La Vanguardia

La ruta del Ártico

Unos 150 solicitant­es de asilo han entrado en el espacio Schengen por Noruega, después de atravesar toda Rusia hasta el círculo polar

- GLORIA MORENO

Mientras miles de refugiados tratan de llegar a Europa escondidos en camiones o arriesgand­o su vida en el Mediterrán­eo, otros han descubiert­o una ruta alternativ­a mucho más segura, rápida y barata. Este año, unos 150 solicitant­es de asilo han entrado en el espacio Schengen por el norte de Noruega, después de atravesar toda Rusia hasta llegar al círculo polar Ártico.

No es un periplo corto. Los que llegan desde Siria tienen que recorrer unos 4.000 kilómetros, que son los que separan Damasco de Kirkenes, la localidad noruega más cercana a la frontera rusa. Pero comparado con los caminos que llevan a Europa por el sur, resulta menos peligroso e incluso más económico. En total, puede llegar a costar unos 2.300 euros, mucho menos que las infames travesías en precarias embarcacio­nes que organizan las mafias en el Mediterrán­eo. Además, es posible hacer el viaje en tan sólo tres días.

Para ello, primero hay que conseguir un visado ruso desde Líbano o Turquía, un trámite que cuesta unos 250 euros. Una vez obtenido, sólo tienen que comprar un vuelo hasta Moscú, por el que algunos han pagado unos 1.400 euros, y de allí dirigirse en tren hasta San Petersburg­o y luego hasta la localidad norteña de Murmansk, muy cerca ya de la frontera noruega.

Desde allí, algunos han utilizado un taxi o han pagado a algún conductor para que les llevara hasta la frontera con Noruega. Sin embargo, cada vez hay menos ciudadanos dispuestos a prestar este servicio por miedo a ser acusados de tráfico de personas. Curiosamen­te, las leyes rusas prohíben cruzar la frontera a pie, pero no en bicicleta, lo que hace que este haya sido el medio más utilizado últimament­e por los refugiados.

Se trata de una ruta bastante nueva. En todo el 2014 sólo la utilizó una docena de personas. Sin embargo, los crecientes abusos y dificultad­es que sufren quienes intentan el camino del sur, hace que la alternativ­a ártica esté ganando popularida­d. Según las autoridade­s, los números empezaron a aumentar hace alrededor de medio año. Pero ha sido ahora, en julio y en agosto, cuando se ha detectado una mayor actividad.

UN LARGO PERIPLO Desde Damasco hay 4.000 kilómetros pero la ruta es más segura, rápida y barata

A la policía noruega, de hecho, le preocupa que el creciente interés que este fenómeno está generando en la prensa internacio­nal acabe provocando un efecto llamada, en un momento en el que la frontera sur del continente parece colapsada.

El pasado miércoles, por ejemplo, varios medios noruegos y extranjero­s esperaron a que llegara algún refugiado en el puesto fronterizo de Storskog. A las 17 horas apareció el primero, un chico sirio de 20 años montado en bicicleta que dijo haber tardado una semana en llegar hasta allí. Un poco aturdido por la imprevista recepción de los medios, explicó que había viajado por tierra, se supone que en tren o autobús, a través de Turquía y, luego, Rusia.

Según relata el diario digital noruego The Local, detrás de él llegó otro hombre, mayor, y una familia de seis miembros, tres de ellos menores.

De momento, no parece que quienes optan por este camino estén siendo víctimas de las mafias. Según los oficiales que les acogen en la frontera, los refugiados suelen llegar solos, en familia o en pequeños grupos, en buen estado de salud y felices por haber logrado su objetivo.

Pero en esta remota región polar no existe ningún centro de inmigració­n, por lo que son transporta­dos en el primer vuelo disponible a Oslo, la capital, para ser identifica­dos y empezar a tramitar su petición de asilo.

En lo que va de año, el país escandinav­o ha recibido casi 1.000 solicitude­s. La mayoría sigue entrando por la frontera sur. Sin embargo, en Storskog cada vez se apelotonan más bicicletas.

Noruega no forma parte de la Unión Europea, pero sí del espacio Schengen, que permite la libre circulació­n entre sus países miembros.

Sorprende, sin embargo, que muy pocos inmigrante­s, sólo 26 en lo que va de año, hayan intentado entrar a Europa por Finlandia, que queda más cerca y comparte una frontera mucho más larga con Rusia. Probableme­nte se debe a la restrictiv­a política de inmigració­n que este país promueve desde hace años y que explica que sea uno de los países con menos población extranjera del continente. De la zona, el más abierto con diferencia es Suecia, que actualment­e tiene el mayor número de refugiados per cápita de toda Europa.

EN LA FRONTERA Los refugiados entran en bicicleta porque las leyes rusas prohíben cruzar a pie

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CORNELIUS POPPE / AFP El paso fronterizo entre Rusia y Noruega, cerca de la localidad noruega de Kirkenes

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