Tom Hooper
Tom Hooper sacude Venecia con una mirada sobre el primer transexual operado
CINEASTA
El realizador británico Tom Hooper, autor de El discurso del rey, parte como favorito en las quinielas del festival de cine de Venecia con la sólida historia de The danish girl, sobre la primera operación de cambio de sexo.
Las hermanas Kardashian quizás no estarían tan molestas con su padrastro de no ser por Einar Wegener.
Einar Wegener fue el primer hombre que se operó para cambiar de sexo y, aunque murió en el intento, o mejor dicho, tras el intento, fue el precursor del tratamiento que acaba de seguir William Bruce Jenner, ahora Caitlyn Jenner, una exestrella del atletismo y la televisión norteamericanos, padrastro de dichas celebrities tras su boda con Kris Jenner en 1992.
La decisión de cambiar de sexo fastidió a Kim, Kourtney y compañía, y en eso la historia no ha cambiado tanto desde que hay hombres que quieren convertirse en mujer y viceversa y además lo intentan. En España, entre 80 y 300 cada año, según las fuentes.
La historia de Einar Wegener está maravillosamente explicada en The danish girl, una película dirigida por el británico Tom
LOS ACTORES
Hooper e interpretada en sus dos papeles protagonistas por Eddy Redmayne y Alicia Vikander, a concurso en la cita veneciana. Una película importante.
La cinta conmovió ayer en la Mostra de cine de Venecia, tanto por sus cualidades artísticas como por el mensaje que lanza, a celebrities y pueblo llano.
Llena de matices, describe sutilmente la imperiosa necesidad que tuvo Wegener de convertirse en una mujer o, como él dice en un momento culminante para la narrativa de la película: “Sacar a la mujer que está en mí”.
En la sala principal de proyecciones de la Mostra, abarrotada a las 11.30 de ayer, los títulos de crédito finales estuvieron acompañados de tres reacciones: grandes aplausos, varios bravos y unas cuantas lágrimas.
Cuando los actores fueron presentados inmediatamente después en la sala de prensa, ante ¿400? ¿600? periodistas, Vikander, pero sobre todo Redmayne, se llevaron vítores de nivel Messi cuando se canta la alineación.
La película está ambientada en la Dinamarca de los años veinte, donde vivió el matrimonio formado por Einar y Gerda Wegener, ambos pintores. Lo que comienza como un juego –el escaso éxito de los retratos que ella pinta la lleva a pedirle que se disfrace de bailarina y le haga de modelo– deviene pronto el descubrimiento de una identidad en él latente. Latente e irresistible, Einar querrá pronto convertirse en Lili, Lili Elbe, vistiéndose de mu- jer, visitando a un hombre, en una sociedad todavía muy marcada por las convenciones. Finalmente confesará un aislado episodio homosexual en su juventud, que acabará convertido en señal inequívoca.
“Este no es mi cuerpo, sáquemelo”, acabará pidiendo Einar al doctor pionero en esta clase de cirugía. El de Wegener fue, según la productora de la película,
Eddy Redmayne y Alicia Vikander bordan sus papeles en ‘The danish girl’
el primer caso completo de conversión en mujer. Eso ocurrió en el año 31 del siglo pasado.
En todo este camino se va tejiendo otra historia, al menos tan poderosa como la descrita: la del amor sin condiciones de Gerda, generoso, valiente, honesto. Sabiendo que la culminación del proceso no puede llevar sino a la ruptura entre ambos, Gerda lo apoyará y acompañará en todo momento, hasta el final. Vikander, la actriz sueca de 24 años que encarna a Gerda, borda un papelón. “Gerda ama por encima de todo, y yo me he enamorado de esta historia de amor”, dijo la intérprete en rueda de prensa.
Si los protagonistas están bien, los secundarios Matias Schönaerts y Amber Heard están proporcionalmente estupendos ahí detrás. Ahora, la interpretación de Redmayne (que ya se llevó el oscar en su versión de Stephen Hawking) permite dudar si se llevará un premio de interpretación masculino o femenino. Así de bien está.
