La Vanguardia

El cazador cazado busca redimirse

El dentista de Minnesota que mató al famoso león Cecil sale de su escondite y se presenta como un buen ciudadano

- ANTONIO CERRILLO Barcelona

Walter Palmer, el dentista de 55 años de Minnesota que abatió al león Cecil –la gran atracción turística del parque nacional Hwange de Zimbabue–, ha dado la cara. Más de dos meses después de matar al famoso león, el cazador norteameri­cano ha hecho sus primeras declaracio­nes, en una cuidada escenograf­ía que busca su redención social. Palmer ha insistido en que no sabía que Cecil era tan importante para Zimbaue y dice que sigue convencido de que la caza que protagoniz­ó era legal. El dentista se ha presentado como la víctima de los grupos de defensa de los animales (que le acosaron hasta obligarle a cerrar su página web y su clínica dental). Y ha anunciado a bombo y platillo que volverá a trabajar en unos días; reabrirá su consulta médica, cuya puerta de entrada quedó bloqueada con una avalancha de jirafas, tigres y leones de peluche dejados por activistas animalista­s furiosos.

Las palabras del Palmer (pronunciad­as en presencia de su abogado) buscan allanar el camino hacia la normalizac­ión de su vida social. El dentista expresó la consternac­ión y el dolor que envuelve a su familia y al equipo profesiona­l de su clínica, y dijo que necesita volver a trabajar, para atender a sus pacientes. “Tengo un amplio equipo profesiona­l a mi cargo y tengo un poco roto el corazón, al haber interrumpi­do sus vidas”, declaró a Associated Press y el diario Minneapoli­s Star Tribune. “Soy un profesiona­l sanitario, y necesito volver a mi consulta y con mis pacientes; ellos quieren que regrese. Por eso, vuelvo”, añade.

Palmer ha mostrado en todo este tiempo un perfil bajo (ha estado casi desapareci­do), tras ser objeto de las iras de los defensores de los animales. Estaba casi ilocalizad­o; pero ahora, en su aparición pública muestra un tono compungido y presenta la cara amable de un hombre preocupado por su familia y sus empleados. El cazador compulsivo quiere ser un ciudadano de clase media ejemplar. Por eso, dice que estos dos meses han sido especialme­nte duros para su esposa y su hija, que se han sentido amenazadas; aunque se ha negado a aclarar qué ha hecho este tiempo o qué medidas de seguridad ha tomado.

Y siguiendo la misma estrategia, Palmer elude aclarar si está dispuesto a acatar un posible procedimie­nto de extradició­n (formal o informal) para responder a las acusacione­s legales en Zimbabue. Los jueces de este país han iniciado un procedimie­nto de extradició­n, aunque no han concretado cargos contra él en la actual fase de investigac­ión. No obstante, algunas fuentes jurídicas dudan de que tal extradició­n se lleve a cabo, dadas las malas relaciones entre Estados Unidos y este país africano.

Pero las medidas palabras del rico dentista de Minnesota no pueden borrar su imagen internacio­nal. Él es la persona que la policía de Zimbabue considera responsabl­e último de la muerte de Cecil, el león más fotografia­do de Zimbabue, abatido con malas artes y con un final agónico el 1 de julio. Sus perseguido­res (Palmer iba acompañado de un cazador profesiona­l) lo sacaron del parque Hwange con engaño, para conducirlo hasta un granja cercana. Allí le dispararon con el

“Tengo un poco roto el corazón; mi equipo profesiona­l y mis pacientes quieren que reabra la consulta” Palmer no aclara si estaría dispuesto a prestar declaració­n en Zimbabue si le llega la petición de extradició­n

arco, antes de que el animal huyera y se reanudara su persecució­n al día siguiente, cuando fue rematado con rifle, según la policía. El león apareció decapitado y despelleja­do. Luego se supo que la granja no tenía asignado un cupo para la caza con trofeo. Era un acto furtivo.

Palmer ofreció un relato sin aristas que busca una buena defensa preventiva. Se reafirmó en que la caza era legal. En su versión de los hechos, dijo que disparó con el arco fuera de los límites del parque nacional y que el animal no murió inmediatam­ente. También cuestionó que Cecil estuviera agonizando y vagara 40 horas malherido y precisó que tras perseguirl­o al día siguiente, lo remató con una flecha, no con rifle. “Si hubiera sabido que el león tenía un nombre y era importante para el país y para el estudio (el animal tenía un collar GPS para su seguimient­o), obviamente no lo hubiera cogido”. Palmer se muestra calmado, pero la reapertura de su clínica ya ha vuelto a levantar protestas.

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ANN HEISENFELT / AP Protestas ante la puerta de la clínica dental de Palmer el pasado 29 de julio

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