Futuro incierto para Novo Banco
La reprivatización del ex Banco Espírito Santo portugués se complica
La carrera contrarreloj para la reprivatización del Novo Banco se le está atragantando al Banco de Portugal y al Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho. El objetivo de vender durante este verano la entidad que gestiona la parte sana del ex Banco Espírito Santo está en el aire después de que el pasado lunes fallasen las negociaciones con el primer candidato, la aseguradora china Anbang.
En los mercados financieros se teme que las conversaciones ahora en marcha con el fondo Fosun, también de China, acaben de la misma forma, por lo que sólo quedaría la última opción de Apollo, el fondo que se quedó hace unos años Evo Banco, la entidad surgida con el negocio de las oficinas de Nova Ga- licia fuera de su comunidad. El precio y las incertidumbres que pesan sobre el Novo Banco, con los test de estrés europeos a la vista, aparecen como los principales factores que lastran esta operación que el Gobierno luso querría cerrar antes de las elecciones legislativas del 4 de octubre.
Los bancos portugueses cerraron esta semana en la Bolsa lisboeta con un nuevo castigo, ante la posibilidad de que se aplace la venta del Novo Banco, en manos del Fondo de Resolución desde que el Banco de Portugal rescató al Espírito Santo el 3 de agosto del 2014, con una inyección de 4.900 millones de euros. El regulador luso dispone ahora de apenas dos semanas para tomar una decisión antes del inicio de la campaña electoral de las muy reñidas elecciones de octubre. Como sucesor del Espírito Santo, el Novo Banco tiene una gran relevancia sistémica y simbólica en el sistema financiero luso. La rápida venta, en un año o como mucho en dos, constituyó un objetivo declarado desde el comienzo del rescate.
El Gobierno querría que ya estuviese hecha, porque así habría evitado que computasen como déficit los 3.900 millones que aportó como préstamo al Fondo de Resolución. Sin embargo, han surgido varias complicaciones, como las de los litigios pendientes por los agujeros del Espírito Santo que puede tener que asumir el Novo Banco, entre los que figura un pleito con Goldman Sachs.
Y la entidad portuguesa tuvo en el primer semestre unas pérdidas de 251,9 millones de euros. Además, de los tres aspirantes a la compra que entraron en la fase final, dos son chinos, de manera que la crisis financiera en el país asiático de este verano generó nuevas incertidumbres que pueden acabar llevando al traste la operación.
El recuerdo del fiasco económico que supuso la nacionalización del pequeño Banco Português de Negócios (BPN) condiciona la apuesta por intentar vender el Novo Banco al precio más cercano posible a los 4.900 millones que costó el rescate del Espírito Santo, de los que de momento los otros bancos sólo aportaron 1.000 millones.
Según el Diário Económico, la aseguradora Anbang ofrecía 2.500 millones y exigía unas garantías que no fueron aceptadas por el Banco de Portugal, lo que llevó a que esta entidad anunciase el lunes pasado que fallaron las negociaciones. El siguiente candidato, Fosún, ofrecería algo menos y quedaría el tercero Apollo, que habría sido el único que mejoró su oferta inicial. Sin embargo, las negociaciones están siendo herméticas y ya ha habido un clamoroso error de la prensa lusa que dio por descartado a Fosún antes de tiempo, quizá debido a un intento del Banco de Portugal de que no se supiese que la puja se jugaba entre dos firmas chinas, para evitar que se pusiesen de acuerdo entre ellas.
El capital chino ha sido el principal inversor en el Portugal de la crisis financiera, junto con Angola, aunque éste se encuentra ahora en retirada por el colapso económico que sufre esta excolonia lusa por la caída de los precios del petróleo. Así, en la carrera por el control del Novo Banco también se dilucida si China va a reforzar todavía más su ya fuerte influencia en Portugal.