Faltan periodistas, sobran bobos
Durante meses y desde los más diversos emisores de noticias, rumores, opiniones, contraopiniones, alabanzas y descalificativos, David de Gea, joven y extraordinario portero de fútbol, hoy bajo la férula del Manchester United y del siempre iracundo holandés Louis van Gaal (su verdadero nombre sería Aloysius Paulus, según dice la Wikipedia), ha vivido el calvario de no saber cuál iba a ser su destino en las competiciones ligueras que recién comienzan en Europa. Parece ser que el joven De Gea deseaba jugar en el Real Madrid, cansado, por lo visto, del clima inhóspito de Manchester y de la lejanía que vivir allá le imponía respecto a familiares y amigos.
Había, por lo que se sabe, acuerdo general entre todas las partes para que David pudiera solazarse y jugar este temporada vestido de blanco y a las órdenes de Rafa Benítez, su hipotético nuevo entrenador, pero cuando estaba todo ya listo para el traspaso, incomprensibles retrasos de ultimísimas horas dieron al traste con el sueño del muchacho.
Mientras esto sucedía, no faltó día en que alguno de los mucho enterados que tenemos en el bien nutrido panorama de periodistas deportivos especializados en fútbol, amén de un número no menor de expertos a la violeta, anunciaban día a día que De Gea iba a ser el nuevo portero titular del Real Madrid, especialmente desde que Iker Casillas se resignó a lo inevitable tomando la carretera que de Madrid lleva a Oporto, donde seguramente no será tan famoso ni discutido, pero disfrutará cuando menos de las bondades y excelencias de los vinhos do Porto, que al decir de muchos, yo entre ellos, son los mejores de mundo en su especialidad. Oporto, además, es una ciudad bella, de no mal clima, relativamente cercana a Madrid y que dispone de un buen equipo de fútbol.
O sea y resumiendo, que todo iba bien, porque hasta Keylor Navas, gran cancerbero costarricense, aceptaba que le trocaran por De Gea. Pero hete aquí que en la medianoche del pasado 31 de agosto, fecha límite para cerrar el traspaso, unos papeles llegaron tarde y finalmente el contrato no se llegó a firmar, con el resultado de que David de Gea, Keylor Navas y algunos más –personas de sus entornos familiares– se quedaron colgados de la brocha, que es como vulgarmente se dice de estas situaciones tan poco airosas.
¿De quién ha sido la culpa? Posiblemente de muchos, excepto de los dos interesados, pues hoy en día los futbolistas de élite, como otros grandes deportistas, parecen no ser otra cosa que mercancía que se compra o se vende como se compran o se venden sacos de patatas, partidas de ladrillos o cualquier otra cosa que a ustedes se les ocurra que se pueda comprar o vender, que es casi todo, si no todo ya.
El fiasco ha sido monumental, y los aficionados se habrán quedado estupefactos con ese juego de disparates y exclusivas inventadas. Pero yo además me preguntó: ¿qué cara ponen los numerosos colegas periodistas que se apresuraron a dar una noticia en primicia, cuando tal noticia no se había producido? ¿Esto no es una manera de hacer el bobo?
¿Qué cara ponen los numerosos colegas periodistas que se apresuraron a dar la noticia del fichaje de De Gea en primicia?