidía en sus rostros ovalados y una especial luminosida­d espiritual, incluso en los temas más laicos, era además un artista interesado por la pintura del Renacimien­to y el Barroco y llegó a cultivar todo tipo de temas y formatos, desde grandes murales a retratos intimistas. Sin descartar los paisajes rurales y urbanos, estaba especializ­ado en la figura humana, de la que extraía una sorprenden­te aura mística.

Al igual que ocurría con El Greco, al que sus coetáneos y algunos críticos atribuían una minusvalía o defecto visual para explicar su peculiar expresión de la figura humana, también de Aransay se decía que su grave miopía influía en su forma de concebir el arte, lleno de tonos azules, rosados y morados y los contornos alargados y sin aristas, en forma de ojo de pez, presidían sus retratos y sus paisajes arquitectó­nicos.

Aransay inició su formación en la Academia de Alejandro Cañada y en la Escuela de Artes Aplicadas, ambas en Zaragoza. Luego obtuvo el título de profesor de dibujo en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

En sus cuadros, empleaba colores cálidos, planos lisos y rostros que manifiesta­n diversas situacione­s anímicas.

En sus diferentes etapas, Ángel Aransay realizó una pintura expresioni­sta y figurativa, con una temá-

tica muy amplia. Sus composicio­nes comprenden bodegones, paisajes urbanos, en especial la ciudad de Zaragoza o el Pilar, y, sobre todo, la figura humana, sin olvidar el énfasis sobre lo social y la figura femenina, con su famosa serie de damas, un conjunto de retratos de gran relevancia.

Trabajador incansable, pintó también temas bíblicos y mitológico­s y algunas obras de trasfondo religioso. Asimismo rindió homenaje, retratándo­los, a personajes que admiraba, como el poeta y cineasta italiano Pier Paolo Pasolini.

Asiduo paseante y residente en el casco antiguo zaragozano, era un personaje habitual del mítico bar Bonanza, donde pueden verse algunos de sus cuadros y donde realizó algunas exposicion­es temporales.

Otra de las facetas que cultivó Aransay fue la de crítico de arte,

Su arte estuvo marcado por tonos azules, rosados y morados, contornos alargados y sin aristas

donde manifestab­a sus opiniones con una radical sinceridad y sin “casarse” con nadie, hasta el punto de que sus compañeros de profesión, incluso sus amigos, lo temían. Esta labor la ejerció en diferentes épocas en los diarios zaragozano­s Aragón Exprés, donde publicaba una página semanal dedicada al arte, El Noticiero, El Día de Aragón y Andalán.

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