La Vanguardia

“La actitud moral nos libera de seguir el destino del grupo”

Rafel Nadal, autor de ‘La maledicció dels Palmisano’

- JOSEP MASSOT Barcelona

Rafel Nadal ha ido deslizándo­se en sus libros desde el territorio de las memorias al de la ficción, a veces mezclándol­os: Quan érem feliços, Quan en dèiem xampany. En su nuevo libro apuesta por la ficción pura. La maledicció dels Palmisano (Columna) podría ser el guión de una teleserie: madres que renuncian a su hijo, hermanos que no saben que son hermanos, fascistas, demócratas y dos guerras terribles.

¿Qué le decidió por la ficción? Me impresiona la proximidad de las dos grandes guerras del siglo XX. En agosto del 2012 visité Locorotond­o, en el sur de Italia, y Bari, y en el monumento a los caídos vi que casi la mitad de muertos pertenecía­n a una misma familia, los Palmisano en la Primera Guerra y los Convertini en la Segunda. Eso me llevó a reflexiona­r sobre el destino o la inutilidad de la muerte de una familia sin haber salido del lugar en el que nacieron. Una zona, además, de tradición antibelici­sta.

Hay dos historias de amor y dos guerras. Una historia de amor de madre e hijo y otra romántica, pero sobre todo hay una lucha individual contra el destino.

¿Cree en el destino? Mi reflexión tenía que ver con la pertenenci­a a un colectivo durante un conflicto. A veces sirve de excusa para ser nazi en la Alemania nazi, fascista en la Italia fascista o franquista en la España franquista. ¿La clase social, la etnia o la religión te condiciona y elige por ti o tú, en cambio, tienes libertad individual, actitud moral, para decidir por ti mismo y no dejarte arrastrar por el grupo? Está el ejemplo del miliciano de Soldados de Salamina de Cercas que decide no disparar a Sánchez Mazas.

Sucede en Italia, pero podría haber pasado en España. Sí, en cualquier lugar del Mediterrán­eo. En una misma familia pe- queño burguesa de provincias y con la misma educación, hay un personaje que se compromete con las clases populares e incluso va a España a luchar contra Franco y otro que se vincula al fascismo. Y aún hay otro que es como el Rick de Casablanca, escéptico, antibelici­sta, que al final tiene que tomar partido.

Y usted eligió Italia. Sí, sí, en primer lugar como homenaje a Locorotond­o, pues la novela se me ocurrió allí y después porque la participac­ión del sur de Italia en las guerras ha sido minusvalor­ada por los historiado­res, pero sobre todo me interesaba que el lector tuviera una mirada neutra. Si la hubiera situado aquí, enseguida el lector hubiera tomado partido por un bando u otro, porque hablo de las dos guerras mundiales, pero podría haberme referido a nuestra Guerra Civil.

Describe el bombardeo alemán en 1943 del puerto de Bari y cómo los aliados ocultaron que uno de los buques hundidos transporta­ba gas mostaza, lo que causó una mortandad innecesari­a. Es un episodio que no se reveló hasta que pasados 50 años, EE.UU. liberó documentos secretos.

Cuente... Los aliados habían iniciado el desembarco en el sur de Italia. Los alemanes, en su retirada, quisieron dinamitar el puerto de Bari, pero las mujeres de allí se alzaron y lo evitaron, de modo que el puerto estaba intacto. Estaba tan lejos de los aeródromos alemanes, que los aliados se creyeron a salvo. Se equivocaro­n, porque Hitler envió un centenar de Juncker que hundieron 17 barcos. Uno de ellos, el John Har-

vey, iba cargado con gas mostaza.

¿Qué pasó? Los aliados creían que los alemanes, al verse perdidos, podían lanzar un ataque con armas químicas y enviaron en secreto un cargamento de gas mostaza. Al explosiona­r el barco, se liberaron casi cien toneladas de gas. Los mandos decidieron mantenerlo en secreto. El ataque fue en diciembre y los marineros rescatados del mar estaban ateridos. Los envolviero­n en mantas para evitar la hipotermia y, claro, el calor hizo que el gas se evaporara con más rapidez. Muchos murieron. Si se hubiera advertido a los servicios médicos, el tratamient­o hubiera si-

DILEMAS “La pertenenci­a a un colectivo sirve de excusa para ser nazi en la Alemania nazi”

UNA MORTANDAD EVITABLE “Los aliados callaron que un buque hundido en Bari transporta­ba gas mostaza”

do otro y se hubieran salvado muchas vidas. Una de las maneras de disuadir al enemigo de que utilice armas químicas es la de hacerles saber que también se dispone de ellas. Cuando se hicieron públicos los documentos secretos, los médicos italianos empezaron a relacionar casos de cáncer de los años ochenta y noventa con el gas mostaza.

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JORDI ROVIRALTA Rafel Nadal ha escrito su primera novela abiertamen­te de ficción

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