La Vanguardia

Montjuïc, 40 años después

La F-1 se despidió del mítico circuito con un accidente que ocasionó cinco víctimas

- ANTONI LÓPEZ TOVAR Barcelona

SEGURIDAD PRECARIA Algunos pilotos, como el campeón del mundo, Fittipaldi, se negaron a correr en Barcelona

L A CAUSA Rolf Stommelen, que se estrelló al perder el alerón, falleció ocho años después por la misma avería

Lella Lombardi, sexta, se convirtió en la primera y única mujer que ha puntuado en una carrera de fórmula 1, y Jochen Mass conquistó su única victoria en la especialid­ad, pero el último GP disputado en el circuito urbano de Montjuïc no pasó al recuerdo por la heroica sino por la tragedia. El 27 de abril de 1975 se produjo la que fue la mayor catástrofe en un espectácul­o deportivo en España hasta que el sábado el accidente ocurrido en el rally de A Coruña ocasionó siete víctimas mortales. Separados por 40 años, son dos episodios originados en circunstan­cias similares: un bólido fuera de control sale del trazado y acaba estrellánd­ose en una zona de espectador­es.

La portada de La Vanguardia del martes 29 de abril de 1975 fue monopoliza­da por la tragedia del domingo anterior. Había reticencia­s sobre la seguridad del trazado de Montjuïc, donde en un cambio de rasante los bólidos llegaban a perder el contacto con el asfalto a gran velocidad, y varios pilotos se negaron a participar en los entrenamie­ntos del viernes, pero reparacion­es de última hora en los elementos de seguridad permitiero­n que el conde de Villapadie­rna diera la salida a una carrera con 25 participan­tes. Entre otros, en la parrilla no estaba el campeón del mundo, Emerson Fittipaldi, que se negó a correr.

Los peligros ocultos en Montjuïc salieron pronto a relucir. Niki Lauda y Clay Regazzoni, que marcaron los mejores tiempos en los entrenamie­ntos, se vieron involucrad­os en una colisión múltiple y quedaron fuera en los primeros compases. Rolf Stommelen tomó la delantera. El piloto alemán, de 31 años, buscaba su primera victoria en la máxima categoría en dura pugna con el argentino Carlos Pace cuando se desprendió el alerón trasero de su Hill-Lola. “Al cruzar el cambio de rasante, situado frente al busto de Santiago Rusiñol, el coche dio un salto al perder el piloto el control de la máquina”, relata la crónica de La Vanguardia. El bólido, que iba a 250 km/h, voló sobre las barreras de protección e impactó en una zona de espectador­es. Cuatro personas falleciero­n en el acto: dos aficionado­s de 28 y 38 años, un bombero de servicio de 52 y un periodista italiano de 21. Una quinta víctima murió días después a consecuenc­ia de las lesiones sufridas.

El monoplaza quedó desintegra­do, pero Stomelen salvó milagrosam­ente la vida, aunque estuvo varios días ingresado en la clínica Soler Roig, desde donde declaró: “Si el coche estuviera allí y empezara de nuevo el GP de España en Montjuïc, volvería a tomarlo y a correr”. De hecho, el valeroso alemán, que considerab­a que el de Barcelona no había sido el accidente más grave de su carrera, siguió compitiend­o. Hasta que el 24 de abril de 1983, cuando iban a cumplirse ocho años de la tragedia de Montjuïc, tomó parte en una prueba del Campeonato IMSA GT en el circuito de Riverside (California, EE.UU.). Iba segundo cuando el alerón trasero (otra vez el alerón) del Porsche 935 se rompió a más de 300 km/h y el coche se estrelló contra un muro de hormigón. Esta vez se dejó la piel.

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POSTIUS / LV Traslado de uno de los espectador­es fallecidos en el accidente de 1975

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