Montjuïc, 40 años después
La F-1 se despidió del mítico circuito con un accidente que ocasionó cinco víctimas
SEGURIDAD PRECARIA Algunos pilotos, como el campeón del mundo, Fittipaldi, se negaron a correr en Barcelona
L A CAUSA Rolf Stommelen, que se estrelló al perder el alerón, falleció ocho años después por la misma avería
Lella Lombardi, sexta, se convirtió en la primera y única mujer que ha puntuado en una carrera de fórmula 1, y Jochen Mass conquistó su única victoria en la especialidad, pero el último GP disputado en el circuito urbano de Montjuïc no pasó al recuerdo por la heroica sino por la tragedia. El 27 de abril de 1975 se produjo la que fue la mayor catástrofe en un espectáculo deportivo en España hasta que el sábado el accidente ocurrido en el rally de A Coruña ocasionó siete víctimas mortales. Separados por 40 años, son dos episodios originados en circunstancias similares: un bólido fuera de control sale del trazado y acaba estrellándose en una zona de espectadores.
La portada de La Vanguardia del martes 29 de abril de 1975 fue monopolizada por la tragedia del domingo anterior. Había reticencias sobre la seguridad del trazado de Montjuïc, donde en un cambio de rasante los bólidos llegaban a perder el contacto con el asfalto a gran velocidad, y varios pilotos se negaron a participar en los entrenamientos del viernes, pero reparaciones de última hora en los elementos de seguridad permitieron que el conde de Villapadierna diera la salida a una carrera con 25 participantes. Entre otros, en la parrilla no estaba el campeón del mundo, Emerson Fittipaldi, que se negó a correr.
Los peligros ocultos en Montjuïc salieron pronto a relucir. Niki Lauda y Clay Regazzoni, que marcaron los mejores tiempos en los entrenamientos, se vieron involucrados en una colisión múltiple y quedaron fuera en los primeros compases. Rolf Stommelen tomó la delantera. El piloto alemán, de 31 años, buscaba su primera victoria en la máxima categoría en dura pugna con el argentino Carlos Pace cuando se desprendió el alerón trasero de su Hill-Lola. “Al cruzar el cambio de rasante, situado frente al busto de Santiago Rusiñol, el coche dio un salto al perder el piloto el control de la máquina”, relata la crónica de La Vanguardia. El bólido, que iba a 250 km/h, voló sobre las barreras de protección e impactó en una zona de espectadores. Cuatro personas fallecieron en el acto: dos aficionados de 28 y 38 años, un bombero de servicio de 52 y un periodista italiano de 21. Una quinta víctima murió días después a consecuencia de las lesiones sufridas.
El monoplaza quedó desintegrado, pero Stomelen salvó milagrosamente la vida, aunque estuvo varios días ingresado en la clínica Soler Roig, desde donde declaró: “Si el coche estuviera allí y empezara de nuevo el GP de España en Montjuïc, volvería a tomarlo y a correr”. De hecho, el valeroso alemán, que consideraba que el de Barcelona no había sido el accidente más grave de su carrera, siguió compitiendo. Hasta que el 24 de abril de 1983, cuando iban a cumplirse ocho años de la tragedia de Montjuïc, tomó parte en una prueba del Campeonato IMSA GT en el circuito de Riverside (California, EE.UU.). Iba segundo cuando el alerón trasero (otra vez el alerón) del Porsche 935 se rompió a más de 300 km/h y el coche se estrelló contra un muro de hormigón. Esta vez se dejó la piel.