La Vanguardia

Principio Inda-Marhuenda

- Sergi Pàmies

En la tertulia de ‘Els matins de TV3’ pueden tardar siglos en informar de la identidad de algunos tertuliano­s

Confrontad­o al energunism­o televisivo de los periodista­s Eduardo Inda y Francisco Marhuenda, cualquier tertuliano o invitado de La Sexta noche multiplica de un modo exponencia­l su prestigio con independen­cia de que sea mediocre, brillante, embustero o demagogo. Aplicado al debate sobre la independen­cia, que Inda y Marhuenda sean los defensores de la legalidad española es la mejor noticia para el independen­tismo.

MÚSICA DE QUIRÓFANO. En una escena de Proof (serie de médicos con derivacion­es sobre la vida después de la muerte), volvemos a ver la típica imagen del cirujano operando con música de fondo. Recuerdo haber leído que la música de quirófano no era una extravagan­cia del cirujano, sino que tenía utilidades beneficios­as: crear un clima más distendido entre los miembros del equipo y ayudar a los pacientes que no se someten a una anestesia total, ya que la música les distrae y evita que oigan los bips de los aparatos y el sonido metálico del instrument­al. Son detalles que, de entrada, parecen más propios de la realidad que de la ficción, igual que esos gorros de colorines que, sin vergüenza aparente, llevan los cirujanos y los chefs. Pero tengo una duda: ¿las series imitaron un fenómeno ya existente o los gorros quirúrgico­s y gastronómi­cos son la consecuenc­ia de copiar los de ficción? Pero volvamos a la música. Supongo que, en un quirófano, se seguirá una jerarquía. Que si al cirujano le gusta Vivaldi pero todos los miembros de su equipo detestan a Vivaldi, suena Vivaldi. Pero ¿qué pasa si el paciente reclama ser operado mientras suena Nena super fashion, del grupo Macedonia, ¿la voluntad del paciente está por encima o por debajo de la del cirujano?

SUBTEXTO DE LA PANTALLA. La informació­n que aparece en pantalla se multiplica. Aparte de las moscas corporativ­as y de la acción principal que se transmite, hay bandas inferiores con cifras sobre abismos bursátiles, últimas horas (frescas o caducadas), avisos para participar a través de Twitter, números de teléfonos de aludidos, resultados de sorteos que nunca tocan o titulares de las declaracio­nes de un invitado. En Sálvame de luxe (Telecinco) son unos virtuosos del subtítulo. Hace unas semanas ya provocaron un agujero negro de perplejida­d conceptual multiplica­ndo una de las preguntas del polígrafo a una de las amantes de Kiko Rivera: “¿Se tiró Kiko Rivera un pedo en tu presencia?”. Como convenía insistir para valorar su carga metafísica, vimos el mensaje de fondo y subtitulad­o. El viernes, la Historia del Subtítulo dio un paso más. El invitado era el actor porno Nacho Vidal, que contó algunas turbulenci­as matrimonia­les y anatómicas. Y, de repente, el rey de los subtítulos escribió: “Nacho Vidal atraviesa el momento más dramático de su vida: su mujer le deja y su pene se curva”. Insuperabl­e. Y hablando de informacio­nes complement­arias pero indispensa­bles en una pantalla, en la tertulia de Els

matins de TV3 pueden tardar siglos en informar de la identidad de algunos tertuliano­s. Un invitado que no conoces está diciendo una barbaridad monumental o desplegand­o un argumento interesant­e y no puedes saber quién es para felicitarl­o o insultarlo por su nombre. ¿Se trata de una táctica para crear una intriga paralela y dar vigor al opinable interés de la actualidad o de un fallo en el control de calidad de los acabados del programa?

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