Hooper fue preguntado por la deontología médica que supone, al menos en la película, mutilar un órgano humano (el de Einar) que por norma general funciona, aunque en los seis años de matrimonio no haya cumplido su función reproductora. El director celebró que, desde los tiempos de los Wegener, la consideración social de la transexualidad haya avanzado algo y, aunque técnicamente la cuestión tiene pleno sentido, Hooper no cree “que hoy algo así se pueda considerar delito, porque la medicina está en realidad resolviendo un problema”.
Como hiciera en El discurso del rey, que le valió un Oscar a la mejor dirección, Hooper cuida hasta el extremo la factura estética de la película, para cuyo vestuario ha vuelto a confiar en el español Paco Delgado. Y, en este caso, el vestuario tiene un papel
clave, dada la continua transformación de Einar en Lili y viceversa. La película se basa en el libro homónimo de David Ebershoff, publicado en castellano por Anagrama en el año 2001.
Hooper aprovechó el altavoz de Venecia para relacionar la exclusión sufrida por los transexuales con el drama que están viviendo en estaciones, carreteras y puertos de Austria, Hungría o Grecia miles de refugiados de guerra sirios, afganos, iraquíes... “Esta película está con los excluidos, quiero que esta película apele al amor, porque sin amor hay exclusión”. La sala de prensa estalló en aplausos. En los alrededores del Palacio del Casinò, una de las sedes del festival, toda clase de sectores (inmobiliario, café, maquillaje…) tratan de atraer la atención o de conseguir socios. Dos de ellos eran precisamente voluntarios de Acnur, la organización de la ONU para los refugiados, que recogían apoyos y fondos, y que celebraron las palabras de Hooper. “Ah, eso es una publicidad muy necesaria para nosotros, lo que está pasando es muy serio”, celebró Claudia.
Pero volvamos al cine. Redmayne, que tiene el último Oscar por una interpretación masculina (la de Stephen Hawking), detalló que trabaja con Hooper en el proyecto desde el 2008. “Como actor, es fantástico poder interpretar buenos personajes, pero si es uno como Lili, es un sueño hecho realidad”. Para prepararlo, añadió, pudo tener la mejor “educación” conociendo a
JULIETTE BINOCHE “Espero que me dirijan e inspiren, pero también que me dejen libre”, pidió al director
muchos transgénero con los que habló sin tapujos de cualquier tipo de cuestión. “Me gustaría tener algo de Gerda”, añadió Vikander, “fue una adelantada, y una artista, y vio cosas en la gente que otros no veían”. En la película, la pintora logra el éxito pintando escenas de su todavía esposo (y pintor) ataviado de mujer. Cuando ella, asumido que ha emergido en él una identidad plenamente femenina, le insta a seguir su carrera, Einar (o ya Lili), concluye: “Quiero ser una mujer, no una pintora”.
También reflexionó sobre interpretación la siempre elegante Juliette Binoche, que ayer presentó L’Atessa, una película que aguanta ella con su fuerza interpretativa. Para lograrla, ella pide a los directores una única y enorme cosa: libertad. “Espero que me dirijan e inspiren, pero también que me dejen libre”. Así se lo requirió al director, Piero Messina –según explicó en rueda de prensa–, al poco de comenzar el rodaje. Para la veterana actriz, el encanto del cine consiste en que el director sabe dónde dirige al equipo, pero este necesita una cierta espontaneidad. “Algo tiene que nacer en ti”, dijo Binoche. “Este encaje hace posible el misterio” del cine, prosiguió. En
L’Atessa, Binoche topa con la novia de su hijo, que acaba de morir, y no se atreve a decírselo. La película se ambienta en una Sicilia hosca, y se sustenta sobre todo en su interpretación.
También pasó por la Mostra la mediática Kristen Stewart, cuya película Equals dejó con mueca torcida. Una cierta decepción, dadas las esperanzas depositadas por un lado en la actriz y por otro en el director, Drake Doremus, que ha dado el salto desde películas como Like crazy, que rodó con la entonces incipiente Jennifer Lawrence.
TOM HOOPER “La exclusión se combate con amor”, dice en referencia a los refugiados el director