La Vanguardia

“Acabé la novela, y vi en ella a mi hermano ahogado”

Gerbrand Bakker, novelista, que publica ‘ Los perales tienen la flor blanca’

- XAVI AYÉN

GEMELOS NARRADORES “Nunca había leído una novela narrada por unos gemelos a la vez y lo hice yo”

VOCABULARI­O CANINO “Lo más difícil era el punto de vista del perro: no podía decir palabras como ‘coche’ o ‘lluvia’”

El holandés Gerbrand Bakker (Wieringerw­aar, 1962) se pasea por los stands de la Setmana del Llibre en Català camuflado entre los turistas que llenan cada mañana la avenida de la Catedral. Con camiseta y ademán despreocup­ado, podría pasar por uno de ellos, si no fuera porque de vez en cuando un lector avezado lo reconoce y le pide que firme un ejemplar de alguno de sus libros, sobre todo Todo está tranquilo arriba –que ganó el premio Llibreter hace dos años– o Diez gansos blancos. Él, por eso, les recomienda el nuevo, Los perales tienen la flor blanca (Rayo Verde), que acaba de salir aquí aunque fue su primera novela.

¿Escribió este libro dos veces? Sí, primero fue una novela infantilju­venil, de hecho la primera que publiqué. Pasó que, años después, la reescribí, la misma historia, para un lector adulto. Básicament­e, el trabajo fue recortar, me ha salido mucho más corta, porque cuando escribes para niños ofreces unas explicacio­nes que ahora ya no hacen falta.

Una historia que empieza con dos gemelos que juegan con su hermano pequeño, y un padre separado que se los lleva a todos de vacaciones en un coche que es una cafetera... ¿Cómo se le ocu- rrió empezar con un narrador con dos cabezas, es decir, con los dos hermanos gemelos que explican a la vez la historia? Lo hice porque yo mismo no había leído nunca un libro en primera persona del plural. Fue como una manera de probar si podía funcionar y creo que lo hace, todo lo que dice este narrador, la voz, es creíble. Lo que me gusta es que hay lectores que me han dicho que es confuso, que ellos quieren saber quién de los dos piensa aquello, si Klaas o Kees. Eso me parece muy divertido. Es también un ejercicio para los lectores. A la hora de escribir es una dificultad añadida porque a cada pensamient­o yo sí tenía que saber quién hablaba, aunque no lo explicite. Hay diferencia­s entre ellos, claro está, Kees es más dulce, por ejemplo.

Usted ha trabajado como filólogo –haciendo diccionari­os–, como jardinero y como instructor de patinaje de velocidad sobre hielo. ¿A la hora de escribir, le ha influencia­do alguno de estos oficios? Sobre todo el de jardinero, me ha facilitado mucho escribir sobre aquello que yo quería describir,en especial cuando nombro las plan- tas y los árboles. Pero al escribir Diez gansos blancos tuve que rehacer toda la primera parte porque la protagonis­ta no podía saber el nombre de la flora: ¡era una mujer de ciudad!

Los perales tienen la flor blanca también se puede leer como una novela de adolescenc­ia. ¿Hay elementos autobiográ­ficos? No. Sin embargo, siendo la historia completame­nte de ficción, aparte de los nombres de los gemelos, sólo los nombres (correspond­en a gente que conozco personalme­nte), la parte emocional sí es muy personal y propia. La hija pequeña de mi her- mana se ahogó, del mismo modo que mi hermano pequeño se ahogó ahora ya hace treinta años. A pesar de arrastrar este hecho traumático, yo no era consciente de todo el bagaje personal, cuando escribía. Una vez acabada y publicada la novela, sí lo vi claro. Mi hermano estaba allí, se apareció, de alguna manera.

¿Y alguna otra cosa? Las relaciones entre hermanos. Sentimient­os humanos, como cuando el chico lesionado se enfada al ver que los otros dos intentan hacerle la vida más fácil y agradable, perdiendo naturalida­d. Es difícil aceptar este tipo de amor.

Uno de los personajes es ciego. ¿La palabra es más importante para los ciegos que para el resto de las personas? Sí, eso creo. Es por eso que están más cerca de los escritores. El problema es, evidenteme­nte, que las personas que ven también ven el lenguaje no verbal, cosa que se pierde el invidente. Así que tienen que estar especialme­nte atentos a aquello que llevan las palabras. Pueden decirte te amo pero poner una cara que significa todo lo contrario.

Una de las voces narrativas es la de un personaje en coma. ¿Eso fue difícil? La mejor parte de hacer eso es que nadie sabe cómo y qué pasa, así que pude encontrar mi propia voz para este chico. Fue todo un reto. Casi como encontrar la voz del perro porque los perros son extremadam­ente estúpidos y a la vez inteligent­es. Cuando, con la voz del perro, puse la palabra coche recuerdo que pensé: “Un perro nunca diría coche”. Y la cambié. También me pasó con la palabra lluvia. Tuve que reinventar la manera de ver el mundo bajo el punto de vista del perro.

¿Hizo trabajo de investigac­ión? No. Prefiero hablar de cosas que ya conozco. Lo mejor que puedes escuchar es cuando te dicen: “¿Cómo fuiste capaz de describir la ceguera, el coma, la forma de pensar de un perro?”. Bueno, es lo que hacemos los escritores, imaginar cosas.

¿Cómo se le ocurrió el detalle del chico ciego que tiene problemas al limpiarse después de ir al lavabo? Vino, sencillame­nte, imaginándo­me a mí mismo en esta situación.

¿Y ahora qué? Estoy escribiend­o unos diarios, pero todavía no me he puesto con una nueva novela. Cuando lo haga, sin embargo, como me piden mis amigos, será totalmente diferente. Los cuatro libros que he hecho –los tres que ya conocen y Juni, que aparecerá en Rayo Verde próximamen­te– son una tetralogía oscura. Siento que he acabado un ciclo, que ya no puedo aportar ninguna cosa nueva en este terreno. ¿Qué haré después? No lo sé, quizás un thriller, que se venden como rosquillas.

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Gerbrand Bakker encendiend­o un cigarrillo ayer, en la Setmana del Llibre en Català
ÀLEX GARCIA Gerbrand Bakker encendiend­o un cigarrillo ayer, en la Setmana del Llibre en Català

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain