Barcelona rechaza por ahora la adhesión a la AMI
La alcaldesa alega que hay que esperar al 27-S e insiste en una consulta ciudadana
El pleno del Ayuntamiento de Barcelona rechazó ayer la adhesión a la Associació de Municipis per la Independència (AMI). Los votos de los 17 concejales independentistas no fueron suficientes para alcanzar la mayoría absoluta de 21 ediles necesarios. El grupo de la alcaldesa, Ada Colau, se abstuvo.
El Ayuntamiento de Barcelona ha dicho no a la Associació de Municipis per la Independència (AMI)... por ahora. Los votos de los 17 concejales independentistas (nueve de CiU, cinco de ERC y tres de la CUP) no bastaron ayer para alcanzar la mayoría absoluta (21) que se requería para que la capital catalana se adhiriera a la entidad que preside el alcalde de Girona, el convergente Carles Puigdemont. Pero, como casi todo en este Ayuntamiento, muy condicionado por lo que suceda el 27-S, el no del pleno municipal a la AMI es un no provisional. Así lo admitió la alcaldesa Ada Colau, al término de un debate incómodo para ella y del que no participó, al afirmar que esta no es una cuestión cerrada y que podrá abordarse “de manera más tranquila y pausada después de las elecciones”.
De momento, en el primer asalto, un preliminar que dentro de veinte días podría perder todo su valor en función del resultado electoral, las abstenciones de los once concejales de BComú –a las que se sumó la de la edil de Unió, Sònia Recasens, todavía plenamente integrada en el grupo de CiU– y el voto inequívocamente en contra de los cinco representantes de Ciutadans, los cuatro del PSC y los tres del PP impidieron que las fuerzas independentistas, a pesar de ganar la votación, lograran su objetivo de añadir Barcelona a la lista de 740 municipios catalanes afiliados a la AMI. Aunque aventurar lo que pasará después del día 27 es ejercitarse en la política ficción, Ada Colau mantiene su promesa electoral, recordada ayer por su teniente de alcalde Jaume Asens, de someter la entrada del municipio en la asociación independentista a una consulta ciudadana.
El pleno extraordinario para decidir sobre la adhesión de Barcelona a la AMI puso de manifiesto, más que nunca, la soledad política con la que gobierna Ada Colau. El grupo de la alcaldesa no encontró quien entendiera o justificara la abstención de su grupo. Especialmente crítico con ella se mostró el presidente del grupo de ERC, Alfred Bosch, que hace tres meses avaló la investidura de la alcaldesa. “Fuimos generosos –dijo el dirigente republicano recordando aquel momento– y ahora, simbólicamente, le retiramos la confianza. A partir de ahora todo se lo tendrán que ganar a pulso”. La amenaza de Bosch es otra de las muchas cosas de este ayuntamiento que sería ingenuo tomar al pie de la letra. Diversas fuentes municipales aseguran que la puerta para que ERC entre en el gobierno siguen abiertas de par en par, que incluso el resultado de las plebiscitarias no alterará los planes de los republicanos, que en cuestión de unas semanas podrían estar gobernando en ambos lados de la plaza Sant Jaume, con CiU en la Generalitat, y con BComú en el Ayuntamiento.
En el bando del sí a la AMI se alineó el exalcalde convergente Xavier Trias. A su juicio, el Gobierno del PP y su actitud hacia Catalunya han propiciado que muchos catalanes como él, que no abogaban por la secesión, hayan acabado viéndola como la única salida posible. El presidente del grupo de CiU justificó su voto como una respuesta a un anhelo de la sociedad catalana que merece la adecuada respuesta de la capital del país. En este sentido, Trias lamentó la postura de Colau. “Me entristece cuando esconde la cabeza bajo el ala y no se define”, dijo el jefe de filas del principal grupo de la oposición.
A la propuesta de republicanos y convergentes se sumó la CUP, que tampoco ahorró descalificaciones al gobierno de la ciudad. La concejal Maria Rovira echó en cara a Ada Colau que no aceptara sus propuestas para eliminar los símbolos franquistas y monárquicos de la ciudad. Incluso este aspecto, que en principio le era propicio (fue el propio gobierno el que, antes de vacaciones, abrió el melón del revisionismos de la simbología política), se le giró del revés a la alcaldesa.
En el bando del no, ninguna sopresa. Carina Mejías (Ciutadans) acusó a CDC y ERC de utilizar el Ayuntamiento como instrumento de un proceso que calificó de anticuado, ilegal e insolidario. Jaume Collboni (PSC) calificó el debate de ayer como mera propaganda, lamentó que los independentistas
La alcaldesa dice que replanteará la entrada tras el 27-S y reitera su compromiso de una consulta ciudadana
confundan España con el Gobierno del PP y aprovechó para disparar contra CDC: “Su partido –le dijo a Trias– tiene un problema con el 3% y con la corrupción sistemática”. Finalmente, Alberto Fernández (PP) se quejó de los intentos de convertir Barcelona en una pieza más del puzle independentista. “Barcelona une y el independentismo separa”, sentenció el presidente del grupo popular .