Queyras y Melnikov traen el Beethoven más “radical”
El dúo abre Palau 100 con las sonatas para chelo y piano
Jean-Guihen Queyras, que junto al pianista ruso Alexander Melnikov abre hoy la temporada de Palau 100 Cambra interpretando la integral de sonatas para cello y piano de Beethoven, comenzó el año en curso teniendo el privilegio precisamente de tocar el violonchelo que el propio autor de La heroica tenía en casa, el que le servía para las probaturas de sus composiciones. De hecho, el instrumento formaba parte de un cuarteto de cuerda con el que contaba Beethoven. Le había sido prestado por una rica familia judía que, a su muerte, lo recuperó. Un siglo más tarde, esa familia huía de los nazis, y ahora se da la circunstancia de que sus herederos, radicados en Israel, se pusieron en contacto hace un tiempo con la casa museo de Beethoven en Bonn para ofrecérselo.
Queyras fue el elegido para tocar el instrumento en su reaparición en público y, a pesar de que, según asegura el chelista francés, no se trata de un chelo fantástico –“no es tan bueno como mi Goffredo Cappa”–, tenerlo en las manos fue una experiencia emocionante. “Sabes que esos tonos y esas vibraciones son las que el maestro escuchaba, cuando aún oía...”. La experiencia, en cualquier caso, fue más espiritual que técnica, pues el sonido de ese chelo no ha influido en su manera de interpretar la música del maestro de Bonn, aunque sí entusiasmó a Melnikov, quien también participó en el concierto ofrecido en la Beethovenhaus el pasado enero.
La pareja artística llega hoy (20.30 h) al Palau pertrechada no con el cello de Beethoven, pero sí con sus obras completas para piano y chelo, esto es, sus cinco sonatas, un corpus que grabaron hace dos años para Harmonia Mundi.
Pero ¿hasta qué punto forman un corpus esas cinco piezas como lo forman sin duda las 32 sonatas para piano? ¿Las compuso Beethoven con voluntad de discurso unitario o ofrecerlas juntas es más una operación discográfica?
“El nuestro no es un concierto promocional de un CD que ha salido a la calle”, responde Queyras en conversación en el Palau de la Música. “De acuerdo, no forman un ciclo como lo son sin duda las Suites de Bach, pero tenemos la gran suerte de que Beethoven abordara este encuentro entre chelo y piano en tres fases muy distintas de su proceso creativo, por lo que con estas cinco sonatas puedes viajar por esos periodos: en las dos primeras tienes al joven y vibrante Beethoven, postHaydn, aún clásico en las formas pero ya marcando la diferencia con su personalidad, extraordinariamente brillante en el piano. En la tercera, la Opus 69, hay un skerzo que para mí tiene algo de hard rock a la manera romántica, con una repetición de ritmo que va y viene, un groove que te permite imaginar al hombre con sus melenas siguiendo el ritmo con la cabeza. Siempre en Beethoven hay unas maneras garçon, hasta en su periodo más pacífico”.
Respecto a las dos últimas, Jean-Guihen Queyras las califica de visionarias. “Hay algo minimalista en la núm. 4 en Do Mayor, tan compacta. Y la última es realmente futurista, con una fuga casi tan loca como su Grosse Fuge, y que hace pensar en el Cubismo de tan antinatural”. El chelista, profesor de la Musikhochschule de Friburgo, recuerda que Beethoven estaba ya en un periodo en que odiaba a todo el mundo, incluso a sí mismo. “Y a pesar de toda mi miseria, nos dice, os ofrezco eso. Es gracias a sus luchas internas que Beethoven pudo ir tan lejos, hay que estar agradecidos a esos sufrimientos”.
No se puede negar que Queyras y Melnikov trabajan duro. Tras sus últimas apariciones en el Palau, primero con los conciertos de Schumann y luego con los tríos junto a Isabelle Faust, ofrecen ahora otro programa extenso que supera las dos horas. ¿Su aporte? “Intentamos mostrar la radicalidad de Beethoven, por ejemplo, en los tempi, pues tocamos muy rápido. Y yo evito el vibrato, cosa que te permite abundar en la expresión: lo que no trabajas tanto con la mano izquierda debes hacerlo con el arco”, concluye.
El intérprete francés ha tenido el placer de tocar el reaparecido chelo que Beethoven tenía en su casa