Hamilton acelera hacia el título
El inglés aplasta en Monza y deja el Mundial temblando gracias al abandono de Rosberg y el perdón de la FIA
Sólo las cuatro horas de investigación poscarrera de los comisarios de la FIA sobre una anomalía en la presión de los neumáticos de los Mercedes amenazaron la séptima victoria del curso de Lewis Hamilton, el líder indiscutible. El británico aplastó en Monza, donde logró su victoria más contundente –aventajó a su inmediato perseguidor en 25 segundos–, y dejó el título casi sentenciado gracias al abandono de última hora de Nico Rosberg, a falta sólo de dos vueltas. Un golpe de autoridad que puede ser definitivo para empezar a encargar su tercera corona mundial: Lewis le lleva ya 53 puntos a Nico, más de dos carreras de margen cuando quedan 7.
Y es que Hamilton ha puesto decididamente la directa hacia el título. Sólo la desgracia en forma de avería o accidente puede frenar ya al inglés en su camino hacia su tricampeonato. Porque Rosberg parece muy lejos de poder hacerle frente. Ni los sábados en los duelos al sprint, a una vuelta lanzada –Lewis lleva 11 de las 12 poles–, ni los domingos en la gestión de la carrera. Por una cosa o por otra, Nico no está a la altura. Hace ya cinco carreras (desde Austria, en junio) que no le puede recortar puntos. Si en Bélgica la pifió por una pésima salida, ayer en Monza encontró su desconsuelo en una rotura de motor a falta de dos vueltas, cuando iba segundo y se había acercado a 1,2 segundos de Vettel. Difícilmente habría alcanzado al Ferrari... Pero la decepción por no sumar 15 puntos del tercer puesto no se la quitaba nadie.
“Sí, estoy muy, muy decepcionado. Todo el fin de semana ha ido mal, muy desafortunado”, se lamentaba Rosberg, que el sábado tuvo que cambiar de motor y montar una unidad usada, con cinco grandes premios acumulados, por un problema en el chasis (una fuga en el sistema de refrigeración). Después de consumir casi 300 km en las 50 vueltas completadas, el propulsor dijo basta y se incendió. “Ha sido increíble tener la explosión a dos vueltas del final, es muy decepcionante, ya que iba a tener una oportunidad con Vettel, tenía los frenos refrigerados para poderle atacar y en ese momento se esfumó”.
En todo caso, Rosberg habría salvado una vez más los muebles, porque también en Monza se le complicó la carrera, desde el sábado (4.º en la calificación) y en los primeros compases. Esta vez, el problema no fue de Nico, sino de Räikkönen, que arrancaba delante de él, desde la segunda pintura, y al apagarse los semáforos el SF15-T se le quedó clavado. “Hice lo de siempre, pero ha entrado el anti-stall (anticalado) y el coche no se ha movido”, argu- mentaba el finlandés, que tuvo que remontar desde la última posición. A Rosberg le tocó esquivarlo por la derecha, y la maniobra le costó dos puestos, ya que los Williams le pasaron y lo relegaron a la sexta posición. La remontada le llevó, a media carrera, hasta la tercera posición, a cola de Vettel. Así podría minimizar la victoria segura de Hamilton.
Bueno, segura, segura en la pista, desde la salida. Pero no en los despachos... Lewis aplicó el guión que cabía esperar: se ahorró sustos en el arranque –no como en Silverstone o en Hungaroring– y abrió hueco rápidamente para evitarse el acoso de Ferrari. El inglés se largó muy pronto, corrió en solitario, y sólo en las últimas 8 vueltas, cuando ya sacaba 23 segundos a Vettel, se intranquilizó: extrañamente, el equipo le pidió que incrementase la ventaja. “No preguntes, ya te lo explicaremos”. Lewis obedeció. Llevó la renta a más de 25 segundos. Mercedes se temía una sanción poscarrera de
4 HORAS DE INCERTIDUMBRE La FIA tuvo en vilo el triunfo del inglés al investigar la presión de los neumáticos de Mercedes; al final lo exculpó
20s. Sabía que había una anomalía con la presión de sus neumáticos, por debajo del nivel mínimo. La FIA lo investigó. Cuatro horas después de la carrera, los comisarios lo exculparon; consideraron que el nivel de presión era el correcto cuando montaron los neumáticos, pero al desconectar las mantas térmicas la temperatura y la presión bajaron. Tecnicismos habituales de la F-1. Lewis respiró tranquilo.