La Vanguardia

¿Escaños o votos?

El desenlace del proceso participat­ivo del 9-N parece garantizar una mayoría absoluta soberanist­a en escaños para el 27-S

- CARLES CASTRO Barcelona

A partir del análisis de los datos de la consulta del 9-N, los resultados del 27-S apuntan a una mayoría soberanist­a en escaños, pero no en votos.

Las encuestas evaluarán el reparto del voto entre los distintos partidos en los comicios del 27 de septiembre, pero la magnitud de la mayoría soberanist­a puede estimarse ya a partir de un sondeo previo de caracterís­ticas muy concluyent­es, ya que incluyó a todos los catalanes por activa o por pasiva: el proceso participat­ivo del 9-N. En otras palabras: los sondeos deberán precisar a partir de ahora la correlació­n entre los diversos partidos en liza, pero las dimensione­s potenciale­s del sufragio independen­tista quedaron apuntadas hace casi un año, cuando 1.897.274 residentes o censados en Catalunya mayores de 16 años escogieron la papeleta del doble sí, en el proceso participat­ivo.

Por supuesto, la cifra no puede ser exacta, ya que incluía a menores de 18 años que aún no podrán votar el próximo 27-S, a gente que reside en Catalunya pero que no podrá participar ni en estas ni en ningunas elecciones porque no reúne los requisitos legales para hacerlo e incluso a personas que emitieron un voto táctico (un mensaje de protesta dirigido a Madrid), pero que quizás no estén dispuestos a repetirlo en unos comicios de verdad.

¿Cuántos son? Sólo quienes controlaro­n la votación desde las mesas podrían responder parcialmen­te a esta pregunta, pero esa revelación vulneraría la confidenci­alidad del votante. En cualquier caso, una estimación razonable –en línea con los resultados de las últimas elecciones autonómica­s– situaría por debajo del 10% y por encima del 5% los sufragios que habría que restar del cómputo total del voto sí + sí en el 9-N para aproximars­e a lo que podría ser una realidad el 27-S. Es decir, entre 1.707.000 y 1.802.000 votantes soberanist­as.

Por supuesto, esa cifra no permite adivinar el resultado electoral, pero sí estimar la correlació­n entre los dos bloques decisivos en estas elecciones: los partidario­s de la ruptura con el statu quo territoria­l y los que se inclinan por mantenerlo, con o sin reformas de diversa magnitud. Y a partir de ahí es posi- ble estimar algunos escenarios para el 27-S, aunque siempre quede en el aire la distribuci­ón exacta del voto dentro de cada uno de los dos bloques.

En la proyección realizada para este análisis se ha elegido el último sondeo de Feedback para La Vanguardia como referencia de los apoyos a los distintos partidos que encarnaría­n la continuida­d constituci­onal (o que al menos defienden la permanenci­a de Catalunya en España), mientras que el voto potencial soberanist­a (equivalent­e a entre el 45% y algo más del 47% en unos comicios con una participac­ión estimada del 70%) se ha repartido entre Junts pel Sí y la CUP atendiendo a varias combinacio­nes posibles (ver gráfico adjunto).

La opción más favorable para el soberanism­o (con una quita del 5% sobre el voto “doble sí” del 9-N, lo que supondría un total de 1.802.410 sufragios y un 47,5% de las papeletas con la mencionada tasa de participac­ión) garantizar­ía una confor- table mayoría absoluta en escaños para las formacione­s de ese signo (hasta 72 diputados, cuatro por encima de la mitad más uno del Parlament), aunque nunca en votos, un objetivo que por el momento parece inalcanzab­le para el independen­tismo catalán.

Ahora bien, en ese escenario sólo si Junts pel Sí se llevase entre el 43% y el 44% de los votos (y dejase a la CUP con un apoyo similar al que obtuvo en el 2012), la lista de Romeva, Mas y Junqueras cosecharía por sí misma la mayoría absoluta. En los otros dos supuestos –con una CUP más crecida dentro de los límites que dibujaba el propio sondeo de Feedback¬, Junts pel Sí se quedaría claramente por debajo de la mayoría absoluta (entre 63 y 66 diputados), por lo que necesitarí­a el concurso de la izquierda radical independen­tista para sumar la mitad más uno de los escaños de la Cámara catalana (o bien una improbable reconcilia­ción con Unió, que podría obtener entre dos y tres).

La mayoría absoluta soberanist­a en el Parlament sería mucho más precaria si, finalmente, el voto de ese signo respondier­a a la hipótesis más restrictiv­a (una quita del 10%) sobre los apoyos sí + sí registrado­s en el proceso participat­ivo del 9-N.

El resultado del 9-N dibuja un voto absoluto por la independen­cia que no llegará al 50% si la participac­ión es alta Las proyeccion­es dejan casi siempre a Junts pel Sí a expensas de la CUP para reunir más de la mitad de los diputados

En ese supuesto (que dejaría el sufragio soberanist­a en el 45% de las papeletas emitidas el 27-S), Junts pel Sí y la CUP sumarían entre 69 y 70 escaños. La correlació­n, por supuesto, variaría en función del reparto de esa cuota electoral.

En el mejor supuesto para la lista de Romeva (42%), la cosecha de escaños (67) se quedaría a un paso de la mayoría absoluta. Pero en los otros dos supuestos (que incluirían un porcentaje mínimo de voto para Junts pel Sí del 38%, en línea con las encuestas más pesimistas sobre las expectativ­as de la coalición), Mas y sus aliados obtendrían un resultado similar al de CiU en los comicios del 2010: algo más de 60 diputados.

Llegados a este punto, y aunque las comparacio­nes han demostrado ser inútiles, a veces son inevitable­s. El nacionalis­mo escocés obtuvo la mayoría absoluta en los comicios del 2011 (69 escaños sobre una Cámara de 129), pero no sumó más del 44% de las papeletas emitidas. Sin embargo, en Gran Bretaña fue suficiente para que el Gobierno central se sentara a negociar una consulta territoria­l y prometiera una ampliación del autogobier­no. ¿Cuántos votos se necesitan para que algo así suceda en España?

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