De Évora a Lisboa
El caso lastra al socialista Costa, con sólo un punto de ventaja sobre Passos Coelho
El ex primer ministro portugués José Sócrates abandona la cárcel de Évora para seguir su condena en arresto domiciliario en Lisboa sin tener que llevar la pulsera electrónica.
Doscientos ochenta y cinco días después de ingresar en prisión, el ex primer ministro portugués José Sócrates salió el viernes de la cárcel de Évora para dirigirse a un piso de Lisboa en arresto domiciliario. El exgobernante socialista logró eludir la humillante libertad con pulsera electrónica que rechazó hace tres meses, cuando decidió esperar a que el juez cambiase de parecer, lo que ocurrió justo a un mes de las elecciones del 4 de octubre, ante las que su caso constituye la gran esperanza del actual primer ministro, el conservador Passos Coelho, para mantener el poder.
Portugal es un país en el que las cosas suelen suceder en el horario de máxima audiencia televisiva, durante los telediarios nocturnos, una regla que el viernes volvió a cumplirse. Y el protagonista del delirio informativo acabó siendo un repartidor de pizza al que la policía no dejaba acceder al edificio en el que se alojó Sócrates mientras los reporteros le acosaban a preguntas.
Antes había entrado sin hacer declaraciones un Sócrates al que se veía feliz y más delgado. Cambió su celda individual de la prisión de máxima seguridad de Évora por un piso en un edificio de apariencia modesta en la zona de la Alameda Alfonso Henriques de Lisboa. Es una vivienda de su exesposa, Sofia Fava. Las caracte- rísticas del inmueble se ajustan a su estrategia de negar que sean suyos los 23 millones que el supuesto testaferro Carlos Santos Silva repatrió desde Suiza dentro de una amnistía fiscal promovida por el Gobierno socialista.
Sócrates afirma que el dinero que recibió de Santos Silva, para mantener su vida de gran lujo en París y Lisboa cuando dejó el poder, procedía de un préstamo de un amigo, en vez de ser la canalización del supuesto botín obtenido con comisiones ilegales. En esta línea, acaba de vender por 675.000 euros el apartamento que poseía en la zona del Marqués de Pombal, para, según él, comenzar a devolver las deudas que mantiene con Santos Silva.
La carrera política de Sócrates se caracterizó por una muy hábil utilización de su imagen, lo que le permitió convertirse en el 2005 en el único candidato socialista que ha obtenido una mayoría absoluta. Y desde que el 24 de noviembre del año pasado ingresó en prisión se esforzó, a través de sus cartas y entrevistas por escrito, en presentarse como la víctima de un complot urdido según él contra el Partido Socialista.
En un espectacular golpe de efecto, el pasado 8 de junio Sócra- tes se negó a salir de la cárcel con la pulsera electrónica, una modalidad que en Portugal sí existe para los casos de corrupción. Era una forma de reivindicarse como un supuesto preso político. Se quedó otros tres meses en la cárcel de Évora, dedicada a miembros de las fuerzas de seguridad lusa. Según el semanario Expres
so, mataba el tiempo corriendo, escribiendo, viendo series de televisión, como Los Soprano y Jue
go de tronos y leyendo libros de autores como Roth y Grossman.
Ahora, con motivo de una nueva reevaluación trimestral de la orden de prisión preventiva, el juez Carlos Alexandre decidió prescindir de la pulsera y limitar las medidas de vigilancia a un policía en la puerta. El juez y el fiscal sostienen que ya no hay peligro de fuga ni de destrucción de pruebas por parte del ex primer ministro, imputado por fraude fiscal cualificado, blanqueo de capitales y corrupción pasiva.
El juez Alexandre no agotó el plazo para decidir la puesta en libertad del ex primer ministro, que expiraba el miércoles, el día precisamente del debate televisivo entre Passos Coelho y el candidato socialista, António Costa, un político muy cercano a Sócrates, vinculo que le lastra en las encuestas. El viernes se publicó la última, con sólo un punto de ventaja para Costa. La batalla se presenta muy igualada, y las miradas están puestas en un piso de Lisboa de apariencia modesta, convertido en prisión a domicilio.
Sócrates consigue la libertad eludiendo la humillante pulsera electrónica y pasa a arresto domiciliario