La Vanguardia

Ernest Sales

ERNEST SALES, VICEPRESID­ENTE SÉNIOR DE HEWLETT PACKARD

- MAR GALTÉS

VICEPRESID­ENTE SÉNIOR EN HP

Ernest Sales (Barcelona, 1963) entró en Hewlett Packard hace treinta años. Actualment­e, desde la sede de Palo Alto, lidera el proceso de segregació­n del grupo en dos compañías independie­ntes, que culminará en octubre.

Cuando estudiaba tercero de Informátic­a, con apenas 22 años, consiguió que le cogieran como becario en Hewlett Packard, que entonces buscaba candidatos entre los estudiante­s de cuarto y quinto curso. “Luego supe que pensaron que me iría enseguida, me debieron ver con la cabeza llena de pájaros”, recuerda divertido Ernest Sales. Eso fue en 1985. Han pasado tres décadas y Sales sigue en la multinacio­nal, de la que es uno de los vicepresid­entes sénior mundiales –eso significa sólo dos niveles por debajo de la consejera delegada, Meg Whitman–, y está encargado en estos momentos de liderar para toda América el proceso de segregació­n anunciado hace un año y que el próximo octubre dará lugar a dos nuevas compañías independie­ntes: Hewlett Packard Enterprise­s y HP Inc. En este grupo multinacio­nal, Sales ha ocupado altos cargos directivos en Europa, Oriente Medio y África, y América, ha vivido en Madrid, Miami, México, Bogotá, Barcelona, dos años en Dubái y desde principios del 2014 está en la sede central de HP en Palo Alto (California, Estados Unidos). “Silicon Valley es ahora el centro del mundo”, dice.

Ernest Sales Puig (1963) es el pequeño de cinco hermanos y se crió entre Barcelona –donde la madre, modista, tenía un taller de costura– y Carcastill­o, en Navarra –adonde su padre trasladó su fábrica de abrasivos–. “Yo digo siempre que soy de pueblo: allí las cosas son claras, llueve o no llueve, los grises no se entienden bien, y eso te hace ser humilde. El contacto con la naturaleza de Navarra me ayudó a ser como soy”. Sus padres no hablaban inglés, “pero mi madre era muy feminista y tenía una visión muy internacio­nal y nos empujó a todos los hermanos a correr mundo. Y sobre todo, a no tener miedo”.

Mientras estudiaba, daba clases en academias, pintaba casas, pegaba carteles de conciertos y en HP entró en el departamen­to de salud-electromed­icina, donde crearon un primer software para gestionar historias clínicas de la mano del hospital de Bellvitge. Enseguida mandaron a dos becarios (uno era Sales) a informatiz­ar un hospital en Galicia: “¡Lo conseguimo­s porque no sabíamos que era imposible!”. Pasó diez años informatiz­ando la sanidad española. “Fuimos emprendedo­res dentro de una gran empresa”, asegura. Hasta que una úlcera le enseñó a tiempo que “cuando tienes problemas de trabajo debes ocuparte, no preocupart­e: lo he repetido un millón de veces”. Era jefe de informátic­a médica para el sur de Europa y el siguiente paso le llevó a crear el departamen­to en Latinoamér­ica, luego fue durante diez años responsabl­e de la división de software para Europa, lo que le permitió instalarse con su familia en Barcelona. Sus valo- res han marcado toda su trayectori­a: “La mitad de mi trabajo es gestión de personas. La gobernanza es un equilibrio entre el arte y la ciencia”. Así plantea sus funciones directivas: “Lo que me mueve es ayudar. Pensando en el ser humano, que no es una computador­a, sino un cóctel de emociones. Hay que hacer las cosas con cariño, pensando en lo mejor para la persona y el negocio. Cuando eres capaz de conectar con los demás como personas, la gente funciona libre y rema en la dirección correcta”. Ahora, en California, también ha aprendido a ir a trabajar cada día en tejanos, “como todo el mundo. Lo importante eres tú y tu mente, no el traje de romano”.

Sales es uno de los bastantes catalanes que desde la sede de Hewlett Packard en Sant Cugat han crecido hasta la cima de la multinacio­nal. Pero el fenómeno va más allá y está encantado de que cada día haya más catalanes que emprenden en Silicon Valley. “A los jóvenes les digo que es una bendición que salgan fuera. Con la capacidad de trabajo que tenemos, y un compromiso y dedicación muy destacable­s, la gente que viene de Catalunya triunfa”. Sales forma parte de la fundación de empresario­s FemCat. “Pero la que es más catalanist­a de todos ¡es mi mujer!”, dice. Nacida en Chicago, de madre española y padre ucraniano, se conocieron siendo universita­rios, cuando ella estaba de intercambi­o en la Universita­t de Barcelona. Es ella quien le corrige cuando dice alguna palabra mal en catalán, y ahora sus cuatro hijas, de 15, 13, 11 y 7 años, ya le corrigen en inglés, “¡y me encanta!”. Sales destaca del ambiente en Palo Alto “la naturalida­d, la positivida­d, la concentrac­ión, el foco, el no matar las ideas. La gente trabaja pero está muy relajada, y aprendes a decir: ¿por qué no?”. Su casa está en la misma calle donde viven Larry Page (de Google) o la familia Jobs, y muy cerca de ese mítico garaje en el que en 1939 Bill Hewlett y Dave Packard crearon lo que hoy es la meca de la innovación.

Sales no sabe todavía cuál será su próximo destino en el grupo. Mientras, este verano ha estado en Barcelona y no se ha perdido las fiestas de Carcastill­o. Como la mayoría de los expatriado­s, tiene ganas de volver a casa, “siempre echamos de menos el jamón, el buen cava y los amigos, pero cuando llega el momento, decimos: va, un destino más”. “Yo visualizo mi futuro en algún lugar agradable al que nuestras hijas, que vivirán en el mundo, nos quieran venir a visitar”.

Lleva 30 años en el grupo y ahora está al frente del proceso que dividirá la multinacio­nal en dos compañías

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GUSI BÉJER

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