El trabajo del consumidor
El empleo es un bien escaso. Pero el trabajo no falta y se multiplican las nuevas maneras de trabajar sin cobrar. Como el trabajo no remunerado de los estudiantes en las empresas que se venden como prácticas, el trabajo voluntario ofrecido como inversión en capital humano o el trabajo de los consumidores. Hace unos años, Marie-Anne Dujarier dedicó un libro a este último tipo de trabajo no lucrativo: Le travail du consommateur. De Mac Do à E-bay: comment nous coproduisons ce que nous achetons (La Découverte), que se reeditó el año pasado con un postfacio inédito de la autora que pone en evidencia la importancia creciente del fenómeno. La tesis del libro es que la evolución de la economía capitalista ha comportado un cambio en la naturaleza del consumidor, que ha dejado de ser un mero comprador o usuario de productos para transformarse en un consumidor productor que, como indica el subtítulo de la obra, de alguna manera coproduce lo que compra. Según esta socióloga francesa, los consumidores se han convertido en una mano de obra gratuita y abundante que se ajusta a la perfección a los criterios de reducción de gastos y eficiencia de las empresas.
Los trabajos que, a menudo gracias a las nuevas tecnologías, los consumidores pueden realizar para estas empresas son cada vez más numerosos. Dujarier los clasifica en tres modalidades. Los más obvios son los trabajos de autoproducción dirigida, como el montaje de muebles de Ikea, los sistemas de autopago en las estaciones de servicio o la autocompra de entradas o de billetes de transporte. Unos trabajos que, en muchos casos, responden a un proceso de externalitzación hacia los consumidores de trabajos que antes llevaba a cabo un asalariado. Pero, al lado de estos trabajos de autoproducción, también se encuentran los trabajos de abastecimiento participativo (o crowdsourcing), en que, por lo común a través de internet, los consumidores trabajan a coste cero aportando creatividad, conocimientos y experiencias o expectativas como usuarios para empresas que comercializan los productos que ellos mismos consumen sacando un rendimiento económico de sus aportaciones. Y los trabajos de organización, en que el consumidor controla indirectamente, a través de evaluaciones y otros procedimientos, el trabajo de los asalariados ejerciendo al menos en apariencia, y a la sombra de la publicidad, su función crítica sobre el producto.
Creo que no hay ninguna traducción del libro de Dujarier ni al castellano ni al catalán. En Francia, la tesis sobre el trabajo de los consumidores ha dado un cierto juego en los debates sobre el nuevo espíritu del capitalismo. También hay quien ha cuestionado que puedan considerarse trabajo las actividades supuestamente realizadas por gusto y sin cobrar. En su postafcio, Dujarier apunta, pienso que con razón, que donde hay una actividad que produce valor para las empresas hay trabajo. Que se pague o no es, como saben los estudiantes en prácticas y los autoinversores en capital humano, otro asunto.
Hay quien ha cuestionado que puedan considerarse trabajo las actividades supuestamente realizadas por gusto y sin cobrar