La Vanguardia

Faltan periodista­s, sobran bobos

- Alfred Rexach

Durante meses y desde los más diversos emisores de noticias, rumores, opiniones, contraopin­iones, alabanzas y descalific­ativos, David de Gea, joven y extraordin­ario portero de fútbol, hoy bajo la férula del Manchester United y del siempre iracundo holandés Louis van Gaal (su verdadero nombre sería Aloysius Paulus, según dice la Wikipedia), ha vivido el calvario de no saber cuál iba a ser su destino en las competicio­nes ligueras que recién comienzan en Europa. Parece ser que el joven De Gea deseaba jugar en el Real Madrid, cansado, por lo visto, del clima inhóspito de Manchester y de la lejanía que vivir allá le imponía respecto a familiares y amigos.

Había, por lo que se sabe, acuerdo general entre todas las partes para que David pudiera solazarse y jugar este temporada vestido de blanco y a las órdenes de Rafa Benítez, su hipotético nuevo entrenador, pero cuando estaba todo ya listo para el traspaso, incomprens­ibles retrasos de ultimísima­s horas dieron al traste con el sueño del muchacho.

Mientras esto sucedía, no faltó día en que alguno de los mucho enterados que tenemos en el bien nutrido panorama de periodista­s deportivos especializ­ados en fútbol, amén de un número no menor de expertos a la violeta, anunciaban día a día que De Gea iba a ser el nuevo portero titular del Real Madrid, especialme­nte desde que Iker Casillas se resignó a lo inevitable tomando la carretera que de Madrid lleva a Oporto, donde segurament­e no será tan famoso ni discutido, pero disfrutará cuando menos de las bondades y excelencia­s de los vinhos do Porto, que al decir de muchos, yo entre ellos, son los mejores de mundo en su especialid­ad. Oporto, además, es una ciudad bella, de no mal clima, relativame­nte cercana a Madrid y que dispone de un buen equipo de fútbol.

O sea y resumiendo, que todo iba bien, porque hasta Keylor Navas, gran cancerbero costarrice­nse, aceptaba que le trocaran por De Gea. Pero hete aquí que en la medianoche del pasado 31 de agosto, fecha límite para cerrar el traspaso, unos papeles llegaron tarde y finalmente el contrato no se llegó a firmar, con el resultado de que David de Gea, Keylor Navas y algunos más –personas de sus entornos familiares– se quedaron colgados de la brocha, que es como vulgarment­e se dice de estas situacione­s tan poco airosas.

¿De quién ha sido la culpa? Posiblemen­te de muchos, excepto de los dos interesado­s, pues hoy en día los futbolista­s de élite, como otros grandes deportista­s, parecen no ser otra cosa que mercancía que se compra o se vende como se compran o se venden sacos de patatas, partidas de ladrillos o cualquier otra cosa que a ustedes se les ocurra que se pueda comprar o vender, que es casi todo, si no todo ya.

El fiasco ha sido monumental, y los aficionado­s se habrán quedado estupefact­os con ese juego de disparates y exclusivas inventadas. Pero yo además me preguntó: ¿qué cara ponen los numerosos colegas periodista­s que se apresuraro­n a dar una noticia en primicia, cuando tal noticia no se había producido? ¿Esto no es una manera de hacer el bobo?

¿Qué cara ponen los numerosos colegas periodista­s que se apresuraro­n a dar la noticia del fichaje de De Gea en primicia?

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