Robert Redford nunca pudo llegar a Grace
El actor rememora en Montecarlo su fallido intento
Robert Redford y su esposa estuvieron la noche del sábado en el palacio de Mónaco, donde la estrella recibió el premio Rainiero III, tanto por sus logros artísticos como por su servicios a la sociedad. La visita al domicilio principesco supuso una gran felicidad para Redford, aunque le faltase ya su principal motivación: la princesa Grace, a quien profesaba adoración.
Pero nunca tuvo acceso a ella. Recuerda el actor que corría 1956, cuando él contaba 20 años y recorría Europa estudiando arte en diversas ciudades y llegó hasta Montecarlo. Había visitado París, iba a Florencia y terminó en el principado, atraído por el magnetismo de la actriz que ese mismo año había abandonado la profesión para convertirse en la más bella de las princesas, y que se había convertido para él en un referente ético y estético, además de reconocerle una belleza y elegancia insuperables. Cuenta Redford que cuando llegó a las puertas del palacio le pidió a un hombre que le tomara una fotografía, pero un guardia le echó intempestivamente a grandes gritos, así que dio media vuelta y se fue. Y ese fue su frustrado intento de conocer a su ídolo. La secuencia la recordaron el actor y su esposa, Sibylle Szaggars, al príncipe Alberto y a la princesa Charlene durante la cena en palacio en la que se otorgaron asimismo los premios Princesa Grace, destinados a distinguir los talentos emergentes en teatro, danza y cine a través de becas y cursos de formación, repartiendo un total de 820.000 euros.
Fue una fiesta elegante en la que se puso de manifiesto la enorme complicidad de Alberto y Charlene, ella vestida con un vestido negro salpicado en rojo de Dior Couture, principal patrocinador de estos premios.
Desde hace tres décadas estos premios se celebran anualmente en la Fundación Princesa GraceEE.UU., alternando sus escenarios entre Nueva York y Los Ángeles, aunque esta vez, y por iniciativa de la princesa Charlene, el escenario elegido haya sido Montecarlo, ya que así no debería alejarse de sus gemelos, Jaime y Gabriela.
En 1956 trató de acercarse a las puertas del palacio y un guardia le echó sin contemplaciones