La puerta ‘voyeur’ de Duchamp
JOSEP PLAYÀ MASET
Muchos artistas han pasado por Cadaqués y se han sentido fascinados por ese pueblo de casas blancas agrupadas alrededor de su iglesia, accesible sólo por una tortuosa carretera y con ese paisaje mineral y agreste del cercano Cap de Creus. Desde Martí Alsina hasta Dalí, pasando por Picasso o Derain, por Planells o Joan Josep Tharrats, por Pitxot o Koyama, son centenares los pintores que han plantado aquí su caballete. Pero de todas las obras inspiradas en este paisaje hay una que sin tener una conexión directa recoge toda la esencia de la mediterraneidad de Cadaqués.
Nos referimos a la obra póstuma de Marcel Duchamp, que lleva título en francés: Étant donnés: 1. la chute d’eau / 2. le gaz d’eclairage. Fue presentada por primera vez en 1969, meses después de su muerte, en el Philadelphia Museum of Art. A primera vista se trata de una vieja puerta, rodeada de un arco de ladrillos, empotrada en una pared, pero a través de dos agujeros en la madera se ve detrás una compleja instalación tridimensional, a modo de diorama.
La obra se montó según las instrucciones dejadas por Duchamp antes de morir. La había completado en su estudio de Nueva York. Tras firmarla, añadió la fecha: 1946-1966, que evocaba el largo periodo de gestación. La puerta se trasladó desde Cadaqués hasta Nueva York y de ello se encargó el constructor Emili Puignau, alcalde entonces de Cadaqués. Calvin Tomkins, biógrafo de Duchamp, dice que este la “había visto en una casa de un pueblecillo situado a unos kilómetros de Cadaqués y que tenía apalabrada con el propietario”. Añade que los ladrillos son también de “la zona de Cadaqués”. Jennifer GoughCooper y Jacques Caumont dicen que fue en La Bisbal donde Duchamp encontró “a la entrada de un viejo edificio una puerta de madera ya provista de cerradura y de una apertura a la altura de los ojos”. Pilar Parcerisas, autora de un estudio sobre la relación entre Duchamp y Catalunya, aventura que Duchamp debió inspirarse en las puertas que vio en el Empordà y encargó la compra a Puignau. Y es probable que acudiese a La Bisbal, donde hay varias tiendas de anticuarios, en las que Dalí compraba también muebles antiguos.
Existe una foto de Teeny, la compañera de Duchamp, frente a esta puerta en su enclave original, pero hasta ahora nadie ha identificado el lugar exacto donde estaba.
Marcel Duchamp acudió por primera vez a Cadaqués en 1933, seguramente gracias a Dalí. Y volvió sistemáticamente cada vera- no entre 1958 y 1968. Aquí diseñó también la que está considerada como su última obra, una “chimenea anaglifa” que hizo construir a Puignau en la casa que tenía alquilada, y de la que existen varios croquis. La estrenó en el mes de septiembre de 1968 poco antes de partir. Duchamp falleció en su apartamento de París el 2 de octubre siguiente.
Existen diversas fotos de Duchamp jugando al ajedrez en el bar Melitón de Cadaqués, su gran afición, pero también en visitas al Cap de Creus, Sant Pere de Rodes, Figueres... En una de estas aparece junto a su esposa Teeny y la hija de Denise Brown Hare –que hizo la foto–, en La Caula, junto a una cascada de agua, a poca distancia de Figueres. La foto es de 1965, y ahora cuando se cumplen 50 años será evocada en la undécima Trobada Internacional de Poesia d’Acció i Performance La Muga Caula, que Joan Casellas organiza en Les Escaules. Es un lugar muy popular, conocido también por Dalí, que seguramente facilitó la última inspiración a Duchamp para concluir Étant donnés. Los dos agujeros en la puer- ta permiten ver en un primer plano una pared de ladrillo con un boquete irregular y a través de él se percibe un cuerpo desnudo de mujer, con las piernas abiertas, un sexo abierto y sin vello púbico (varios autores ven una referencia explícita a Courbet). La mano de la mujer sostiene una lámpara de gas, con forma fálica, y el cuerpo está tendido sobre un lecho de hierbajos. Al fondo aparece un paisaje frondoso con una cascada. Aunque está construido sobre
La puerta de ‘Étant donnés’ se trasladó directamente de Cadaqués a Nueva York donde se montó la instalación y hoy se exhibe en el museo de Filadelfia
unas fotos de una población suiza de Chexbres, la conexión con La Caula es evidente.
Como dijo el pintor Joan Josep Tharrats, “a veces hemos de ser un poco chauvinistas, Duchamp trabajó entre nosotros y si su arte no fue un arte catalán –porque su visión era totalmente universal–, era al menos un arte discutido, pensado y realizado en buena parte en Catalunya”.