La vida en el octavo emirato
Desde los años sesenta, la fisonomía de Londres ha cambiado con el derrocamiento de la monarquía griega, la crisis de la OPEP, la caída del sha de Irán, el descubrimiento de petróleo en Nigeria, el big bang (liberalización) de la City en tiempos de Thatcher o el desmantelamiento de la Unión Soviética. Cada vez que pasaban esas cosas, venían dinero y personajes diferentes. Ahora Londres es Londonis
tán, una Meca a orillas del Támesis. Y aparte de los residentes habituales, cada vez que se acerca el Ramadán toda la corte de jeques árabes y su séquito –decenas de miles de personas– se trasladan a la capital inglesa, ya sea para una última explosión de placeres antes del ayuno, o para celebrar que éste ha terminado. Los jardines se ven cuidados por primera vez en meses, y vuelve la vida a fabulosas mansiones abandonadas la mayor parte del año. Muchos envían sus cochazos en contenedores, con un coste de casi veinte mil euros. Otros, prefieren alquilar los Bentley, Rolls Royce, Maseratti y Ferrari en agencias especializadas que hacen su agosto y les cobran dos mil euros al día.
Los habitantes de los barrios más lujosos de Londres –Knightsbridge, Mayfair, Chelsea– tienen pavor a esta época del año, porque los motores rugen a todas las horas del día y de la noche, para fardar y llamar la atención de los llamados carca
parazzi, tipos que sacan fotos a joyas motorizadas que no se ven habitualmente y las cuelgan en Instagram o Facebook. Es raro el día que no hay algún Lamborguini o equivalente a la puerta de Harrods, generalmente con una multa o un cepo por estar mal aparcado. Pero a sus dueños no les importa. Primero, porque les sobra el dinero. Y segundo, porque nadie va a ir a Abu Dabi o Kuwait para exigirles que paguen.
Durante este éxodo londinense, como el del verano a Marbella, van al teatro y restaurantes de moda como Zuma o Hakassan, hacen auténticas redadas en grandes almacenes como Selfridges y Harvey Nichols (son con diferencia los visitantes que más gastan, siendo normales transacciones de quince mil euros), juegan al póquer en los casinos y –siendo grandes aficionados a los caballos– aprovechan para ir al derby y a Ascot. También para poner en marcha extensiones subterráneas de sus viviendas y hacer construir piscinas, cines, gimnasios y salas de juego para desesperación de sus vecinos.
El prototipo de cómo viven los árabes que han colonizado Londres es el complejo de apartamentos One Hyde Park, al lado del hotel Mandarin Oriental. Es la residencia más cara y la dirección más exclusiva del mundo, así como una metáfora de los tiempos que corren, donde un piso sencillo cuesta 50 millones de euros y un tríplex con vistas al parque se cotiza en 200 millones. Y no falta quien los pague.
LA TEMPORADA Todos los años, poco antes y después del Ramadán, llegan los jeques con su corte COCHES Y CABALLOS Van a las carreras de Ascot y hacen rugir los motores de sus Bentley y Ferrari