La estelada se deja ver en un pleno por primera vez
La alcaldesa tolera en aras de la “libertad de expresión” la presencia en el salón de una bandera independentista
Los plenos del Ayuntamiento de Barcelona han dejado de ser aquellas sesiones un tanto versallescas, previsibles, políticamente correctas, en las que todo solía discurrir por cauces más o menos reglamentarios. Con la llegada de BComú al poder y de la CUP al hemiciclo, las cosas han cambia- do. Ayer, en este nuevo escenario en el que ya nada es imposible, se vivieron dos episodios inéditos. Por un lado, la alcaldesa Ada Colau permitió que una bandera estelada, portada por miembros de la Associació de Municipis per la Independència (AMI), se exhibiera en la tribuna de público y de invitados del salón de la Reina Regente durante buena parte de la sesión. Por otro, los concejales de la CUP expresaron su disconformidad por la negativa del gobierno municipal a incluir en este pleno extraordinario su propues- ta de retirada de la simbología monárquica de la ciudad. Los miembros de la CUP ilustraron su protesta con una nueva performance que superó con creces la que protagonizaron hace un par de meses los miembros del gobierno municipal al convocar a la prensa para que inmortalizaran el momento de la retirada del busto del rey Juan Carlos I del salón de plenos. Los cuperos colocaron ayer una placa auténtica de la avenida Borbó frente a la tribuna presidencial, ante la sorpresa de la alcaldesa, que no supo cómo reaccionar.
El precedente de la exhibición de banderas en las gradas del salón de plenos, donde todavía figura el cuadro de la reina María Cristina y el niño Alfonso XIII y no hay rastro de la efigie del actual monarca, quedó sentado ayer con la tolerancia de la que hizo gala la alcaldesa. Ada Colau señaló que su criterio es permitir la libertad de expresión siempre que esta no afecte al normal desarrollo de las sesiones. Pero de esa permisividad del gobierno de la ciudad ya tomó nota el presidente del grupo popular, Alberto Fernández, que dio por hecho que a partir de ahora cualquiera podrá mostrar sus símbolos –estaba pensando en las banderas españolas– en ese mismo lugar. Fernández ya protagonizó un acto de desagravio a la institución monáquica tratando de colocar en el disputado salón de plenos un cuadro con la fotografía del rey Felipe VI, gesto que fue abortado por orden del gobierno municipal, que abrió un periodo de reflexión sobre el uso de los símbolos.
En las dos anomalías registradas ayer en el pleno, Ada Colau actuó como se espera de alguien que se cuida mucho de no mostrar una imagen que quienes la auparon a la alcaldía de Barcelona podrían considerar como represora. Trata de mantener en todos los casos un equilibrio casi imposible: no se siente cómoda con estas manifestaciones pero evita reprimirlas, aunque para ello tenga que mirar hacia otro lado mientras algunos traspasan las líneas reglamentarias. Precisamente, la reforma de los reglamentos municipales es una de las cuestiones que BComú quiere plantear en los primeros compases del mandato, aunque para ello necesitará unos apoyos que hoy por hoy distan mucho de ser suficientes. Uno de los propósitos de la alcaldesa, que ayer volvió a recordar, es encontrar fórmulas para que la ciudadanía, ya sean los barceloneses a título individual o a través de entidades y asociaciones, intervenga en los plenos del Ayuntamiento como ya lo hace en los de los distritos y en las audiencias públicas. Haga lo que haga, siempre habrá alguien que en un campeonato de rupturistas le relegará a la segunda plaza. Para romper, ya está la CUP.
La CUP protesta contra la actitud “no rupturista” del gobierno depositando una placa ‘borbónica’