Celebrando
China me considera un amigo y me ha enviado esta semana a estar cerca de su presidente, Xi Jinping, en la plaza Tiananmen, durante el desfile militar conmemorando el 70.º aniversario de su victoria en la guerra contra la “agresión japonesa”, como ellos la llaman. Como en otras de estas invitaciones, aprovechan para pedir opiniones e ideas, lo cual es un gran honor, me tratan increíblemente bien, y esto me hace sentir muy agradecido. Pero la actividad de mi escuela en China, Ceibs, es públicamente bien conocida, y sus actos importantes son seguidos por la prensa. El 27 de agosto tuvimos el primer fórum de este curso y el ponente era Tadamitsu Matsui, que hoy es consejero honorífico y fue presidente de Muji (Ryohin Keikaku Co., Ltd.), una importante empresa japonesa. Graduado por la Universidad de Tokio, en la década del 2000 reestructuró su empresa y la desplegó globalmente. Pero antes de las vacaciones tuvimos allí también como gran ponente a Kazuo Inamori, fundador y gran promotor de empresas japonesas como Kyocera y KDDI. Estos empresarios japoneses llenaron el auditorio de empresarios y ejecutivos chinos.
Un colega europeo me dijo bromeando: “Estos directivos chinos están dispuestos a aprender hasta de sus demonios”. Pero la realidad es que muchas empresas japonesas han tenido un gran desarrollo en China. Su despliegue internacional ha ocurrido en muchos casos en la última década, y Japón, como China, ha tenido que enfrentarse en su salida al mundo con culturas radicalmente diferentes. Los europeos y los americanos comemos con tenedor y cuchillo, los chinos y los japoneses, con palillos, por ejemplo. Y, desde luego, es cierto que los directivos chinos están dispuestos a aprender y van a salir al mundo.
Si miro quién viene del mundo a China a hacer un máster en dirección de empresas, veo que hay americanos, europeos y japoneses. También hay muchos de otros países asiáticos: India, Corea, Malasia... y de América Latina o África. Y, como he dicho muchas veces, los jóvenes que hacen su máster en mi escuela de China, en Harvard o en el Iese, son muy parecidos, y lo que ocurre dentro de una clase, también. Este mes de agosto, un joven alemán que hizo su máster en China ha estado organizando una reunión de exalumnos de su escuela de China que están en Europa, y en ese grupo muchos son europeos. ¿Adónde nos lleva todo esto? Pues la cosa está bastante clara: nuestra juventud considera que para ser “normal” hay que salir al mundo y en el momento que van madurando buscan la manera de irse a estudiar a otro país, tratar de encontrar alguna beca para ello, aprovechar la posibilidad que ofrecen muchas universidades y escuelas de participar en intercambios con otros estudiantes, encontrar la manera de hacer prácticas en alguna empresa en otro país. Todo esto es uno de los principales temas de conversación entre nuestros mejores jóvenes hoy en día, y la cosa va a más.
China celebra su victoria sobre Japón, y mientras, los chinos se compran un coche japonés, se van a estudiar a Japón, escuchan con admiración a líderes empresariales japoneses o se van de turistas a Japón. Pero el show en Tiananmen está bien hecho, la historia hay que recordarla aunque sólo sea para evitar repetir errores, pero también porque nuestros abuelos sufrieron mucho en aquellos tiempos y algo de aquel sufrimiento ha enriquecido nuestra cultura familiar. Viendo a los chinos en ese show de Tiananmen se percibe el orgullo que sienten de los resultados que les está produciendo su esfuerzo (China seguirá yendo bien), pero también el valor que dan a su tradición. Hagamos un pequeño esfuerzo para pensar de una forma un poco más global.
Nuestra juventud sabe que para ser normal hay que salir al mundo e ir a formarse a otro país