Sarita Choudhury, en Barcelona antes de volver a ‘Homeland’
Sarita Choudhury, de Tom Hanks a ‘Homeland’ pasando por Barcelona
Tratar bien a quienes trabajan para ti siempre es de agradecer porque no suele ser así. Isabel Coixet ama a (casi) todos los actores que dirige al punto de que muchos de ellos se convierten en sus amigos. A Ben Kingsley le invitó a celebrar el cumpleaños en Barcelona, pero a otros les ha regalado una de sus especialidades menos conocidas: una sesión de dj, algo en lo que es más que una experta. Las han tenido ya Tim Robbins (que trabajó con ella en La vida secreta de las palabras), Rinko Kikuchi ( Mapa de los sonidos de Tokio, Nadie quiere la noche), para quienes organizó sarao casero; para el fotógrafo Manuel Outumuro fue la guinda del pastel de su cumpleaños; Sophie Turner (Sansa Stark en Juego de tronos, a quien la dirigió en Mi otro yo, antes Panda eyes) la tuvo en un restaurante griego, el Dionisios. Y la última sesión la celebró en Margarita Blue, un singular bar de copas barcelonés (donde ella misma se puso música el día de su cumpleaños). Y se la dedicó a una actriz singular, Sarita Choudhury, que encarna a Jasleen, la esposa concertada de Ben Kingsley en Aprendiendo a conducir, lo último de Coixet.
Sarita terminaba sus vacaciones de tres semanas en casa de unos amigos en Barcelona, pero Isabel estaba en el Festival de Cine de Vitoria. Tomó un tren y se presentó en Margarita Blue con su equipo de música, su columna de sonido, su ordenador y su programa de temas. Y allí estaba Sarita, feliz, refugiándose en el amable anonimato de ser una estrella de las llamadas de culto reconocible sólo para los expertos que la han visto en pequeñas grandes obras de la pequeña ( Homeland, The good wife, Kings) y la gran
Isabel Coixet, brillante dj, le puso música al despedirse de la ciudad y volver a ‘Homeland’ el próximo octubre
pantalla ( Los Juegos del Hambre, La joven del agua, Gloria, Kama Sutra, La casa de los espíritus,
Mississippi Masala). “La verdad es que prefiero el cine, pero en televisión hay mejores papeles... y pagan mejor”, bromea mientras maneja su cabellera de lado a lado, movimiento que repite mientras suena This old heart of mine, de Isley brothers. Sarita acaba de rodar en Berlín A hologram for
the king, con Tom Hanks, que interpreta a un empresario que busca en Arabia Saudí cómo hacer dinero fácil. Tras Homeland, le siguen fascinando los escenarios árabes, “aunque estos dos últimos se rueden en Alemania, eso parece, porque en octubre volve- ré a rodar Homeland, donde soy Mira Berenson, la esposa de Mandy Patinkin, pero si le digo algo más me cortan el cuello!” y baila, ahora con Gimme some, un
remix de Nina Simone y Mike Mangini: “Fantástico”. Se mueve con exquisita sensualidad. También canta? “No, soy un desastre”, miente mientras canturrea una cara B de The Style Council. Pero lo suyo es bailar. Nacida en Londres, se crió en Roma –su italiano es fluidísimo–, donde su padre, que trabajaba en la FAO, estaba destinado. Estudió Semiótica en la Universidad de Londres y en su agitado currículum, que desvela entre acordes, nos cuenta que está divorciada de un fotógrafo de guerra de quien tiene una hija que actualmente cuenta once años.
A pesar de todo, su aire es latino, una extraña y bella mezcla de orígenes que afloran en una savia ardiente. Trabajando es perfeccionista, puntual, y deja su lado salvaje para estas veladas con amigos en vacaciones. Esta es la tercera vez que pisa Barcelona, una ciudad que le encanta. De las dos veces anteriores quiere olvidar la segunda, donde pasó dos meses rodando. Ni recuerda ni quiere. Prefiere seguir la música, aceptar las rosas de un pakistaní y posar informalmente para el fotógrafo Outumuro, que está en la fiesta. Sin una pizca de maquillaje, ni sombra de bótox, ni un peine. Está hermosa, acaba de cumplir (18 de agosto) sus felices 49 años. Le quedan unas horas de fiesta barcelonesa, tiene que cerrar las maletas y regresar a Nueva York, donde vive en Williamsburgh, Brooklyn, relativamente cerca de donde tiene su residencia actual Isabel Coixet.