Principio Inda-Marhuenda
En la tertulia de ‘Els matins de TV3’ pueden tardar siglos en informar de la identidad de algunos tertulianos
Confrontado al energunismo televisivo de los periodistas Eduardo Inda y Francisco Marhuenda, cualquier tertuliano o invitado de La Sexta noche multiplica de un modo exponencial su prestigio con independencia de que sea mediocre, brillante, embustero o demagogo. Aplicado al debate sobre la independencia, que Inda y Marhuenda sean los defensores de la legalidad española es la mejor noticia para el independentismo.
MÚSICA DE QUIRÓFANO. En una escena de Proof (serie de médicos con derivaciones sobre la vida después de la muerte), volvemos a ver la típica imagen del cirujano operando con música de fondo. Recuerdo haber leído que la música de quirófano no era una extravagancia del cirujano, sino que tenía utilidades beneficiosas: crear un clima más distendido entre los miembros del equipo y ayudar a los pacientes que no se someten a una anestesia total, ya que la música les distrae y evita que oigan los bips de los aparatos y el sonido metálico del instrumental. Son detalles que, de entrada, parecen más propios de la realidad que de la ficción, igual que esos gorros de colorines que, sin vergüenza aparente, llevan los cirujanos y los chefs. Pero tengo una duda: ¿las series imitaron un fenómeno ya existente o los gorros quirúrgicos y gastronómicos son la consecuencia de copiar los de ficción? Pero volvamos a la música. Supongo que, en un quirófano, se seguirá una jerarquía. Que si al cirujano le gusta Vivaldi pero todos los miembros de su equipo detestan a Vivaldi, suena Vivaldi. Pero ¿qué pasa si el paciente reclama ser operado mientras suena Nena super fashion, del grupo Macedonia, ¿la voluntad del paciente está por encima o por debajo de la del cirujano?
SUBTEXTO DE LA PANTALLA. La información que aparece en pantalla se multiplica. Aparte de las moscas corporativas y de la acción principal que se transmite, hay bandas inferiores con cifras sobre abismos bursátiles, últimas horas (frescas o caducadas), avisos para participar a través de Twitter, números de teléfonos de aludidos, resultados de sorteos que nunca tocan o titulares de las declaraciones de un invitado. En Sálvame de luxe (Telecinco) son unos virtuosos del subtítulo. Hace unas semanas ya provocaron un agujero negro de perplejidad conceptual multiplicando una de las preguntas del polígrafo a una de las amantes de Kiko Rivera: “¿Se tiró Kiko Rivera un pedo en tu presencia?”. Como convenía insistir para valorar su carga metafísica, vimos el mensaje de fondo y subtitulado. El viernes, la Historia del Subtítulo dio un paso más. El invitado era el actor porno Nacho Vidal, que contó algunas turbulencias matrimoniales y anatómicas. Y, de repente, el rey de los subtítulos escribió: “Nacho Vidal atraviesa el momento más dramático de su vida: su mujer le deja y su pene se curva”. Insuperable. Y hablando de informaciones complementarias pero indispensables en una pantalla, en la tertulia de Els
matins de TV3 pueden tardar siglos en informar de la identidad de algunos tertulianos. Un invitado que no conoces está diciendo una barbaridad monumental o desplegando un argumento interesante y no puedes saber quién es para felicitarlo o insultarlo por su nombre. ¿Se trata de una táctica para crear una intriga paralela y dar vigor al opinable interés de la actualidad o de un fallo en el control de calidad de los acabados del programa?