La Vanguardia

Vergüenza, Colau

- Pilar Rahola

Qué habría pasado si en las municipale­s la señora Colau hubiera avisado de que dejaría la capital de Catalunya fuera de la gran red de municipios por la independen­cia, en este momento clave de la historia?

Es cierto que se trata de una ucronía, pero es evidente que los resultados habrían sido más escasos. Fue justamente la calculada ambigüedad en la cuestión nacional la que hizo proyectar la idea de que esta opción era “fuerte” en el terreno social y adecuadame­nte comprometi­da en el terreno nacional. Es decir que, pasara lo que pasara en otros temas, estarían donde se suponía a la hora del debate soberanist­a.

Es cierto que los que conocían bien el percal sabían que era gente más próxima al internacio­nalismo en bicicleta que al compromiso catalán. Es decir, eran los hijos revolucion­arios de aquella izquierda histórica que había sentido ascos por la broma catalana, porque la considerab­a pequeñobur­guesa. Y si ahora coqueteaba­n con el derecho a decidir era porque quedaba mal negar un derecho tan básico. Pero a la que han llegado a la poltrona, han perdido

Quién nos iba a decir que sería la señora Colau quien resucitarí­a a la puta y la Ramoneta pujoliana

los complejos y raudos han abandonado el movimiento ciudadano más importante de Catalunya. ¡Quién nos iba a decir que sería la señora Colau quien resucitarí­a a la puta y la Ramoneta pujoliana, con permiso de los restos del naufragio de Unió.

Más allá de la retórica que lanzarán para demostrar que hay motivos para su calculada decisión, lo cierto es que gracias a su partido –o movimiento, o asamblea, o patio de vecinos, o comoquiera que se llame en el diccionari­o alternativ­o–, a Rajoy le acaban de enviar un precioso e inesperado regalo desde Barcelona. Y no hay mucho más, porque el resultado final de sus votos es lo que es: el impediment­o para que la capital lidere la AMI.

Cuatro comentario­s para que caigan los disfraces. Primera joya: los que dicen querer cambiarlo todo y dar la voz “al pueblo” obligan al voto de partido, no dan libertad de opción y no permiten que algunos de la candidatur­a voten a favor. ¡Viva el comisariad­o político! Segunda joya: se preocupan de la “lectura ideológica” que se haría si hubieran votado a favor, pero no les importa la lectura que se hace ahora que le regalan Barcelona a peperos y ciudadanos. ¡Viva Poncio Pilato! Tercera joya: dicen querer cambiar el paradigma político, pero ponen palos en las ruedas del proceso catalán más valiente de los últimos siglos, el único que puede cambiar la historia. ¡Viva la coherencia! Y finalmente, aseguran ser los honestos y los transparen­tes, pero han jugado a esconder el huevo a la ciudadanía con un tema de enorme importanci­a. Es decir, han estafado a la gente. ¡Viva, pues, la verdad! Todo lo que sospechába­mos, pero no osábamos dar por bueno: que serán precisamen­te aquellos que dicen ser la “nueva política”, los que harán lo indecible para apuntalar y consolidar al viejo régimen. Patético.

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