Bruselas y Berlín elevan la presión para salvar el reparto de refugiados
Alemania, Francia y España soportan la mayor parte del peso del plan de Juncker
El riesgo de fracaso del plan de emergencia para el reparto de 120.000 de los miles de refugiados llegados a Europa en las últimas semanas llevó ayer a Bruselas y Berlín a elevar el tono de sus advertencias y llamamientos a la solidaridad. El Gobierno alemán alertó sobre la supervivencia del espacio Schengen, poniendo presión sobre todo sobre los países del Este, “los que más ventajas económicas sacan de las fronteras abiertas”, subrayó el vicecanciller Sigmar Gabriel desde la capital alemana. “Es esencial que los estados miembros muestren solidaridad”, reclamó el comisario europeo de Interior, Dimitris Avramopoulos. “No necesitábamos ver las muertes en el mar para recordarnos que somos humanos y tenemos la responsabilidad de ayudar a los que lo necesitan, ni descubrir los cadáveres para entender la magnitud de la crisis, pero estos acontecimientos trágicos e imágenes terribles deben ser un recordatorio para quienes creen que esta crisis no les afecta”, añadió, enfatizando que la falta de solidaridad puede poner en peligro uno de los grandes logros de Europa, la libre circulación.
El éxito o fracaso del plan que mañana anunciará el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se jugará en gran parte por la respuesta de España, el tercer país al que más refugiados se le asignan y, en menor medida, Polonia. De los 120.000 refugiados que Bruselas plantea ahora repartir por la UE en dos años, 31.443 irían (o se quedarían) en Alemania y 24.031, en Francia; ambos gobiernos, instigadores de hecho del plan, aceptan las cifras, que se elevan a un total de 40.200 y 30.700 si se tiene en cuenta la primera propuesta de reparto y reubicación de refugiados (otros 40.000 en total para toda la UE). Bruselas, como adelantó este diario, asigna a España casi 15.000 refugiados, cifra que se convierte en 19.219 si se suma la cuota asignada en mayo y de la que Madrid renegó. El año pasado el Gobierno sólo concedió asilo a 1.600 personas y en julio sólo se comprometió a asumir 1.300 refugiados procedentes de Italia y Grecia, pero la gravedad de los acontecimientos de los últimos días y la presión política europea han llevado a Madrid a dar un giro de 180 grados y abrirse a la iniciativa “dentro de nuestras posibilidades”. A Polonia, por su parte, se le asignan 9.287 refugiados, o 11.946 si se tiene en cuenta el primer plan aún no ejecutado. Londres anunció ayer que acogerá a 20.000 sirios en cinco años, una contribución que no alivia la situación en los países de la UE más afectados por el fenómeno, ya que beneficiará sólo a quienes estén en campos de la ONU en la región.
Juncker fue ferozmente criticado en junio por dirigentes europeos por haberse “extralimitado en sus funciones”, explicaron entonces fuentes diplomáticas. Además del plan de emergencia para Siria y Eritrea que le habían pedido, presentó un mecanismo permanente de reparto de refugiados convencido de que es la única manera de abordar el desafío. Su plan fue rechazado y los gobiernos pactaron por su cuenta cuotas voluntarias por debajo de lo propuesto. “Ni un solo refugiado ha sido todavía recolocado en virtud de ese plan”, lamentan fuentes de la Comisión, que creen que el tiempo les ha dado la razón. Juncker confía en que Alemania y Francia, que en la cumbre de junio no le respaldaron, le apoyen ahora. El nuevo plan, que basa el reparto en la población, la riqueza, el nivel de paro y acogida previa de extranjeros con ligeras correcciones, arroja para los países del Este y el Báltico cifras menos abultadas que el anterior. También permite no participar durante un año si se justifica con argumentos acordes con los derechos humanos (no sirve decir que no se quiere musulmanes, como hacen Hungría y Eslovaquia) a cambio de contribuir a un nuevo fondo europeo de ayuda a los países de origen y tránsito.
España acogerá 15.000 refugiados, que se convierten en 19.219 sumando la cuota asignada en mayo