El Papa moviliza a la Iglesia
Francisco pide a todas las parroquias y monasterios que acojan refugiados
No podía ser de otra manera con un papa como Francisco, que escogió visitar la isla de Lampedusa en su primera salida de Roma, en julio del 2013, para ver con sus propios ojos el drama diario en el Mediterráneo. Ayer, en el ángelus, Jorge Mario Bergoglio hizo un llamamiento a las parroquias, comunidades religiosas, monasterios y santuarios de toda Europa para que acojan a una familia de refugiados. También lo harán, para dar ejemplo, las dos parroquias en territorio vaticano.
Desde la ventana del apartamento papal, en la plaza de San Pedro, Francisco explicó a los fieles un pasaje del Evangelio en el que Jesús cura a un sordomudo. En la interpretación del Papa, aquel episodio va más allá de la curación y nos anima a no cerrarnos en nosotros mismos, ni como personas, ni como Iglesia, ni como patria. Con este trasfondo abordó “la tragedia de miles de refugiados que huyen de la muerte por la guerra o por el hambre, y están de camino hacia una esperanza de vida”. Francisco insistió en que el Evangelio “nos pide ser cercanos a los más pequeños y abandonados, darles una espe- ranza concreta, no sólo a decirles ¡coraje, paciencia!”. “La esperanza cristiana es combativa, con la tenacidad de quien va hacia una meta segura”, agregó.
El Pontífice enmarcó su llamamiento a la acogida de familias de refugiados en parroquias, monasterios y comunidades religiosas dentro del próximo Jubileo extraordinario de la Misericordia, que empezará en diciembre. “Me dirijo a mis hermanos obispos de Europa, verdaderos pastores, para que sus diócesis apoyen este llamamiento, recordando que la misericordia es el segundo nombre del amor”, dijo Francisco.
El presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Angelo Bagnasco, agradeció la actitud del Papa y aseguró que la Iglesia está dispuesta a movilizarse por la acogida. Se hablará del tema en Jerusalén, donde esta semana celebran una reunión los presidentes de las conferencias episcopales europeas.
Antes del llamamiento del Papa, eran ya muchas las parroquias del continente empeñadas en ayudar a inmigrantes y refugiados, así como las organizaciones dependientes de la Iglesia católica, como Cáritas, que les atienden. Pero la propuesta del Papa supondría una operación de gran envergadura. Sólo en Italia hay unas 60.000 estructuras eclesiales que podrían acoger a una familia. En toda Europa se cuentan por centenares de miles.
El compromiso de Francisco encaja con su filosofía de una Iglesia que vaya a las periferias existenciales, que no se quede ensimismada en sí misma o en disquisiciones teológicas.
El tema de la inmigración ocupará un lugar muy relevante en el próximo viaje del Papa a Estados Unidos, a finales de este mes, después de la visita a Cuba. Francisco hablará ante las dos cámaras del Congreso, en Washington, y, también en la capital federal –donde viven centenares de miles de centroamericanos–, beatificará a fray Junípero Serra, el franciscano mallorquín que evangelizó California. Su mensaje con este primer santo hispano será también el de recordar a los estadounidenses que su origen como nación no sólo es anglosajón y protestante (por los colonos que llegaron a Virginia y los puritanos del Mayflower que desembarcaron en Massachusetts), sino que hay la fuerte componente hispana y católica derivada de la presencia española, anterior a la inglesa. Ese razonamiento cobra importancia ante el debate sobre la reforma migratoria y la amnistía a los simpapeles.
Francisco tendrá otros encuentros con inmigrantes en Harlem (Nueva York) y nada menos que en Independence Mall de Filadelfia, el lugar fundacional de EE.UU. y su primera capital.