Picasso: la vuelta a casa de una barcelonesa azul
La obra, cedida por un museo nipón, se exhibe por primera vez en España
A finales de 1901, Picasso no sólo empieza a mudar su paleta de colores hasta prácticamente reducirla a ese azul que, de pronto, teñirá su pintura de una insólita atmósfera triste y melancólica, sino que poco a poco su propia mirada se irá desviando hacia otros centros de atención hasta generar una nueva iconografía. Las mujeres alegres de la noche, las bebedoras de absenta, serán reemplazadas por otras que ahora aparecen hieráticas y abstraídas, como replegadas en sí mismas, cuando no turbadas o presas de la angustia.
Un cambio de visión al que no fue ajena su visita, ese mismo otoño, a la prisión de Saint-Lazare, de París, para presas con enfermedades venéreas, y que en los próximos meses, ya de vuelta en Barcelona, volverá a encontrar inspiración en los personajes del barrio Chino. Una de aquella mujeres que pintó en el estudio que compartía con Ángel Fernández de Soto en la calle Nou de la Rambla, en concreto Mujer con mantón azul (1902), acaba de regresar a Barcelona procedente del Aichi Prefectural Museum of Art de Nagoya, donde desde 1992 ejerce de icono del prestigioso museo japonés. Es la primera vez que se exhibe en España.
La presencia de Mujer con mantón azul en el Museu Picasso, donde vuelve a encontrarse con los Terrats de Barcelona o La mujer de la cofia – que reproduce la imagen de una mujer con el tocado distintivo de las reclusas de la prisión de Saint-Lazare– ha sido posible gracias a un acuerdo de intercambio con el museo japonés, por el que a cambio de la cesión temporal del Picasso azul (colgará en las salas de la calle Montcada hasta el 14 de diciembre), el museo barcelonés prestará a comienzos de año una selección de dibujos para una gran exposición que la pinacoteca nipona está organizando sobre el Picasso joven. Según Shuji Takahashi, vicedirector del museo de Nagoya, especializado en arte oriental del siglo XX, la obra de Picasso fue donada en 1987 por un banco nipón y fue la primera obra occidental que ingresó en sus salas, dando lugar a una colección de la que hoy forman parte los grandes nombres del arte del pasado siglo.
Mujer con mantón azul, cuyo rostro recuerda “el primitivismo de las vírgenes góticas” y los cuadros de gitanas de Isidre Nonell, como apuntan la conservadora Malén Gual y el director del museo Bernardo Laniado-Romero, fue un cuadro especialmente querido por el artista, que a lo largo de su vida formó siempre parte de su colección particular y que en 1932, año de su primera exposición en un museo, en la Kunsthaus de Zurich, lo seleccionó junto a La vida y Terrats de Barcelona para que formara parte de la muestra. ¿Quién es la mujer del mantón y el torso encorvado? Malén Gual responde que no se sabe, que seguramente se inspiró en alguien del Chino pero que, a diferencia de los retratos de sus amigos que realiza en esa misma época, en el caso de las mujeres más que retratos se trata de prototipos de mujeres desfavorecidas.
ESTRELLA JAPONESA El cuadro fue donado por un banco al Aichi Prefectural Museum de Nagoya
VIAJE DE IDA Y VUELTA Lo pintó en el estudio de Nou de la Rambla y formó parte de su colección personal